Medio Ambiente

Cocoon, una caja de cartón libre de riego para reforestar el Mediterráneo

Acaba de arrancar el proyecto europeo Green Link que pretende dar nueva vida a suelos degradados en varios países del viejo continente. Gracias a estas estructuras de ocho euros, se van a plantar 22.800 especies en 60 hectáreas. Las macetas sólo necesitan 25 litros de agua y un hilo para garantizar la supervivencia de las especies elegidas

Cocoon, una caja de cartón libre de riego para reforestar el Mediterráneo
Cocoon, una caja de cartón libre de riego para reforestar el Mediterráneolarazon

Acaba de arrancar el proyecto europeo Green Link que pretende dar nueva vida a suelos degradados en varios países del viejo continente

Actualmente se calcula que unas 2.000 millones de hectáreas del planeta corresponden a suelos degradados. Las cada vez más frecuentes inundaciones, las largas sequías, las olas de calor, la variabilidad de flujos fluviales, las subidas de temperatura y la escasez de lluvias tienen consecuencias devastadoras sobre la fauna y flora local. Estos fenómenos incrementan el riesgo de desertificación e incendios, sobre todo en aquéllas zonas donde la escasez de agua es ya preocupante. El Mediterráneo es una de las zonas más vulnerables al calentamiento global, y es por ello, para adaptar el suelo a sus consecuencias de estos fenómenos que acaba de arrancar Green Link. Este proyecto Life pretende sustituir las técnicas de irrigación tradicionales con un método innovador; un «cocoon» o cubo de agua o lo que es lo mismo, una caja de cartón cien por cien biodegradable que «cuesta menos de ocho euros, frente a su versión anterior en plástico, que salía por unos 15-20 euros», explica Katherine Franco, consultora de Volterra, empresa participante en Green Link. El invento ha sido desarrollado por la empresa Land Life, aunque en este proyecto intervienen un conglomerado de firmas e instituciones europeas como el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), el Cabildo de Gran Canaria, el Centro de Investigaciones sobre Desertificación del CSIC, el Centro Andaluz para la evaluación y Seguimiento del Cambio Climático y las empresas Volterra y Biopolar, entre otros.

Año y medio

El cocoon se rellena con 25 litros de agua que ayudarán a la planta a sobrevivir durante los periodos más difíciles, en los primeros meses de vida y cuando lleguen las estaciones secas. La ventaja es que la planta o árbol no necesitará de irrigación adicional durante el resto de su vida. «Alrededor de un 90 por ciento de los árboles que ponemos, llegan a vivir el primer año», explica Luis Vayesteros, agricultor de Guadalajara, participante en el proyecto.

La planta se instala en el centro de la caja. Una especie de hilo la conecta con las raíces asegurando de esta manera su correcta humedad. Además, algunos de los ejemplares cuentan con un añadido de micorrizas en sus raíces, es decir, que se les inocula una «mezcla» hongos y bacterias que ayudan a las plantitas a obtener y conservar los nutrientes adecuados para su crecimiento. Además, la estructura está cubierta con una película de cera impregnada de ingredientes naturales como el ajo que repelen a animales como los jabalíes que se acercan a beber. Se necesitan 400 cajas de agua por hectárea, aunque en un año y medio se habrán degradado totalmente.

Gracias a este sistema se han empezado a replantar seis zonas de Europa: Gran Canaria, Almería, Tous yJijona en Valencia, Teia y el Bruc en Cataluña, además de la región de Calabria en Italia y la parte norte de Grecia. Concretamente se van a hacer dos plantaciones, una de cinco hectáreas por área ahora en otoño y una segunda, de otras tantas hectáreas en abril de 2017. Esto hace un total de 22.800 nuevas plantas de diferentes especies en unas 60 hectáreas. «Se han escogido la mitad de plantas autóctonas, aunque se va a ensayar implantando otra mitad de variedades típicas de regiones más al sur para adelantarnos al calentamiento global. Muchos terrenos estaban abandonados, así que se ha contactado a los agricultores y las autoridades públicas para pedirles colaboración, ya que se van plantar especies frutales, arbustos, incluso trufas, almendros. Nada de monocultivos porque se trata de restaurar, así que como mínimo habrá cuatro o cinco especies por zona. Además, de esta manera, se analizarán los impactos sociales y económicos que comportará el proyecto a esas áreas ahora sin uso», matiza Franco.

Una vez concluidas las plantaciones y hasta 2020, año en el que concluye este proyecto, se van a realizar diferentes controles. El Creaf se encargará de observar y analizar lo que sucede desde el aire, controlando la tasa se supervivencia de las plantas o el volumen de CO2 que son capaces de capturar. Y es que cada plantación cuenta con una zona reservada para comparar el método usado en Green Link con los procedimientos de la agricultura tradicional, también en cuanto a riego. El centro del CSIC, por su parte, asume el control del subsuelo, de manera que observará la degradación del cocoon, los valores de fertilidad, la situación de las micorrizas, o el CO2 que se está capturando.

Lo que sí se prevé, además de la supervivencia del 90 por ciento de las especies seleccionadas, es un ahorro del 50 por ciento para los cultivadores, la mejora de la calidad del suelo al menos en un 20 por ciento debido a la mayor capacidad de retención de agua y al uso de las micorrizas y el incremento de la biodiversidad en torno al 15 por ciento.

El proyecto acaba de comenzar y ya cuenta con agentes replicadores, es decir, organismos como la ONG Acciónatura que se han sumado de forma desinteresada a la reforestación, en este caso con dos hectáreas de terreno.