Paraísos

Estos son los tres preciosos pueblos marineros que te robarán el corazón en Asturias

De punta a punta, si los visitas conseguirás empaparte de la belleza más inmensa de la costa asturiana

Estos son los tres preciosos pueblos marineros que te robarán el corazón en Asturias
Estos son los tres preciosos pueblos marineros que te robarán el corazón en Asturiasistockphoto.com

Asturias es tierra de contrastes: donde el verde de la montaña se funde con el azul del Cantábrico y cada rincón parece sacado de una postal. Si estás planeando una escapada al norte, hay tres villas marineras que deberías marcar en rojo en tu mapa. Auténticas joyas costeras que combinan historia, sabor y paisajes de ensueño. ¿Preparado para enamorarte?

Nuestra ruta comienza en el oriente asturiano, en una de las localidades más emblemáticas del litoral: Ribadesella. Esta villa marinera lo tiene todo. Un casco histórico con callejuelas empedradas y casitas de colores que parecen contar historias al pasar; un paseo marítimo de los más bonitos de Asturias; y una ermita, la de la Guía, que corona el acantilado y regala unas vistas que quitan el aliento.

Ribadesella es también indiana y prehistórica. En sus calles se respira el aire elegante de los que un día emigraron a América y regresaron con sueños cumplidos. Balcones en voladizo, galerías acristaladas y áticos abuhardillados forman parte del encanto arquitectónico de esta localidad, por la que también discurre el Camino de Santiago de la Costa. Y lo mejor: es una villa llana, perfecta para recorrer a pie, en bici o incluso a caballo por la playa.

Si sigues el litoral hacia el centro, te toparás con Tazones, un pueblo que parece detenido en el tiempo. Es diminuto, sí, pero cada rincón tiene magia. Las casas colgadas sobre el mar, las calles estrechas, y los restaurantes que huelen a mar desde que amanece hasta que cae la noche. Eso sí: reserva antes de ir, porque la fama de sus pescados de roca y oricios traspasa fronteras.

Pero Tazones no solo alimenta el estómago, también la imaginación. En 1517, el joven Carlos V, con apenas 17 años, desembarcó aquí tras una tempestad que desvió su rumbo desde Flandes. Desde entonces, cada verano, el pueblo revive ese momento con la fiesta de San Roquín: trajes de época, recreaciones históricas y una comunidad entera volcada en recordar su historia.

Nuestra última parada nos lleva al occidente, a Viavélez, en el concejo de El Franco., el puerto más pequeños del Occidente de Asturias, Aquí no hay multitudes, ni grandes avenidas, solo un puerto coqueto y literario donde las lanchas de los pescadores siguen saliendo a faenar con las primeras luces del día.

Viavélez es un poema en piedra y sal. Un rincón íntimo, lleno de autenticidad, que conserva intacta la esencia marinera. Es fácil perderse en su silencio y en el vaivén del mar, y dejar que el tiempo simplemente pase.

Estas tres villas marineras no necesitan filtros ni fuegos artificiales para enamorar. Solo hay que estar allí, respirar hondo y dejar que el Cantábrico haga su magia. Porque si hay algo seguro es que, después de visitarlas, una parte de ti siempre querrá quedarse.