Investigación científica

Alergias: más tempranas, más severas y más prolongadas

La temporada de alergias ha arrancado este año antes de tiempo. Además, será más duradera y puede que más intensa para los ocho millones de afectados por culpa de un factor inesperado: el cambio climático. Por si fuera poco, especies de plantas poco agresivas hasta ahora ocasionarán más daño por el calor

Alergias: más tempranas, más severas y más prolongadas
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La temporada de alergias ha arrancado este año antes de tiempo. Además, será más duradera y puede que más intensa para los ocho millones de afectados por culpa de un factor inesperado: el cambio climático

Tras un otoño y un invierno más secos de lo normal, este año los alérgicos quizás puedan tener un respiro. Con un media de lluvias inferior de al menos un 10 por ciento de media, los especialistas auguran una primavera de intensidad moderada, aunque estas previsiones pueden torcerse por culpa de la polución y de la meteorolgía de los próximos meses. Como apunta Ángel Moral de Gregorio, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), «el año hidrológico ha tenido un pluviosidad de 318 mm de media, cuando en los últimos 30 años era de 355 mm. Cabe destacar que en algunas zonas ha descendido un 25 por ciento, como Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid. E incluso más de la mitad en Murcia, Cataluña y Valencia».

Sin embargo, no hay que bajar la guardia, ya que no sólo las lluvias ya caídas van a marcar el futuro, sino que el calentamiento global, la polución en las ciudades y la pluviosidad en los meses venideros van a marcar realmente el sufrimiento de los ocho millones de españoles que han de enfrentarse en estos meses a las gramíneas, el olivo, a las chenopodiaceas, al plátano de sombra y a la parietaria. «La situación del otoño pasado nos lleva a pensar en una primavera moderada a intensa», apunta Javier Subiza Garrido Lestache, alergólogo y miembro del Comité de Aerobiología de la Seaic. Aunque también se debe tener en cuenta que «las condiciones climátológicas inmediatas a la polinización, estas semanas de atrás, ha habido un repunte de la pluviosidad, y esto también influye de forma negativa para los alérgicos, ya que hará que la intensidad prevista no sea tan exigua», explica Carlos Colas, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza.

El aumento de la temperatura también es un factor a tener en cuenta, que lleva a las plantas a alterar su ciclo vital, ya que empiezan a polinizar antes de tiempo y en ocasiones esa polinización se alarga en el tiempo. «Así, el pasado mes de diciembre la temperatura media fue dos grados superior a la media de los últimos años, de 8º a 10ºC y este enero también superó en 2,3ºC la media, alcanzando los 9,5ºC», apunta Subiza.

Cambios tangibles

Las enfermedades alérgicas asociadas a los pólenes ya no son como hace unos años por el cambio climático. Este fenómeno desencadena una serie de alteraciones en la flora que afecta al ser humano. Cabe destacar que ahora pólenes que pasaban más desapercibidos, cobran más relevancia. Mayte Villalba Díaz, catedrática de la Facultad de Química de la Universidad Complutense de Madrid, explica este concepto: «La familia Amaranthaceae se compone de alrededor de 180 géneros y 2500 especies vegetales. En los últimos años, el polen de estas malezas está adquiriendo una relevancia cada vez mayor como inductor de alergia, ya que estas plantas son capaces de colonizar rápidamente los suelos salinos y áridos de zonas desertificadas. El polen de los géneros Chenopodium, Salsola y Amaranthus es el causante del mayor número de casos de polinosis asociados a la familia Amaranthaceae en países del sur de Europa, oeste de EE UU, y en las zonas semi-desérticas de Arabia Saudí, Kuwait o Irán. En España, el polen de Salsola kali es una de las causas más relevantes de polinosis junto con los pólenes de olivo y gramíneas».

José Manuel Zubeldía, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Gregorio Marañón, apunta que «la Salsola kali desencadena intensos casos de polinosis en pacientes que sufren rinoconjuntivitis y asma, sobre todo en la zona de Castilla-La Mancha, Murcia, Alicante y Aragón». Estas nuevas alergias, no se quedan aquí, ya que «se ha observado que existe y se da el caso del transporte de pólenes y esporas a través de masas de aire, como por ejemplo de ambrosia y haya en Cataluña, o de olivo y roble del norte de África en las islas Canarias», cuenta Zubeldía.

Para Colas, la Salsola kali tiene especial relevancia, «ya que es la segunda en importancia en Zaragoza, ya que tiene gran relevancia en las zonas más secas del Valle del Ebro y sureste». Esta especie y las demás de su familia, pese a polinizar de forma tradicional en verano, se ha observado que se está adelantando y que también se está expndiendo a nuevas zonas de la Península Ibérica con motiva del proceso de desertificación, «con lo que nos enfrentamos a una especie emergente», subraya Colas.

Subiza añade que «también estamos viendo cambios en el comportamiento de las cupresáceas». Este año la polinización de esta especie se ha adelantado un mes por las condiciones climatológicas –días de sol y elevadas temperaturas en enero y febrero–, y los expertos creen que se va a extender y «solapar con la floración del plátano de sombra que da comienzo ahora en marzo, y que también puede que tenga un periodo más extenso de lo normal», puntualiza Colas.

