Pacientes
Linfoma folicular: de tumor incurable a crónico con opciones
Los avances terapéuticos dirigidos a estos pacientes, en los que el cáncer aparece sin aviso, elevan las posibilidades de supervivencia
Los avances terapéuticos dirigidos a estos pacientes, en los que el cáncer aparece sin aviso, elevan las posibilidades de supervivencia
Incurable. Es un término que los hematólogos intentan desterrar y en la mayoría de los tumores se encuentran muy cerca de conseguirlo. Uno, en concreto el linfoma folicular, ha conseguido dar un vuelco en los últimos diez años, que ha pasado de una supervivencia de menos de un lustro a una media de 18 años, una suma considerable si se tiene en cuenta que se detecta en edades avanzadas, sobre los 60 y 65 años. Para ahondar en este asunto la casa de LA RAZÓN acogió un café de redacción en el que se contó con la presencia de los principales actores en este tumor que profundizaron en las posibilidades terapéuticas actuales y en los abordajes existentes, así como las necesidades presentes y futuras. Para situar el cáncer que se abordó en la mesa hay que mencionar que nos encontramos ante un tumor indolente, esto es «que se detecta sin signos ni síntomas evidentes y en el momento del diagnóstico el linfoma folicular está extendido y avanzado. Es el segundo más frecuente entre los linfomas no Hodgkin y su crecimiento es lento», explicó Miguel Canales, jefe de sección de Hematología del Hospital Universitario La Paz de Madrid. Esto hace que su diagnóstico llegue en estadíos avanzados en personas que tienen entre 60 y 65 años con patologías asociadas, «lo que nos llevaba hace unos años a ser conservadores en el tratamiento, pero que con las nuevas opciones ha cambiado bastante», añade Canales.
Cambio de paradigma
Un punto de inflexión en el abordaje terapéutico fue la llegada hace diez años del primer anticuerpo monoclonal, rituximab –comercializado como Mabthera– ofrecía una puerta de esperanza para los pacientes porque otorgaba meses de vida y los pacientes se mantenían a la espera de la progresión de la enfermedad en una suerte de «pause» en la que no estaban curados, y se les empezaba a considerar crónicos. Sin embargo, «todavía había un grupo de pacientes que eran resistentes a esta opción y en ellos se aplicaban distintas combinaciones en distintas líneas de tratamiento médico», explicó Juan Manuel Sancho, del servicio de Hematología Clínica del Instituto de Catalán de Oncología (ICO) y Hospital Germans Trías i Pujol en Badalona.
La cualidad de indolente marca su evolución, por lo que las terapias se basan en alcanzar respuestas, aunque la tónica habitual que ven los hematólogos en la consulta es que, posteriormente, recaen sin alcanzar una curación definitiva. «Por ello es de gran importancia tener acceso a tratamientos que alargan la supervivencia libre de progresión y con ello retrasan la recaída, así como tratamientos efectivos tras la recidiva», subrayó Canales. «En la actualidad, con el desarrollo de una nueva generación de este cuerpo monoclonal, obinutuzumab –comercializado como Gazyvaro– que ofrece aún mejores resultados y crea menos resistencias. Y también se puede hablar de curación ya en un porcentaje de pacientes, y de larga espera», añadió el representante del ICO.
Así, uno de los estudios que marca los nuevos resultados que ofrece esta nueva molécula es el ensayo Gallium, «en el que se muestra la reducción de la mortalidad de los pacientes en los que se emplea como primera línea de un 34% y hasta un 52% en los refractarios», destacó Annarita Gabriele, directora médica de Roche Farma. Los esfuerzos en el desarrollo de nuevas moléculas se centran en cubrir las necesidades de los pacientes que hasta ahora no tenían opciones y en los que la radioterapia y la quimioterapia no eran suficientes, a veces sin siquera con la combinación de rituximab. «Esto es clave en grupos de pacientes en los que se observan muchas recaídas y podemos conseguir la no progresión de los pacientes y ofrecer la oportunidad de una supervivencia a largo plazo», subrayó la directora médica de Roche. Hace 10 años la supervivencia de estos pacientes «era de cuatro años en los más resistentes; hoy hay muchos que superan los 18», manifestó Sancho. Un gran logro, si se tiene en cuenta en la edad en la que se diagnostica, en la década de los 60.
