Coronavirus
Nervios, ilusión y cautela al volver a montar a caballo
Jinetes y amazonas de Valladolid graban un vídeo con sus primeros momentos tras poner el pie en el estribo de sus potros y yeguas como reivindicación por el encierro de dos meses
El pasado 16 de marzo comenzó oficialmente el estado de alarma en España por una crisis sanitaria que ya se ha llevado la vida de más de 26.000 españoles confirmados, y que ha derivado en otra económica y social que aún está por conocer su magnitud. Una situación excepcional que tiene paralizado a todo un país, que ha puesto contra las cuerdas todo su engranaje y de la que apenas se han escapado un puñado de sectores considerados esenciales para mantener activas las constantes vitales de la nación.
Y la equitación y lo que ello conlleva de esta actividad en cuanto al cuidado de los animales, la formación y la competición e incluso las terapias con personas con discapacidad o niños autistas, no han formado parte de estas actividades profesionales necesarias para que el país no se detenga del todo, ni tampoco se ha considerado a los caballos como animales a proteger, como sí ha ocurrido con los perros de compañía o mascotas que han tenido ese privilegio de poder salir de paseo con sus amos, al menos cerca de casa sin alejarse mucho para hacer sus necesidades. No así los canes de caza, que llevan casi dos meses atados sin poder salir a estirar las piernas y hacer lo que más le gusta y que, además, es vital para su bienestar.
Pues igual que con los perros destinados a la actividad cinegética en el monte ha ocurrido con los caballos, animales hipersensibles que no pueden estar mucho tiempo encerrados y necesitan como el comer salir a trotar, galopar y ejercitar su musculatura cada día para evitar serios problemas para su salud. Como los temidos cólicos que les pueden hacer permanecer en la cuadra mucho tiempo enfermos e incluso se pueden llevar por delante su vida en apenas unas horas, además de las infosuras o inflamación de las láminas que unen el casco al último hueso del pie del caballo o los problemas de pérdida de músculo e incluso óseos por el obligado encierro. De hecho, un caballo que no se mueve en la cuadra y al que le va creciendo el casco tiene un serio problema de bienestar y sufre. Contratiempos que se dan especialmente en aquellos corceles que están enfocados a la práctica del deporte, y que por ello que necesitan aún más si cabe aún de cuidados específicos.
La solución en este confinamiento para muchos de estos potros ha sido el caminador o la cuerda, pero no es suficiente y, además, no todos los propietarios de caballos disponen de una cuadra en la que poder dejarlos, lo que ya abre la puerta incluso al maltrato animal. Es lo que está sucediendo en el caso de los particulares con animales en parcelas y fincas privadas, dado que el estado de alarma quedaba en el aire su cuidado aunque permitía acudir a alimentarlos con las medidas preventivas adecuadas.
Pero con el inicio de la desescalada y de las fases previstas por el Gobierno de España, algunos centros ecuestres y clubes hípicos federados han podido echar a andar de nuevo el pasado 4 de mayo en los horarios establecidos en la primera etapa o Fase 0 como actividad deportiva federada, de 6 a 11 y de 20 a 23 horas, después de estar casi dos meses parados y con pérdidas millonarias.
No en vano, se calcula que el coste de mantenimiento básico de una yegua, que incluye el forraje, los piensos, el veterinario y la cuadra, puede rondar los 300 euros mensuales sin contar sueldos de trabajadores y otros gastos corrientes. Una cantidad a tener en cuenta para uno de estos centros que viven del pupilaje pero también y sobre todo de las clases en las escuelas que en este confinamiento se han suspendido también. En España existen alrededor de 600 centros relacionados con los caballos entre clubes de campo, centros hípicos, cuadras, escuelas, albergues e hipódromos y muchos de ellos se han visto obligados a cerrar sus puertas en esta cuarentena dejando a los trabajadores la responsabilidad de que los animales se ejerciten mediante el caminador o la cuerda a los caballos a diario.
Así, numerosos jinetes han vuelto o están regresando estos días a contactar otra vez con sus caballos, su otra mitad o media naranja, porque ese ha sido otro hándicap en este tiempo de pandemia, que no han podido estar con ellos, sentirlos o acariciarlos, cuando en la actividad hípica la simbiosis y el entendimiento entre caballo y jinete es lo más importante.
Y una de estas amantes de la equitación que ya ha disfrutado de esa sensación es la vallisoletana Rebeca González, del Club Hípico “El Establo” de la localidad vallisoletana de Mucientes, federada y especialista en la modalidad de Salto de Obstáculos, que reconoce a LA RAZÓN los nervios, la ilusión y las ganas que tenía de que llegara ese momento cuanto antes de poder volver a galopar y vibrar junto a “Dafne de Aguilar”, como así se llama su potra de cinco años, y gozar de lo que para ella es un modo de vida y una pasión que empezó cuanto tenía apenas cuatro años de edad y su madre le llevaba a los concursos de la Real Sociedad Hípica de Valladolid, a la que no puede renunciar.
