Morir de pie: La cara oculta de los cómicos

Jim Carrey sabe lo que es intentar empezar, con una mezcla de temor y entusiasmo, una carrera artística desde encima de un escenario cualquiera en un local que busca jóvenes humoristas que atraigan clientes. En su caso, empezó en el Yuk Yuk's de Toronto y consiguió al poco tiempo ser cabeza de cartel. Después se trasladó a Los Angeles y el resto es historia. Pero no la olvida; es más, cree que debe ser contada. Por eso es el productor ejecutivo de «Morir de pie», que está ambientada en la denominada «star up comedy» que emergía en Los Angeles de los años 70.

La trama está ambientada en El Cellar, un club que es una referencia para las promesas del humor. Lo regenta Goldie (Melisssa Leo), una mujer con carácter que, con apenas un vistazo, ya sabe quien vale, o no, para animar a las personas que están en la sala. A pesar de que su futuro estará marcado por las carcajadas que arranquen en cada monólogo, cada uno de ellos lleva una pesada mochila a cuestas. Como todos lo que se dedican a hacer reír, son tipos inseguros, un punto inestables, como el propio trabajo que realizan, siempre en precario y a merced del público y de las tendencias del momento, y frágiles emocionalmente porque dependen de la aprobación de los demás. O eso es lo que creen. El propio Carrey define «Morir de pie» a la perfección: «Es una serie sobre personas desesperadas y absolutamente creativas que deciden transformar su dolor en algo bonito». Pero, ¿quién les alivia a ellos de la tristeza? Aparte de Melissa Leo, el reparto se completa con Clark Duke («The Office»), Michael Angarano («The Knick») y Andrew Sarantino («Mixology»).

Uno de los aspectos más sobresalientes de la producción es su factura visual y su vestuario totalmente «vintage». Es un viaje en el tiempo de una moda con una estética chirriante, vista con la perspectiva del tiempo, porque si entonces era lo más «cool» a algunos les puede parecer hoy en día hortera. Carrey ha acertado al impulsar esta producción porque aborda un terreno que conoce perfectamente. Aunque no es autobiográfica, buenas partes de sus secuencias podrían pertenecer a lo que él vivió, porque destila una fidelidad a una época y a una profesión que, lejos de ser una fiesta, es un camino de obstáculos.

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