Tribuna
El liderazgo del Reino de Marruecos en África
Héctor Álvarez García asegura que España es un país "con peraltados intereses económicos, culturales, sociales y geopolíticos convergentes con los africanos"
La celebración el 25 de mayo del Día de África, con el que se conmemora la fundación de la Organización de la Unión Africana en 1963, es una excelente oportunidad para reflexionar sobre la situación socioeconómica de un Continente extraordinariamente diverso, con agudas asimetrías regionales entre el Norte y el Sur, así como sobre los desafíos que se avizoran en el horizonte en el marco de un mundo globalizado y digital.
África es el segundo continente más extenso del planeta, grávido de valiosos recursos naturales como el gas natural, el petróleo, los minerales críticos –litio, cobalto y grafito– y las tierras raras, imprescindibles para la transición energética que demandan las Agendas 2030 de Naciones Unidas y 2063 de la Unión Africana. El Continente muestra una pujanza demográfica singular en el mundo: más de mil trescientos millones de habitantes con una media de edad que apenas llega a los dieciocho años, por lo que se estima que en 2050 una cuarta parte de la humanidad residirá en algún país africano.
África es el continente de la esperanza, donde se están fraguando ilusionantes proyectos políticos, económicos y comerciales, como la zona de libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales, el Banco Central Africano, la Agencia Espacial Africana, la liberalización del transporte aéreo y poderosas inversiones en infraestructuras viales y portuarias para vertebrar el territorio y favorecer el comercio y la inversión. Asimismo, los expertos coinciden en que un nutrido grupo de países africanos dominarán las clasificaciones de mayor crecimiento del PIB y de la renta per cápita en la próxima década, en las que sin lugar a dudas se van a encontrar las potencias económicas de Sudáfrica, Egipto, Marruecos y Nigeria.
El reinado de S. M. el Rey Mohammed VI acredita una inequívoca vocación africana de Marruecos, promoviendo activamente el panafricanismo –los «Estados Unidos de África»– y un compromiso sincero con el desarrollo del Continente: «África debe confiar en África». Marruecos, bajo el liderazgo de S. M. el Rey Mohammed VI, ha intensificado las relaciones diplomáticas, económicas, culturales y comerciales con los países vecinos del Magreb, del África francófona y con los Estados subsaharianos, fundadas en los principios de justicia, solidaridad y buena vecindad. Marruecos es el segundo inversor en África, con perspectivas de convertirse en el primero del Continente; ha donado una importante ayuda médica durante la pandemia del Covid-19 a quince países hermanos y atrae el talento continental para su promoción en las universidades marroquíes.
Marruecos se encuentra en una privilegiada situación geográfica: la encrucijada de las rutas marítimas comerciales de Europa, África y América está contribuyendo sobremanera al desarrollo económico del Continente, favoreciendo los intercambios comerciales a través del puerto Tánger Med, que se complementará con la autovía Tánger-Dakar; la apuesta nacional por la Royal Air Maroc, activo cohesionador y facilitador de las inversiones; el gaseoducto marítimo Marruecos-Nigeria y en un futuro próximo mediante la Iniciativa Real Atlántica se dará acceso al océano a los Estados del Sahel por el puerto de Dajla en el Sáhara, para que puedan comerciar con el continente americano.
Debe subrayarse, por otra parte, la contribución del Reino alauita a la paz y la seguridad de África y Europa mediante su política de «soft power» –liderazgo económico y religioso– contra el terrorismo islámico en el Sahel. La expansión del modelo confesional moderado de Marruecos –la Constitución reconoce la libertad de culto– es posible gracias a la legitimidad religiosa que encarna S.M. el Rey Mohammed VI –Comendador de los Creyentes– en el África Occidental.
Mención aparte requiere el impulso de Marruecos a los Proyectos de Cooperación Sur-Sur sobre base del principio del multilateralismo. Debemos destacar las siguientes prioridades estratégicas del Reino en el Continente: a) el Plan Generación Verde para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de África, del que forman parte los programas «Agribooster», que ofrece apoyo integral a los agricultores, incluido el acceso a fertilizantes y semillas y el programa «Farm&Fortune Hubs», que moderniza las pequeñas explotaciones para convertirlas en empresas agrícolas productivas; y b) la formación de expertos africanos en el Sistema Internacional de Vigilancia de Ensayos Nucleares, específicamente en materia de alerta de tsunamis, accidentes nucleares y radiológicos y aviación civil, en el marco de la Comisión Africana de Energía Nuclear.
Finalmente, hemos de referirnos ineludiblemente a España, actor protagónico en el ecosistema africano. Nuestro país debe coadyuvar a que África alcance los objetivos de la Agenda 2063. Nuestra Nación es bifronte, encarna a Jano: una cabeza mira a Europa y la otra a África. Somos un país con peraltados intereses económicos, culturales, sociales y geopolíticos convergentes con los africanos que debemos contribuir a promocionar de la mano del Reino de Marruecos, país hermano con el que siempre debemos mantener unas magníficas relaciones de vecindad en todos los ámbitos que ligan inexorablemente el futuro de ambos países.
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