Opinión | El bloc
Otra pinza
"Pensaron que iban a cambiar el mundo con su voto y sólo lograron que cambiase el concejal de fiestas"
Entre 1994 y 1996, vivió la cámara regional bajo el llamado «bienio de la pinza», una extraña y corta legislatura a la que Manuel Chaves puso fin con un adelanto electoral en el que el PSOE recuperó la mayoría absoluta. Javier Arenas, sempiterno aspirante del PP, y Luis Carlos Rejón, coordinador de IU en Andalucía que sintonizaba a la perfección con el credo anti-felipista de Julio Anguita, hostigaron al gobierno autonómico desde babor y estribor, e incluso se dejaron retratar en el Parlamento agarrados a un alfiler de tender. Fue una fotografía icónica –hoy diríamos «viral»– que anticipó el final del rodillo socialista en las Cortes, aunque su vigencia en el virreinato andaluz se prolongase todavía veintitantos años más… hasta la desesperación de Arenas y la desaparición de la vida pública de Rejón. No cabe hoy que Juanma Moreno padezca el mismo calvario que Chaves debido a su triunfo incontestable de 2022, pero sí que empiezan a verse amenazados algunos ayuntamientos populares con la parálisis que atenaza al gobernante minoritario y sin capacidad de hacer amigos. El de Sevilla y algún que otro alcaldeconservador penan para evitar la prórroga de unos presupuestos municipales que Vox se resiste a aprobarles sin más, como le facilitaron la investidura sólo por menoscabar el poder local de la izquierda. Exigen los derechistas rotundos algunos gestos inequívocos, también por parte de la Junta, que devuelva la autoestima al sector más hiperventilado de su parroquia: los convencidos de que la «guerra cultural» consiste en lucir un barbour bien encerado y no ver teleseries españolas en Netflix. Pensaron que iban a cambiar el mundo con su voto y sólo lograron que cambiase el concejal de fiestas. ¡Qué decepcionante puede resultar la política!
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