Referente
Hasta un 60% de los pacientes en España se benefician de las posibilidades que ofrece un ensayo clínico. «España juega un papel muy importante en el desarrollo de moléculas deRoche, porque los investigadores españoles contribuyen al reclutamiento de pacientes en los ensayos clínicos a nivel mundial y es el segundo país en el mundo, sólo por detrás de EE UU, lo que significa una apuesta fuerte a través de una importante inversión del laboratorio, que sólo el año pasado invirtió más 50 millones de euros en unas 56 moléculas, de las 10 eran destinadas a Hematología», explicó Gabriele, quien aludió que llevan trabajando en este campo desde 1999, lo que les dota de una experiencia de más de 20 años. Esto se traduce en la actualidad en más de un millar de pacientes reclutados en unos 75 centros con unos 120 investigadores.
Estas cifras son datos que reflejan la buena salud de la que goza el campo de investigación en nuestro país y cuya calidad profesional es un atractivo para el desarrollo continuo de nuevas terapias. «Somos muy activos en la participación en ensayos clínicos. Esto parte de un nivel alto, como corresponde a nuestro sistema nacional de salud (SNS). Los médicos españoles, en concreto los hematólogos, somos conscientes de esta apuesta por el futuro que pasa por la investigación en beneficio claro está de los pacientes», apuntó Sancho. En esta línea, la disposición de ensayos clínicos, como añadió Canales, «es una puerta de acceso a las moléculas para los pacientes, porque se van a beneficiar de un tipo de terapia que no sería posible de otro modo hasta la finalización de las pruebas. Y también se beneficiarán los futuros pacientes de los resultados que ofrezcan». Los especialistas también apuntaron las ventajas económicas del acceso a estos fármacos a través de ensayos en tiempos en los que se mira tanto «el bolsillo y el gasto».
Cabe destacar que la importancia de los pacientes va más allá de la visión simplista de hace años de un uso como «cobayas», sino que son realmente protagonistas activos de los ensayos. Así, el estudio Gallium, que sirvió de aprobación para obinutuzumab, «elaboró un documento entendible para los pacientes con los resultados finales y la verdad es que lo agradecieron mucho porque, de alguna forma, saben que el esfuerzo de su participación en el ensayo. Porque ven que eso sirve no sólo para ellos, sino para los que vienen detrás». Gabriele añadió que «las relaciones con los pacientes en los ensayos ha cambiado mucho. Se les involucra de forma activa, se escucha sus necesidades y se incluyen como aportaciones en las investigaciones. Para nosotros son uno más. La colaboración entre la industria, la academia, los medios, los pacientes y los hematólogos es importantísima para seguir avanzando, innovando y mejorar la calidad de vida de los pacientes, su supervivencia y cubriendo necesidades médicas. Esta es la misión de Roche, creo que en hematología hemos ido más allá de los “standar of care” gracias al desarrollo de moléculas más innovadoras».
Los especialistas concluyeron que «estamos en una época en el linfoma folicular de cambio de paradigma, pasando de ser considerada una enfermedad incurable a plantearnos de verdad la curabilidad; ello motivado fundamentalmente por un mayor conocimiento de la biología de la enfermedad, pero sobre todo, por los avances terapéuticos más importantes que se están produciendo; porque hay un antes y un después de la introducción de los anticuerpos monoclonales en los procesos –destacó Sancho y prosiguió–. Mejorar los resultados que tenemos ahora es muy complicado, pero observamos que los anticuerpos lo consiguen mejorar, lo que no lleva a de verdad un planteamiento de nuevas incógnitas que vamos resolviendo». Para terminar, Sancho cerró con la idea de que «también es muy importante considerar que no sólo el paciente que desde el principio puede ir mejor, lo hace; sino que el grupo de enfermos que va peor y para los que no teníamos oportunidades, y ahora tenemos realmente tratamientos que mejoran claramente su supervivencia, algo imposible de ofrecer hace dos años».
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