Jesús Fonseca
Soria y los hispanistas
Durante muchos años, de manera laboriosa e incesante, la Fundación Duques de Soria ha hecho, en solitario, una tarea admirable y abnegada, que ha pasado casi desapercibida. Doña Margarita y Don Carlos se han ocupado, en España, de escuchar, acoger y dar holgura a los hispanistas del mundo entero. Los Duques de Soria, junto a Rafael Benjumea y José María Rodríguez-Ponga, no sólo han ido a Flandes para crear la prestigiosa cátedra Carlos V de Estudios Hispánicos en la ciudad belga de Gante, sino que han viajado a los Estados Unidos y a otros muchos lugares, para arracimar a los que hacen de la cultura hispánica su vida. Incluso les han procurado un espacio físico en Soria, en el Convento de la Merced, para que tengan allí la sede y puedan trabajar en su valiosísimo archivo, reunirse y realizar encuentros y estudios muy diversos. Han querido estar cerca, reconocer y dar vida a la tarea extraordinaria de los hispanistas que proceden de ámbitos no hispanohablantes, y lo han conseguido. Lo último: un homenaje al hispanismo internacional, que nunca antes se había hecho, presidido por Su MajestadEl Rey, a quien vimos dichoso conversando con hispanistas de todo el mundo, en la capital de España. Pero la gran protagonista de esta cita ha sido la Infanta Doña Margarita, con su discreción y buen hacer. «Nuestra admiración por este numeroso colectivo de enamorados del mundo hispánico, es casi inseparable de nuestro amor por Soria», aseguró la tía de Don Felipe, en el acto de bienvenida. «Nacida en Roma y criada en Portugal, desde fuera todo lo español tenía para mí una atracción irresistible. Mi esposo nació en Andalucía, tierra bien diferente de Castilla y, desde allí, todo lo castellano tiene un aura casi mágica», añadió la Infanta, ante un auditorio que seguía atentamente su intervención, leída en braille. Así que «cuando conocimos Soria siendo novios —reconoció la Duquesa de Soria— nos enamoramos de ella. Nos cautivó su gente». La Infanta, junto a su esposo, han sido determinantes para aupar este proyecto. Han dado a conocer Soria, como nadie hasta ahora lo había hecho: como tierra de culturas, saberes, patrimonio, paisaje e historia. Pero ambos han protagonizado también otro reto: contribuir a saldar la incancelable deuda de gratitud de quienes formamos la gran familia hispánica, hacia esos no-hispanos enamorados de nuestra historia y de nuestra lengua. Han sabido poner, al servicio del hispanismo, proyectos que impulsan esa independencia intelectual que está en la esencia de cada hispanista. A los Duques de Soria, en fin, debemos una prometedora etapa del hispanismo, que traerá abundantes bienes a España y a lo que representamos, ahora mismo, en esta hora del mundo.
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