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Las seductoras fabes de La Madreña

Las seductoras fabes de La Madreña
Las seductoras fabes de La Madreñalarazon

Que no se te atragantan ni con una ruptura. ¡No todo iba a ser fuegos artificiales y amor eterno y pasión en las emociones de las catas!

Hay comidas y vinos que maridan con gente tóxica. Y lo de cenar fabes es una cuestión delicada, porque hay quien no pega ojo.

La gran pregunta que más de uno se hará: ¿existe sensualidad en unass fabes? Sí. Más allá de jugar con la idea de que un plato te seduce, las fabes en sí mismas, bien cocinadas y de buena calidad, pueden ser sensuales, y alejarse de la vulgaridad. Sensuales, que no eróticas. Particularmente porque ni se han pasado en su cocción quedando relegadas a una especie de "papilla condensada"ni tampoco permaneciendo duras como una piedra. Y, además, sin llegar a producir gases. Unas fabes dignas de ser catalogadas de sensualidad elegante, que, con unas buenas almejas y en el lugar indicado, sientan de maravilla. Aun cuando la compañía no ayuda.

Todo ello nace y se hace en La Madreña.

Un asturiano ubicado en plena Castellana (concretamente, en el 78), en el que, la primera impresión obtienes en el segundo 3 de poner un pie en el local, es la del aroma: seduce el olor. Pero no huele a comida, precisamente. Se trata de una fragancia con aromas a cítricos y flores. Estrategia muy similar a la de tiendas de moda y lujo como Uterqüe o Aristocrazy.

La primera impresión es un olor. La segunda, es la que te entra por los ojos (una moderna decoración, que más adelante describo). Y la tercera, y la más importante: el paladar, que de eso se trata en esto de las catas.

Todo ello hace que lo material condicione lo emocional, y que una cena sea un juego de emociones, que se combina con las que traemos de serie. La energía interna se mezcla con la externa, y genera recuerdos atados a vinos y platos gastronómicos. Y, en ese sentido, con buena o mala predisposición, estas fabes no se te atragantan ni con una ruptura sentimental.

Decorado con un estilo moderno, sin caer en la moda de los 'ten con ten' y 'amazónicos' en donde el vecino de al lado se entera de tus conversaciones, La Madreña es un sitio amplio, vanguardista y silencioso.

Y, respecto a esa tercera impresión... empezamos probando el pastel de cabracho (¡maravilloso), y continuamos con un pulpo a la brasa acompañado de yuca. ¡Riquísimo! De segundo, mi acompañante pidió el cachopo tradicional del local (aunque yo me quedé con las ganas de probar el de centollo, ya que era el único que no llevaba queso); y yo me decidí por las fabes con almejas. Plato que maridé con un vino blanco, Rueda, de la casa: José Pariente.

Hablando de vinos y su carta, he de decir que tienen joyitas, al alcance de todos como Arzuaga, Protos, Emilio Moro, Flor de Pingus; así como vinos de un precio algo más elevante, como Pruno o mi adorado vino Tomás Postigo.

No quiero que suene laudatorio, pero un 9 de 10 es la nota que le pondría a La Madroña. Ni muy caro ni muy barato: de media, unos 30€ por cabeza (y sin quedarte con hambre, que aquí no se andan con minimalismo snobs).

Y, retomando el plato principal... ¡impresionantes las fabes! De corazón. O de tripas. Suaves pero intensas a la vez. Es muy difícil verbalizar ciertos sabores... pero estas ricas fabes, ni demasiado duras ni tampoco blandas, me han seducido. Equilibradas pero coquetas; sensuales pero no vulgares.

Y volviendo a mi obsesión con estas fabes... se pueden digerir con cualquier situación incómoda. Van de lujo. Tampoco hay que prohibirlas, si uno va a hacer una pedida de mano a lo Primark, pero son fabes que maridan con momentos tensos, para hacer la vida menos aburrida. Ya sabes, pon unas fabes a La Madreño en tu existencia.

La historia

Un joven asturiano que, motivado por la pasión que tenía desde la infancia de ser cocinero, decidió formarse en Le Cordon Bleu y empezar a trabajar duro en diversos restaurantes de Madrid y Asturias para aprender todos los entresijos del oficio hostelero. En 2000, y con tan solo 27 años, José Luis Rodríguez se embarcaba junto a su mujer Margarita Rodríguez (como él, oriunda de Cangas del Narcea, gran amante de la gastronomía y dedicada a la gestión y administración del grupo)l. El primer restaurante La Madreña nació en una zona modesta de la capital, cerca de Plaza Elíptica, y no fue hasta 12 años después, ya consolidado el primero, cuando abrió el segundo establecimiento, esta vez, en la calle Bronce, en el barrio de Los Metales de Arganzuela. Tras el éxito de los locales predecesores, en 2018 La Madreña llega por fin a una de las principales escaparates de ocio y de gastro de la ciudad: el Paseo de la Castellana, donde se ha posicionado como uno de los mejores restaurantes de cocina tradicional de Madrid.

José Luis heredó de su abuela la pasión por la cocina y la filosofía del aprovechamiento y del máximo respeto al producto. Es por ello que en La Madreña, ha querido recuperar los sabores de su infancia y ponerlos al servicio de una materia prima excelente -traída directa y principalmente del norte del país-, apostando por una cocina con claros guiños asturianos pero vista desde un prisma más moderno y equilibrado y con platos también de otras regiones de España o de propio cuño. Así, en su carta de temporada destacan tanto la fabada y el cachopo como otras propuestas como el atún rojo de Balfegó, la ensalada de aguacate y carabinero o las milhojas de cochinillo.

Todo ello se sirve en el marco de una sala moderna y cálida a la vez y puede acompañarse por una excelsa bodega de más de 100 referencias todas ellas nacionales, entre las que se encuentran desde enseñas clásicas de las principales D.O. hasta vinos curiosos de producciones limitadas y regiones emergentes como Guadalajara, la sierra de Gredos, Alicante o Cangas del Narcea, pueblo natal de José Luis y su mujer.