Actualidad

Cristina Garmendia

Los beneficios de la innovación terapéutica, incluida la sostenibilidad, se ven a largo plazo

Ejemplos como la hepatitis C o la inmunoterapia demuestran que invertir en medicamentos novedosos resulta económicamente eficiente

“Es necesario avanzar en sistemas de evaluación que sean capaces de recoger el impacto socioeconómico de la innovación” | Infografía La Razón
“Es necesario avanzar en sistemas de evaluación que sean capaces de recoger el impacto socioeconómico de la innovación” | Infografía La Razónlarazon

Invertir en mejores tratamientos contribuye a la sostenibilidad del propio sistema

La innovación, en el amplio sentido de la palabra, contribuye a cambiar el rumbo de la historia. Todos estamos expuestos a su impacto en nuestro día a día a través de los avances tecnológicos, en los medios de transporte, o las formas de comunicación. En lo que respecta a la salud, estamos asistiendo también en la actualidad a la aparición de nuevos tratamientos que están logrando modificar el curso de muchas enfermedades para las que, hasta ahora, no había opciones.

Por eso, invertir en poner a disposición de los pacientes los mejores tratamientos, no sólo ofrece resultados en salud, sino que contribuye a la sostenibilidad del propio sistema y favorece el crecimiento de la economía del país. Sin embargo, un sistema sanitario como el de España, de cobertura pública, en ocasiones peca de ver la innovación farmacéutica como un gasto y no como una inversión.

«Si se mira a corto plazo, la innovación tiene un coste elevado, pero si se hace a largo es cuando se ven los resultados: pacientes curados, que pueden incorporarse a sus trabajos antes, tratamientos mejor tolerados, menos vistas a los hospitales... y todas estas cosas hacen que ese gasto sea menor», asegura Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). «Lo que pasa es que los períodos están muy vinculados a las legislaturas políticas, que suelen durar cuatro años, y en las Consejerías y el Ministerio de Sanidad se quieren ver resultados en este tiempo, mezclando lo político con conceptos de resultados en salud», continúa. «La Administración trabaja con ambos tiempos, ya que el ejercicio de la gestión pública –y la política entendida en su sentido más noble– exigen equilibrar los retos de corto y los de medio/largo plazo. Por un lado, hay que tomar decisiones que permitan “cuadrar las cuentas”, ya que se trabaja con presupuestos asignados de forma anual. Pero también se toman decisiones que permiten invertir en apuestas de futuro», señala por su parte Cristina Garmendia, presidenta Fundación Cotec.

Un ejemplo paradigmático de esto es el Plan Estratégico para el abordaje de la Hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud, aprobado en el 2015, y que estableció objetivos específicos y acciones prioritarias a desarrollar en tres años (de 2015 a 2017). Así, este plan ha permitido a muchos pacientes con esa enfermedad a acceder a tratamientos innovadores con los que se han curado. También en cáncer se han conseguido resultados notables: «En tumores sólidos hay dos en los que, gracias a la innovación, se ha cambiado el curso de la enfermedad: en el de pulmón y en melanoma sobre todo, que era un tipo de cáncer en el que teníamos mucha resistencia al tratamiento y ahora hemos conseguido que un 20% de los pacientes puedan vivir años con la enfermedad gracias a la inmunoterapia», señala Vera. La incorporación en el arsenal de las terapias celulares sería otro ejemplo. «En el caso de la terapia CAR-T, ya aprobada en España, ha demostrado una supervivencia global del 90% en leucemia linfoblástica aguda, en pacientes con muy mal pronóstico tras haber fracasado a dos trasplantes. En España hay pacientes de ensayos clínicos que ya llevan dos años curados», añade Garmendia.

Vistos los datos, ¿por qué entonces no se hace una apuesta decidida por esta innovación? Uno de los problemas señalados por las expertas consultadas por este suplemento es, por una parte, el problema de la sostenibilidad y, por otra, el del acceso. ¿Cómo se puede lograr, entonces, que el sistema sea sostenible en el caso de terapias de alto coste? «La forma de conseguirlo es vinculando el pago a los resultados; mediante acuerdos de colaboración entre la Administración, la industria farmacéutica y los hospitales, con modelos de este tipo y no con modelos financieros, como hasta ahora. Nosotros estamos por la labor», dice tajante la presidenta de SEOM.

En cuanto al tema del acceso, hoy en día, para aprobar un nuevo medicamento en España la Agencia Española del Medicamento realiza un informe de posicionamiento terapéutico (IPT) sobre eficacia y seguridad de los ensayos clínicos y, con estos resultados, pasa a financiación. «Lo ideal sería que este IPT, en el que ya participan las comunidades autónomas, sea válido para todas las autonomías y no como ahora, que se hacen distintos informes en cada comunidad, y por eso hay diferencias de acceso (y de precio) en cada una de ellas. Es necesaria más homogeneidad», continúa Vera. De hecho, esta situación estaría condicionando la velocidad de incorporación de las novedades terapéuticas en muchos casos. «En España la innovación tiene que hacer frente al reto de la fragmentación de las políticas sanitarias, lo que puede prolongar los procesos de incorporación de medicamentos innovadores tras la aprobación nacional», coincide Garmendia.

Por otra parte, lo que estaría faltando es una evaluación una vez financiado para «ver lo que esa innovación aporta en resultados en salud a nuestros pacientes porque ahora, una vez que se aprueba, después ya no sabemos que aporta, si mucho o poco». En la misma línea se manifiesta Garmendia: «Es necesario avanzar en métricas y sistemas de evaluación que sean capaces de recoger el impacto socioeconómico de la innovación, más allá de los indicadores clásicos de producción científica o innovación tecnológica, como las patentes».

La visión de los pacientes

Si en general, para toda la sociedad, es importante que se apueste por la investigación en el caso de los pacientes crónicos se trata de una necesidad vital. «Gracias a la innovación terapéutica hemos pasado a aumentar más de 20 años nuestra esperanza de vida y enfermedades que antes eran mortales han conseguido cronificarse. Eso es un éxito de la sociedad actual y debemos seguir apostando por ello. Potenciar la innovación terapéutica requiere financiación y necesita también de la participación efectiva de los pacientes para que esa innovación tenga en cuenta nuestras prioridades y para que ponga el foco en los resultados en salud que tienen más impacto en nuestra calidad de vida», concluye Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes.