Medio Ambiente

Praderas bajo el mar contra el cambio climático

Las reservas marinas protegidas de Alborán y Cabo de Gata juegan un papel fundamental como sumideros de carbono

Salinas del Cabo de Gata
Salinas del Cabo de GataEP

De las doce reservas marinas protegidas en España, dos se encuentran en la provincia de Almería, la de Alborán y la de Cabo de Gata-Níjar, siendo las únicas con este nivel de protección en toda Andalucía. En ellas, se persigue una explotación sostenida de los recursos de interés pesquero y se establecen medidas en caladeros, para mejorar los ecosistemas y las condiciones de reproducción de las especies acuáticas.

En total, son casi 7.000 las hectáreas con especial protección bajo el mar almeriense. Concretamente, unas 1.650 hectáreas en el Mediterráneo meridional de la provincia, en torno a la isla de Alborán y al Bajo de la Piedra Escuela, en una zona de conexión entre las aguas frías del océano Atlántico y las más cálidas el mar Mediterráneo. Además, siguiendo esa zona de confluencia de corrientes submarinas, de las 4.911 hectáreas de la principal reserva marina almeriense, las aguas exteriores frente al Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

Zonas de especial protección que suponen «sobre todo, la conservación de la posidonia», como valoró Manuel Pérez Sola, activista medioambiental y referente del ecologismo almeriense, porque «se trata, junto con las aguas de Baleares, de los únicos sitios donde se presentan praderas importantes» de estos organismos acuáticos. «Esto tiene un valor fundamental, porque actúan como sumideros de carbono, ayudando a capturar y almacenar el dióxido de carbono (CO2) atmosférico», explicó, atendiendo a «una necesidad cada vez mayor para salvar nuestro planeta».

De esta forma, en julio, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación celebró el 29 aniversario de la primera reserva almeriense decretada en 1995, la del Cabo de Gata, a la que le seguiría dos años más tarde y en agosto, la designación de otra área protegida en Alborán. Casi tres décadas acotando estos dos lugares que «generan unas condiciones medioambientales excepcionales» porque «fijan el suelo, la arena sumergida, para que puedan habitar diferentes especies en su entorno», como estimó Pérez Sola.

Una figura de protección que «nos permite tener esas aguas turquesas y transparentes en la provincia, símbolo de ecosistemas sanos» y reclamo cada verano de bañistas y visitantes, porque «son espacios almerienses únicos en el mundo».

Una riqueza natural que deja presencia de algas rojas, en ocasiones con hasta cinco metros de longitud. Coralígeno, coral rojo y vastos bosques de laminarias. Especies de interés para su conservación, entre las que destacan el coral anaranjado o el gasterópodo «Dendropoma petraeum» que forma, junto al alga calcárea «Neogoniolithon brassica-florida», una estructura rígida denominada arrecife de vermétidos en Cabo de Gata, similar a la de los arrecifes coralinos tropicales. Entre eellos, se mueven amplias poblaciones de cetáceos y tortugas, tanto residentes como de paso, al construir la única vía marítima en el viaje de especies migratorias.

Reservas marinas y hogar de una fauna de amplio interés, también gastronómico: con el mero, el pargo, la brótola de roca, la gallineta o la langosta común, en Alborán, con presencia de la lubina, el salmonete y otras especies pelágicas como la lecha y algunos túnidos en Cabo de Gata. Junto a moluscos como la chirla y cefalópodos como el pulpo, la jibia o sepia y el calamar, son un importante recurso porque se permite desarrollar una pesca artesanal como actividad troncal, para regenerar el recurso pesquero y mantener las pesquerías tradicionales de la zona.

Además, estas reservas marinas permiten actividades recreativas como el buceo, pero siempre bajo las premisas de uso público responsable y de calidad, dirigido a la seguridad ambiental. De hecho, «la poca antropización» y «la ausencia de acción humana» en estos espacios singulares protegidos, supone para los ecologistas «su principal riesgo», ya que «es muy atractivo para los intereses urbanísticos y especulativos», porque «hay presiones por colonizar los últimos lugares vírgenes de nuestras costas», lamentó Pérez Sola. «Ahí está el Algarrobico y lo que quieren hacer ahora con la rehabilitación de cortijos en el Cabo de Gata». sentenció.

No obstante, la acción humana no es la única amenaza a las praderas de posidonia almerienses, con un calentamiento de las aguas que ha superado el grado centígrado en un período inferior a los diez años y con picos de temperatura asociados a las olas de calor que ofrecen una tendencia aún más grave. Los expertos observan con preocupación una tendencia ascendente desde el año 2016.