Instituto Cervantes
Pantoja: China siglo XVII
Este año se conmemora el 400 aniversario de la muerte del gran sinólogo español Diego de Pantoja, colega inseparable de su superior en la Compañía de Jesús, Matteo Ricci, y gran mentor de la civilización china en el siglo XVII.
Natural del pueblo de Valdemoro, en la provincia de Madrid, Diego de Pantoja es uno de los máximos exponentes de nuestra presencia en el hoy más poblado país del mundo. Y hace muy pocos días tuvimos ocasión, en el Instituto Cervantes, de escuchar palabras muy directas sobre el tema, del propio Director del centro, José Manuel Bonet, el Embajador de China Liu Fan, y nuestra decisiva Directora del Instituto Cervantes en Pekín, Inmaculada González Puy. Amén del Alcalde de Valdemoro, Serafín Faraldos. Todo comenzó en 1601, cuando a Pekín llegaron los dos jesuitas, para fundar una misión. Desde la cual, ambos, ya expertos en la lengua y la cultura del país, trabajaron muy activamente en la difusión del cristianismo, manteniendo una vasta correspondencia con intelectuales europeos. Pantoja fue autor de traducciones al latín de las obras de Confucio, que desataron en Europa la moda de las «chinoiseries», que sirvieron de inspiración a pensadores de la talla de Voltaire, Leibniz y Montesquieu. En su primera visita al emperador Wan Li, de la Dinastía Ming, Ricci le presentó un lienzo al óleo de Venecia; y Pantoja un grabado del monasterio de El Escorial. Los sucesores de Ricci y Pantoja, reacios al sincretismo cristiano/confucionista, se enajenaron la amistad del emperador en Pekín; con la expulsión de los jesuitas de sus reinos. Fue la polémica que se conoció como «la cuestión de los ritos», una controversia nefasta, que retrasó por centurias la relación eurochina. Con todo lo que siguió de la penetración británica y de otros países en el Celeste Imperio, durante el «siglo de la ignominia»: desde la primera guerra del opio (1839), hasta la creación de la República Popular China (1949).
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