
Sociedad
La nueva vida de carruajes históricos gracias a la pasión de un empresario sevillano
Una finca de la localidad de Utrera esconde en sus instalaciones un curioso museo
Una finca de la localidad sevillana de Utrera esconde en sus instalaciones un curioso museo, que reúne carruajes de distintas épocas y usos, entre ellos, el fabricado en 1814 para Luis Felipe I de Orleans, el último rey de Francia, y que terminó en manos del propietario de las instalaciones, Miguel Gallego.
Han sido varios los avatares del destino para que esta joya de su estilo de principios del siglo XIX haya sido restaurada para llegar a ser parte de una llamativa colección, tras ser fabricado en la factoría de C.L. Birch, en una época en la que Londres era el centro de referencia en la construcción de carruajes, abasteciendo a la aristocracia británica y europea con vehículos que combinaban funcionalidad, elegancia y prestigio.
Una serie de acontecimientos hicieron que fuese donado a la la Archicofradía Sacramental de Pasión de Sevilla por los duques de Montpensier, nietos del monarca, y que llegase a estar en el desaparecido Museo de Carruajes de Sevilla, hasta que la pasión de Miguel Gallego por este tipo de vehículos hizo que cayese en sus manos y realizase su restauración.
De hecho, aunque destaca entre el resto de los carruajes expuestos, lo cierto es que cada pieza que se puede ver en este alojamiento rural tiene su propia historia, y han llegado hasta su actual emplazamiento en mejor o peor estado, hasta ser objeto de un trabajo artesano que llega a durar hasta un año por vehículo hasta dejarlos en el estado en el que estaban cuando salieron de la fábrica.
Una afición elevada a pasión
José Luis Díez de la Cortina es el gerente del complejo rural ‘Hacienda de Oraán’, situado a 16 kilómetros del casco urbano de Utrera, y explica a EFE que el propietario de las instalaciones “es muy aficionado al mundo del enganche, con sus inicios con la competición, ya no solamente en coches tradicionales como son estos”.
“A medida que ha ido pasando el tiempo, debido a su 'hobby' y a su pasión por los coches de caballos, ha ido comprando y coleccionando y restaurando estos coches que hoy día tenemos aquí”, señala Díez de la Cortina, que recuerda que el carruaje de Luis Felipe I de Orleans lo cedió en su día la Hermandad de Pasión al Museo de Carruajes de Sevilla, y fue entonces cuando le encargaron a Miguel Gallego su restauración.
Se recuperó así el vehículo conocido como 'La Couronne num. 1', que antes de llegar al Museo de Carruajes estuvo en el Apeadero del Real Alcázar de Sevilla, hasta que en 2021 llegó a la finca de Utrera, y se le encargó el trabajo de devolverle todo su esplendor a los especialistas de Dorantes Harness, que tardaron dos años en dejarlo como nuevo.
Según el gerente de la hacienda que el carruaje es “un símbolo del vínculo entre el esplendor de la realeza y la devoción cofrade de Andalucía”, y, de hecho, no solo es uno de los carruajes que más llaman la atención en el museo, sino que está situado justo en la entrada, nada más atravesar las enormes puertas de madera que dan acceso desde el patio principal.
Subastas, ventas o contactos directos
En el museo hay modelos de varios tipos y años, que se consiguen “en subastas, o directamente se compran”, además de que hay “gente que es aficionada y va llamando, y le dicen que hay un coche en tal sitio y que está a la venta”, con lo que, “si cuadra y está dentro un poco de su idea, lo compra y lo restaura, y después lo trae para acá” y se incorpora a la colección.
Y por eso, precisamente, no solo hay carruajes que han dotado de esplendor a quienes los han usado, sino que en los soportales exteriores del patio espera a ser restaurado, junto a dos más, un modesto vehículo fúnebre del siglo XIX, que quiere, paradojas del destino, volver a tener una nueva vida en este rincón de Andalucía.
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