Naturaleza
El sendero secreto de Canarias que esconde un antiguo balneario entre cascadas
El recorrido atraviesa varios barrancos de la isla y durante décadas fue refugio de viajeros y vecinos que acudían atraídos por las propiedades curativas del manantial
La naturaleza de Canarias, siempre generosa en contrastes y misterios, es un auténtico santuario para los amantes del senderismo. Entre sus muchos rincones fascinantes, hay un lugar que parece surgido de un cuento, donde el rumor del agua se mezcla con las leyendas y la vegetación desborda vida en cada rincón: el barranco de Azuaje, una joya escondida en el norte de Gran Canaria.
Ubicado en el corazón de la Reserva Natural Especial de Azuaje, este paraje ofrece una experiencia única para los caminantes que buscan más que un simple recorrido. Azuaje no solo deslumbra por su riqueza ecológica, sino también por los vestigios de un pasado que se resiste a desaparecer, entre ellos, los restos de un antiguo balneario cuyas aguas fueron alguna vez consideradas milagrosas.
Un sendero entre la bruma y la historia
La ruta, de unos 7 kilómetros, y una duración aproximada de tres horas y media, es circular y de dificultad media. Comienza y termina en la pintoresca plaza de San Roque, en Firgas, ascendiendo suavemente entre calles empedradas hasta adentrarse en un escenario natural que parece detenido en el tiempo. Pronto, el sendero se sumerge en la espesura del barranco, donde se entrelazan laurisilvas centenarias, barbusanos de porte imponente y delfinos, árboles endémicos que aportan un aire casi selvático a este rincón del Atlántico.
El recorrido atraviesa varios barrancos que componen esta zona norteña: El Andén, La Virgen, Las Madres, Guadalupe, Azuaje y San Andrés. Cada uno aporta su propia morfología y riqueza biológica, creando una sinfonía de aromas, sonidos y texturas difícil de encontrar en otros rincones del archipiélago.
Las ruinas del Balneario
A pocos minutos del inicio de la caminata, los excursionistas se topan con una estampa nostálgica: los retos del antiguo Hotel Balneario de Azuaje. Erigido en 1868 entre los municipios de Firgas y Moya, este elegante edificio de tres plantas albergaba 16 habitaciones y tenía capacidad para 30 huéspedes. Su fama se debía al agua ferruginosa de la Fuente Santa, cuyos beneficios para la salud fueron avalados por el prestigioso doctor Casares.
Durante décadas, el balneario fue refugio de viajeros y vecinos que acudían atraídos por las propiedades curativas del manantial. Incluso tras su clausura oficial, en torno a 1938 por motivos sanitarios y el impacto de la guerra, las instalaciones siguieron siendo utilizadas de forma informal. Hasta bien entrada la década de 1950, se celebraban allí animadas reuniones y bailes populares. Sin embargo, una brutal riada en octubre de 1955 arrasó los baños y aceleró la decadencia del entorno.
Naturaleza indómita y belleza escondida
Continuando por el sendero, el camino se vuelve más agreste y estrecho. La humedad se adueña del paisaje, y el murmullo del agua guía cada paso. Uno de los tramos más espectaculares se encuentra dentro del propio barranco: una cascada oculta tras un puente de piedra. Para acceder a ella, es necesario ayudarse de unas cuerdas fijadas en la roca. El esfuerzo es recompensado con una imagen de ensueño: el agua cayendo entre helechos, como un susurro del bosque.
Salir del barranco requiere algo de destreza, pero la experiencia deja una huella profunda. Azuaje no solo invita a caminar, sino también a imaginar lo que fue y contemplar lo que aún resiste.