Alcalá de Henares
La red renovable de calor urbano de Alcalá de Henares dará servicio a 100.000 vecinos
En 2019 comenzarán las obras de este sistema de calefacción alimentado por energía solar y biomasa con el que se ahorrarán 40.000 toneladas de CO2
En 2019 comenzarán las obras de este sistema de calefacción alimentado por energía solar y biomasa con el que se ahorrarán 40.000 toneladas de CO2
Bajo el nombre de Alcaláeco Energías, se está instalando en la ciudad una solución de «District Heating» (red de calor urbana) enganchado a renovables con el que se pretende reducir las emisiones de CO2. De esta forma Alcalá quiere alinearse a los objetivos de la Cumbre de París y los de la ONU de sacar los combustibles fósiles de las ciudades. «Muchas de las salas de caldera de la ciudad son de gasóleo y gas, pero también quedan algunas de carbón. El proyecto sustituirá unas 150 de propietarios particulares y otras 300 de oficinas. En total de los 200.000 habitantes de Alcalá de Henares, al final se beneficiarán del proyecto térmico renovable unos 100.000 habitantes, la mitad de la población. Hay que tener en cuenta que el mayor gasto de las casas es el térmico, es decir, el de la calefacción», explica Teo López, director general de Alcalá District Heating de la compañía Apricot Ingeniería.
Las fuentes de producción de calor para la ciudad serán dos. Por un lado, una planta de energía solar térmica de concentración y, por otro, una central de biomasa. «Es precisamente este detalle lo que convierte la red de Alcalá en diferente. Las redes de calor urbano son bastante habituales en el resto de Europa, no tanto en España –de hecho, en el continente existen aproximadamente 10.000 redes y en España no hay más que 20-30–, pero todas están servidas por combustibles fósiles. Sin ir más lejos y por poner un ejemplo, el 95% de los habitantes de Copenhague están conectados a la red de calor de la ciudad», matiza López.
En cuanto a la central solar se trata de una planta que se situará a las afueras de Alcalá y ocupará una superficie de tres hectáreas. Iniciará su andadura con una potencia térmica de 12 MW, «no es mucho, pero suficiente para generar agua caliente. Sin embargo, es probable que se amplía hasta doblar su capacidad», continúa López. El tipo de paneles elegido para esta instalación es de cilindro parabólico porque gracias a ellos se puede obtener agua a una temperatura de 100-200ºC, mientras que los paneles planos no consiguen una temperatura del agua por encima de los 80ºC.
Grosso modo, el funcionamiento del sistema es el siguiente: el sol calienta los cilindros parabólicos de los paneles solares para después trasferir dicha energía a un tanque de almacenamiento con sales que se solidifican y retienen el calor hasta que sea necesario soltarlo a la red de tuberías de agua de la ciudad; dicho tanque tienen una capacidad de almacenamiento de 1.000 m3. En el peor de los escenarios (no hay sol ni biomasa) este almacén daría servicio de calefacción a los ciudadanos durante dos días.
La otra fuente de calor prevista es una central de biomasa de 80 MW en las que se quemará los residuos provenientes de las 4.000 toneladas de poda que se generan en la ciudad cada año. Gracias a esta central se asegura la disponibilidad de agua caliente para el circuito cuando el sol no produzca lo suficiente a través de la otra planta. Dicha central de biomasa cuenta, además, con cinco calderas que permiten aumentar –o no– la producción en función de la demanda, y una de ellas se puede alimentar con gas si fuera necesario.
La energía obtenida en forma de agua caliente se distribuye a las casas y oficinas conectadas a esta red a través de tuberías. Para entender el sistema baste pensar en las calefacciones centrales de algunas casas, sólo que en este caso alimentará las calefacciones de media ciudad y, además disminuirá las emisiones. Los responsables calculan que se evitarán 40.000 toneladas de CO2 anuales. En cuanto a las facturas, creen que el ahorro para las familias rondará un 25-30% respecto al gasóleo y un 10-15% respecto al gas natural.
El proyecto se encuentra ahora mismo en su primera fase, aunque se espera empezar las obras en 2019. «Cabe destacar la apuesta decidida de la corporación municipal de Alcalá de Henares para transformar el modelo energético de la ciudad y convertirla en icono y referencia del cambio de paradigma energético que nos reclama la ONU y la Unión Europea», destaca el responsable de Apricot Ingeniería. Además del proyecto de Alcalá, la firma cuenta con proyectos similares para cambiar el modelo energético de Brunete, San Sebastián de los Reyes, Fuenlabrada, Guadarrama, e incluso de la ciudad de Madrid. Sólo en esta metrópoli se podría reducir cerca de un millón de toneladas CO2, con un «district heating» que suministrara energía térmica renovable sólo al 20% de las viviendas «Este proyecto reduciría la contaminación como ninguna otra medida de las existentes en la actualidad», declara López.
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