Ciencia
Supervolcanes bajo presión
Son 28 calderas tan grandes que de verificarse una gran erupción cambiarían el clima de la Tierra. Además, dos de ellas se encuentran cerca de grandes núcleos de población. A pesar de la alarma creada a raíz de una publicación científica, la más cercana a nosotros, los Campos Flegreos en Italia, está muy lejos de entrar en erupción
Son 28 calderas tan grandes que de verificarse una gran erupción cambiarían el clima de la Tierra. Además, dos de ellas se encuentran cerca de grandes núcleos de población
Magmas que se descomprimen, alteraciones en la vía de desgasificación y algún tecnicismo más hicieron saltar las alarmas hace unos días en toda Europa ante lo que parecía iba a convertirse en la amenaza natural más destructiva e inminente de 2017. La publicación en Nature Communications sobre el punto crítico de los Campos Flegreos, un volcán mucho más grande que el Vesubio, ha merecido más alarma por parte de los medios que de los científicos. Para añadirle más leña al tema, una posible erupción de esta caldera –denominación científica de este área de 12 km de largo–, afectaría a unos 500.000 habitantes.
No es la primera vez que se crea una alerta similar. El año pasado un estudio americano hizo publico el tamaño real del supervolcán de Yellowstone, el mayor del mundo. Su reserva de lava podría cubrir once veces todo el Cañón del Colorado por no hablar de que una hipotética erupción cubriría el cielo de todo Estados Unidos de ceniza.Pero, ¿qué son estos supervolcanes? ¿Estamos en peligro de asistir a alguna erupción? ¿De producirse, qué consecuencias tendría en el clima? Como en el caso de los Campos Flegreos «se trata de volcanes capaces de producir una erupción que arrojaría entre 100 y 1000 km3 de material piroclástico (cualquier fragmento sólido de material volcánico expulsado al aire durante una erupción explosiva). El volumen de piroclastos que arroja la mayor parte de las erupciones explosivas (tipo pliniana) se encuentra entre uno y 10 km3. En el caso de la erupción del Vesubio (79 A.D.), que destruyó la ciudad de Pompeya, el volumen de piroclastos arrojado fue alrededor de 2 km3. En el caso del Teide, su última erupción explosiva tuvo lugar hace 2.000 años y arrojó un volumen de piroclastos del orden de 0,25 km3. La erupción volcánica que originó la formación de la caldera de Campos Flegreos tuvo lugar hace aproximadamente 40.000 años siendo el volumen de material piroclástico arrojado del orden de los 150 km3», explica Nemesio M. Pérez, coordinador Científico del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan).
Existen en el mundo un total de 28 supervolcanes. «Se encuentran localizados en la frontera de China-Corea del Norte, Italia, Grecia, Japón , EE UU, Indonesia, Nueva Zelanda, península de Kamtchacka (Rusia), Guatemala, Argentina, Chile y Bolivia. Algunos de ellos se encuentran en lugares densamente poblados como es el caso de la caldera Campos Flegreos (Italia), dónde se sitúa la ciudad de Nápoles y su área metropolitana con alrededor de tres millones de habitantes, y la caldera Aira (Japón) en la provincia japonesa de Kagoshima dónde residen 1,6 millones de habitantes», especifica Luca D’Auria, director del Área de Vigilancia Volcánica de Involcan.
Cada uno de estos supervolcanes se encuentran vigilado a través de redes instrumentales permanentes capaces de registrar parámetros como la sismicidad, la deformación del terreno y las emanaciones de gases volcánicos las 24 horas del día todo el año. «El punto clave de la publicación en la revista Nature es que por primera vez se ha definido el concepto de presión crítica. Muy relevante desde el punto de vista teórico pero no significa que vaya a haber una explosión ni mucho menos. Es más si se superase este punto crítico, del cual estamos muy lejos, no tendría por qué producirse una erupción. Esa es sólo una de las dos posibilidades; la otra es que el volcán se estabilice sin más. Ahora mismo el sistema no está en el punto de presión crítica», explica Francesca Bianco, doctora del Observatorio Vesubiano del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia. Pérez concuerda: «Es importante resaltar que es más probable que la próxima erupción en los Campos Flegreos no sea una supererupción, dado que lo más frecuentes en los supervolcanes son erupciones con un volumen de emisión de pircoclastos inferior a 1 km3. Los eventos pequeños son mucho más frecuentes en los sistemas naturales.
Sí se han detectado pequeños cambios en el interior de la caldera, como resalta la publicación. «Las tres fumarolas de la caldera presentan alteraciones en su composición bioquímica. Tanto el anhídrido carbónico como el monóxido de carbono han aumentado, al igual que lo ha hecho la temperatura interior que ha subido cinco grados. Aun así nos encontramos en el segundo nivel de alarma de cuatro que se han establecido junto a Protección Civil. La última erupción que tuvo lugar en los Campos fue en 1538 y estuvo precedida de señales durante años. Eso lo sabemos por las crónicas. En esa última ocasión se constató una subida del terreno de siete metros y varios terremotos. En 1982, la tierra se levantó un metro y 10 centímetros en tan sólo dos años. Nuevamente y desde 2005 se viene verificando una subida del terreno, pero de tan sólo 45 cm en diez años. Es muy poquito con respecto a la de los años 82-84 y aquella vez no hubo erupción final. También se han cuantificarlo diversos terremotos de magnitudes muy pequeñas, alrededor de los 2,7 grados. El último a mitad del mes de diciembre fue tan pequeño que estuvo al límite de lo detectable», detalla Bianco.
Tranquilidad
Además de la cercanía a la población en el caso italiano, lo que preocupa es que se llegara a verificar una supererupción en éste u otro punto del globo, las consecuencias podrían afectar al clima. «Se cree que la erupción que creó los Campos Flegreos fue la responsable de la desaparición de los Neandertales en Europa. Una erupción volcánica capaz de arrojar un volumen de piroclastos alrededor de los 100 km3 como la del Tambora (Indonesia) de 1815 puede cambiar el clima terrestre. Esta erupción contribuyó a que bajara la temperatura global y algunos expertos creen este enfriamiento global fue la causa de la pérdida de cosechas en Europa y Norteamérica. De hecho el 1816, un año después de la erupción del Tambora, fue conocido como el “Año sin Verano”. Erupciones capaces de arrojar volúmenes de piroclastos mayores que el de Tambora podrían contribuir al descenso de la temperatura global durante muchos años con consecuencias impredecibles. Aparte, una de las dificultades de la monitorización de los supervolcanes es la presencia de importantes sistemas hidrotermales, reservorios de agua caliente en el subsuelo, asociados a estos que hacen mucho más difícil la interpretación de señales premonitorias de una erupción», explica Pérez.
Desde el Observatorio del Vesubio afirman que probablemente la caldera de Campos Flegreos sea el volcán más monitorizado del mundo: «Contamos con sistemas que controlan constantemente lo que sucede sobre el terreno; entre ellos hay instaladas hasta 50 estaciones sísmicas digitales y un antena que estudia las señales volcánicas y que hasta el momento no ha monitorizado ningún movimiento. Contamos también con estaciones que miden lo que ocurre en el mar y controlan las mareas; hay una red térmica de infrarrojos que miden la temperatura en los tres puntos, además de las mencionadas estaciones bioquímicas», detalla Bianco.
✕
Accede a tu cuenta para comentar