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Medio ambiente

Las Salinas de Cabo de Gata recuperan su ecosistema

La reparación del túnel que las dota de agua ha permitido que regresen las aves a este humedal

Las Salinas de Cabo de Gata La Razón

El ecosistema artificial de Las Salinas, en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, ha recuperado la imagen habitual de sus charcas tras varios meses de desecación en los que miles de aves tuvieron que buscar alternativas de parada en su largo viaje por Europa. Ha sido necesario un tiempo desde que el pasado mes de diciembre terminaran las obras de reparación del túnel que inyecta agua del mar, para que el conocido enclave muestre un "actividad biológica normal", como ha valorado Antonio Hermosa, presidente de la Asociación Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.

Sin embargo, fue la actividad salinera la que dio lugar “hace siglos” a este ecosistema de alto valor medioambiental, por lo que desde este colectivo “sabemos que la explotación del espacio corresponde a una empresa privada, pero no podemos entender que la viabilidad del humedal dependa de la fluctuación de los precios de la sal”. Así, desde Amigos del Parque esperan “que se cumplan los compromisos adquiridos para la conservación de la laguna” y que “se firmen nuevos convenios por parte de la Administración para asegurar la existencia permanente de Las Salinas”. No obstante, solucionado ya “el desastre del año pasado”, Hermosa asegura que “estamos satisfechos por las mejoras y drenajes realizados por el Grupo Salins”, y manifiesta su alegría por “la llegada de miles de aves que pueden parar y alimentarse aquí otra vez, más ahora con estos tiempos graves de sequía”.

Y es que, si bien esta y otras organizaciones ecologistas de la provincia han valorado “positivamente” la inversión de la Junta de Andalucía de un millón de euros para la recuperación de las emblemáticas charcas del Cabo de Gata, así como la llegada de nuevos proyectos científicos y de investigación; el retorno tan inmediato de muchos ejemplares de aves tiene también el claro trasfondo de la falta de lluvias. Como ha explicado el vicepresidente del Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM), Antonio Fernández, “las lagunas del interior se están quedando completamente secas y sabemos que muchos flamencos que alcanzaban la laguna de Fuente de la Piedra, en Málaga, están yendo hacia Doñana o viniendo hacia aquí”.

Se describe una situación similar de sequía en hábitats como los de las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real, por lo que “muchas aves buscan alternativas en los humedales litorales de Almería, llegando también a Las Salinas e incrementando, incluso, su presencia habitual” en algunos casos. De hecho, uno de los comportamientos que más ha llamado la atención del GEM en este proceso es “la presencia de nidos y puesta de huevos de especies que antes solo estaban de paso”, junto a “un asentamiento más pronunciado de aves migratorias” que siguen adaptándose a los cambios que presenta la geografía que atraviesan en su desplazamiento.

Ya hay informes que datan en más de dos mil los ejemplares que pasaron por las charcas del Cabo de Gata durante el pasado mes de abril, lo que supondría la mejor cifra de los últimos 14 años de registros de “flamencos, gacetas, correlimos” y otras especies. Antonio Fernández recuerda, también, que “no solo se están refugiando aquí en busca de comida, sino que vemos el mismo fenómeno en otros humedales que tenemos repartidos por toda la provincia”.

De hecho, el biólogo Emilio González, presidente de la Sociedad para el Estudio y Recuperación de la Biodiversidad Almeriense (Serbal), ha recordado que Las Salinas “son la estampa icónica de Almería, para el turismo y para la foto con los flamencos, pero no dejan de ser artificiales”. De esta forma, aunque entiende que “está bien que saltaran las alarmas ante el riesgo de su desaparición y hay que protegerlas”, ha puntualizado que “no debemos olvidar que nuestra provincia alberga otros espacios que merecen atención como reservas de fauna y flora, como Punta Entinas Sabinar o las albuferas de Adra”.

Una reivindicación en la que destaca como ejemplo una salina temporal, la Rivera de la Algaida de Roquetas de Mar, que “aparece y desaparece, dependiendo de diversos factores”, que “puede tener agua cuatro o cinco años en una década”, pero que ya está registrada en el Inventario Andaluz de Humedales debido a la labor naturalista de Serbal. “El potencial biológico de este terreno en periodos en los que se mantiene seco, es como un concentrado de organismos”, ha señalado González, que explica con la comparación de “un Yatekomo o sopa deshidratada que en cuanto recibe agua se convierte en alimento” este espacio a estudiantes que lo visitan y “que empiezan a comprender su valor, para evitar alteraciones del terreno o pretensiones urbanísticas”.

Si bien otros humedales litorales almerienses acogen incluso un mayor número de especies migratorias, con el regreso del agua y las aves a Las Salinas han vuelto también los turistas a los miradores y, con ello, la normalidad al propio Parque Natural.

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