Pacientes
La huellas del carcinoma basocelular
Las nuevas armas con este tumor cutáneo no buscan sólo la supervivencia del paciente, sino proporcionarle una mayor calidad de vida, dado que el coste emocional y físico es muy alto para los pacientes
Las nuevas armas con este tumor cutáneo no buscan sólo la supervivencia del paciente, sino proporcionarle una mayor calidad de vida, dado que el coste emocional y físico es muy alto para los pacientes
Perder la identidad por culpa del cáncer no resulta fácil. A la noticia de tener un tumor se suma la huella que éste deja, en la mayoría de los casos, en el rostro. El carcinoma basocelular es una neoplasia que se localiza en la piel, con frecuencia en el rostro, no es tan agresivo como su «compañero» el melanoma, pero roba la apaga la vida de los pacientes poco a poco. En España cada año se diagnostican entre 100 y 200 nuevos casos por cada 100.000 habitantes. Lo que lo convierte en un tumor frecuente, más que de otros tumores como los de mama o próstata, ya que en total hay unos 100.000 afectados en nuestro país.
Pedro Redondo, coordinador del Grupo Español de Dermatología Quirúrgica, Láser y Oncología Cutánea de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), lamenta que «sea un tumor que pasa desapercibido, porque su comportamiento no es tan agresivo, pero lo cierto es que si no se trata a largo plazo puede ser mortal. Hay que concienciar a la población de la importancia de las revisiones y los chequeos, sencillos y que detectan patologías de forma precoz». Este tipo de tumor tiene un crecimiento lento, y en casi un 95 por ciento de los casos está localizado y se consigue eliminar, «aunque según se haga la cirugía, podemos enfrentarnos a la posibilidad de tener que resecarlo en más de una ocasión por las recidivas», manifiesta Javier Medina, del Servicio de Oncología del Hospital Virgen de la Salud de Toledo.
Tarde y avanzado
En los casos, menos del cinco por ciento, en los que se detecta en una fase avanzada la situación ya es más complicada de resolver y los especialistas apuestan por dar más calidad de vida que tiempo de la misma. «Tenemos que valorar la edad que tiene el paciente y sus comorbilidades –otras patologías asociadas– que nos complican las posibilidades de tratamiento. A veces no es posible una cirugía o ésta es tan agresiva que no sólo no asegura la cura del paciente sino que le va a provocar un impacto considerable. Bien, optemos por un tratamiento que va a disminuir el tumor, que va a conseguir que el paciente viva mejor y se encuentre mejor», detalla Medina.
Optar por moléculas que ayuden a estos pacientes a sobrellevar la enfermedad resulta útil, «ya que el carcinoma basocelular en estadios avanzados constituye uno de los cánceres con mayor impacto psicológico. No sólo por la deformidad facial y lo que esto conlleva sino por las secuelas de la enfermedad que incluyen rechazo social, aislamiento, depresión, ansiedad...», subraya María Die Trill, directora de Atrium, Instituto de formación Psicooncológica. Por ello, Die Trill reclama que se dé este tipo de cobertura a los pacientes oncológicos y no se «dé por sentado que tienen que sufrir ansiedad y depresión por ‘‘todo lo que tiene encima’’, sino que se busquen herramientas para hacer frente a una situación que con el tiempo puede empeorar».
Hallazgos
Dentro del campo de la investigación oncológica, se están dando pasos clave para encontrar nuevas vías de tratamiento contra el carcinoma basocelular. Así, destaca la vía de señalización «hedgehog», que desempeña una importante función reguladora del crecimiento en los primeros años de vida, pero que pierde actividad en los adultos. «Hemos visto que esto tiene una repercusión que podemos aprovechar con el diseño de moléculas que consigan reactivar esta función y que permita luchar contra las células malignas. Hasta un 90 por ciento de los carcinomas tiene anómala esta vía metabólica», puntualiza Medina.
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