Entrevista
Juan Tranche: «Todavía una mujer tiene que ganar dos veces»
El escritor aborda por primera vez el tema de las mujeres gladiadoras
«Gladiadoras» nos regala historias de mujeres inolvidables que luchan dentro y fuera de la arena para decidir por ellas mismas.
Para Roma, la mujer gladiadora era un arma de doble filo, Roma para la mujer una espada de Damocles.
Te compro la comparación (risas). El término también tiene otra serie de connotaciones sexuales pero, bajando a la arena de la gladiatura, a la mujer procuraron ponerle todas las prohibiciones para que no sintiera esa llamada a luchar. Incluso a que asistieran a los espectáculos.
«Gladiadoras» retrata también la doble moral con la igualdad cuyo «imperio de las ideas» llega a nuestros días.
La historia es cíclica y si hay una sociedad a la que nos parecemos es a la romana. Muchas de las preocupaciones y problemas de hoy día ya los tenían en Roma. Sobre la percepción de la mujer, Adriano es el germen del cambio. Le da nuevos derechos y ciertos privilegios. Pero fue como consecuencia de la rebeldía de algunas Helenas y Valerias, quienes protagonizan la novela.
Han pasado dos mil años, pero leyendo su novela es imposible abstraerse a la violencia machista o las manadas.
Propongo un thriller donde prostitutas son salvajemente asesinadas por un grupo de infames. Nada muy distinto a lo que desgraciadamente vemos cuando encendemos el televisor. Sus asesinos eran patricios, pero para las consecuencias del crimen no miraban la clase social. Se les juzgaba y las penas eran bastante más duras que las que podemos ver hoy en día. Ahí Roma, que a veces se ve con más sombras que luces, es un buen ejemplo.
La moral también mata, la reputación se puede tornar en asesina.
El celo excesivo en salvaguardar los valores y costumbres lleva a este tipo de abusos injustificados en nombre de la moral. Es ancestral, y romano también, que las clases poderosas quieran prevalecer sobre las pequeñas.
En aquella época las feministas eran de «sangre y fuego».
Las gladiadoras lo tuvieron mucho más difícil que los hombres. No solo porque ellas también luchaban por su vida, sino que además lo hicieron contra las fuerzas y costumbres del Imperio. Era una cuestión de justicia contarlo.
Ahora no lo tienen más fácil que digamos.
Todavía una mujer ha de ganar dos veces. En este sentido, el panorama no ha cambiado nada a lo largo de la historia.
¿Quiénes serían las «gladiadoras» hoy en día?
Son muchas las mujeres que se me vienen a la cabeza, en las que me he inspirado. Pero quiero poner el foco en esas mujeres anónimas que luchan por obtener sus propios derechos, tener un trabajo mejor y buscar todo ese tipo de igualdad. Estamos rodeados de gladiadoras… Y también de gladiadores.
En su tiempo, ¿eran como los futbolista de hoy?
En Roma se idolatraba a los que se batían en la arena. Pero con una diferencia. A las estrellas se les idolatra dentro y fuera de la cancha, son referentes sociales. Fuera del Coliseo se les consideraban infames. Otra vez la doble moral, adoraban en el anfiteatro lo que fuera del mismo no consideraban ni personas.
Por último, el comportamiento en los campos de fútbol no difieren mucho de los Coliseos.
El «pan y circo» sigue vigente tal cual. He querido narrar varias escenas dentro del Coliseo para que se viera que esta pasión por los juegos no ha cambiado mucho. Lo que pasa antes, durante y después de los partidos es reflejo de aquella época. Los puestos de comida, el merchandising… Era un día de fiesta. Ahora somos algo más civilizados que en la antigua Roma pero menos de lo que deberíamos.
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