Este fenómeno también se ha observado a través de la floración de los almendros. «La polinosis de las cupresáceas coincide con esta especie, así que le puede servir de referencia a los pacientes, y cuando vean las flores de los almendros se preparen contra el polen de las arizónicas», apunta Moral del Gregorio. El presidente del Comité de Aerobiología de la Seaic añade que «justo esta especie es altamente alergénica porque sólo un ciprés de un tamaño medio, unos 2,5 metros de altura, puede producir más de 100.000 millones de pólenes en un año. Eso hace que cada vez haya más alérgicos». Esto está unido, además, a que el calentamiento global ha traído inviernos suaves al norte de Europa «lo que ha provocado que haya más alérgicos a las cupresáceas donde antes esta especie no polinizaba de forma tan intensa. Así, se dan más casos al norte de Francia e, incluso, Alemania», subraya Subiza.

Contaminación

La mano del hombre mucho tiene que ver en que se haya provocado, sin darse cuenta, él mismo las enfermedades alérgicas. La polución de las grandes urbes influye de forma dual en los humanos y en las plantas. «En las personas, se eleva la sensibilización de las vías respiratorias, ya que se incrementa el efecto irritante y se facilita la penetración de los pólenes en las vías aéreas», manifiesta Zubeldía.

Por otro lado, los pólenes se «defienden», se vuelven más agresivos, y «desarrollan lo que se denomina las proteínas de estrés. Las plantas modifican su fisiología en ambientes en los que predomine es SO2 (dióxido de azufre). También se da el caso, de que como las especies vegetales emplean el CO2 (dióxido de carbono) para crecer, su desarrollo es mayor por la elevada presencia de esta sustancia en el aire», explica Moral del Gregorio. Esto lleva a los especialistas a predecir que en 2040, como consecuencia de los gases invernadero, «la cantidad de pólenes se va a multiplicar por tres», añade el portavoz de la Seaic. Así, se ha observado cómo en la mitad del siglo XX «se dio el gran salto cualitativo, ya que se paso de apenas un dos por ciento de población con enfermedad alérgica a un 20 por ciento, en tan sólo 50 años, lo que debe suponer una alarma de salud pública. En la última década, sí que existe la percepción de que hay más niños y jóvenes afectados, pero el crecimiento no es tan intenso como el siglo pasado», explica Colas. Así, la cifra pasaría de un 20 a un 33 por ciento, como sugiere Zubeldía.

Todo ello se resume en que el paciente alérgico debe estar prevenido casi todo el año, «menos los meses de octubre y diciembre, de momento», apunta Moral del Gregorio, y tener en cuenta que las enfermedades alérgicas que atacan a las vías respiratorias ya no atienden a un calendario preestablecido, sino que ha de estar atento a los cambios «y pensar que puede sufrir un episodio casi a lo largo de todo el año, sufriendo una patología multiestacional. Con lo que si uno puede evitarlo, lo mejor es que los próximos meses en los que confluyen distintos pólenes –gramíneas, plátano de sombra y chenopodiaceas–, si uno puede se aleje y se vaya a una zona con playa», concluye Subiza. Así, mientras no se evite la plantación de árboles con un gran potencial alergénico, «como se está llevando a cabo en un proyecto en Zaragoza en el que de forma progresiva se destierre al plátano de sombra –donde la presencia es muy alta como en Barcelona–», cuenta Colas, al paciente sólo le queda acudir al especialista para prepararse y «armar» el botiquín.

Tratamientos eficaces: vacunas y fototerapia

Inmunoterapia. La vacunación antialérgica ayuda a disminuir la sintomatología y reduce la pérdida de productividad laboral y escolar. «Hay que señalar que sólo es efectiva aquella que se realiza de forma mantenida al menos durante tres años», explica el jefe de Servicio de Alergología del Hospital Universitario Gregorio Marañón. Además, subraya que «hay que saber que la vacunación no es efectiva cien por cien el primer año de vacunación, sino que se adquiere esa proteción con el tiempo. Ésta se mantiene y luego llega un momento en el que se va disminuyendo», apunta Zubledía. Por eso, aconseja la revacunación, ya que se emplearía en una menor dosis a modo de recuerdo.

Fototerapia. La Clínica Subiza es revolucionaria en la entrada en España en una técnica que ya es habitual en otros países de Europa, como Inglaterra. «Es un método sencillo y tan inocuo que lo pueden emplear las mujeres gestantes. Aunque esta abierto a cualquier persona», subraya el director de la clínica, Javier Subiza. Se emplean radiaciones electromagnéticas para el tratamiento de enfermedades de la piel, como el vitíligo, psoriasis y dermatitis atópica. «Los investigadores probaron esta técnica porque vieron que en otros procesos inmunológicos funcionaba», añade Subiza. El método produce localmente un efecto antiinflamatorio e inmunosupresor, ya que es capaz de destruir las células de la mucosa nasal involucradas en la reacción alérgica. Su único efecto secundario es la sequedad nasal.