Ni siquiera tras haber estado diez años fuera de este mundo por maternidad para cuidar de sus tres hijos e incluso después de que un accidente con un caballo le destrozara un brazo y necesitara de hasta cuatro tornillos para su reconstrucción. Además, este verano hará un año que compró a Dafne “tras un flechazo a primera vista”, dice, con el que cumplía un viejo sueño, y si bien ahora se ha quedado con las ganas de hacer debutar a esta yegua en competición el pasado mes de marzo debido a la irrupción del coronavirus, Rebeca no desfallece y ya tiene otro desafío por cumplir en esta “nueva” normalidad que se avecina aunque con un calendario competitivo un tanto dudoso y titubeante.
Y es que como en todos los deportes, la incertidumbre sobre el futuro inmediato también se ha instalado y adueñado de la actividad hípica. A día de hoy se desconoce cuándo se van a reanudar las competiciones. Las numerosas que había programadas en abril y mayo se han suspendido o aplazado para agosto e incluso de prevé que puedan celebrarse a puerta cerrada. “La verdad es que fue un chasco que no pudiera debutar. Pero bueno, la ilusión sigue intacta y aunque la Federación Hípica de Valladolid aún no nos ha comentado nada, sí que ya hay alguna competición nacional a la vista como en Segovia y Ávila este verano que espero que puedan celebrarse, e incluso antes, en junio, en la Dehesa gaditana de Montenmedio, donde se ha programado un Concurso de Saltos de Cuatro Estrellas (CSN*4) y otros dos más de Dos Estrellas (CSN*2) ambos para la segunda quincena de junio”, señala Rebeca.
Pero esto queda todavía un poco lejos, cuando está pensando más en recuperar el estado físico de su potra y en cómo volver a recuperar la sintonía que habían logrado durante este año que llevan juntos hasta que la Covid-19 se instalara de nuestras vidas. “La verdad es que tengo una relación especial con Dafne y estoy contenta porque se ha alegrado de verme", cuenta Rebeca tras volver a vibrar con su potra, mientras explica que en su caso tiene la suerte de que el animal ha estado y está en buenas manos, que son las de su entrenador en el Club El Establo de Mucientes, también veterinario, “que sabe perfectamente lo que tiene que hacer en cada momento”, y al que agradecerá eternamente su labor estas semanas.
Pese a todo, le preocupa cómo se comportará estos primeros días hasta que su potra recupere el tono tras tanto tiempo parado. “La idea es empezar muy poco a poco, en sesiones de treinta minutos con un trote para calentar sin forzar el sistema cardiovascular y evitar lesiones en los tendones. Después algo de galope y así un poco más cada día hasta que lleguemos a la hora de sesión”, explica.
Más seguridad y vídeo reivindicativo
También tiene claro esta joven jinete que a partir de ahora tendrán que extremar las medidas de prevención y seguridad en sus nuevas citas con “Dafne de Aguilar”, sobre todo en los espacios comunes del Club en cuanto a higiene de manos y distancia social, aunque, según explica, en este deporte siempre se respetan las distancias de seguridad de un mínimo de dos metros para evitar que los caballos se peguen entre sí, por lo que esta medida ya la cumplen de antemano desde siempre.
Asimismo, asegura que en su club “se puede comer en la cuadra de lo limpio que está todo”, dice, y que además les asignan unos horarios, con franjas de dos horas y tres caballos en una pista “que es enorme”, apunta, por lo que cree que tampoco habría conflicto alguno en este sentido.
Por otro lado, Rebeca y varios jinetes de la Hípica de Valladolid, como Alejandro Diez Crespo, subcampeón de Castilla y León de salto 2019 con Wonderwall, Lucia Pardo Bastardo campeona de Castilla y León de salto 2019 con Lloli Pop, han participado en una emotiva y a la vez reivindicativa iniciativa para advertir de la angustia de estos animales por su encierro así como la resignación e impotencia que han padecido los caballistas por no poder hacer nada par impedirlo.
Así, durante esta semana que termina han estado grabando en vídeo los primeros momentos nada más subirse a sus potros y yeguas de nuevo tras este largo y exasperante tiempo de cuarentena, para reflejar esa instante inolvidable y, de paso, llamar la atención de la sociedad sobre la necesidad que tienen estos animales de salir a trotar y galopar y para que se ponga de manifiesto el riesgo que han corrido estos animales para su salud al no haber podido ejercitarse como deberían."Esperamos que este pequeño audiovisual pueda servir para que, de cara al futuro, se tenga en cuenta la peculiaridad de este deporte y quede claro que los caballos necesitan volar en libertad”, apunta Rebeca.
El vídeo, de algo más de cuatro minutos de duración, es también el agradecimiento que estos jinetes y amazonas han querido hacer también a todos los mozos, gerentes de clubes y centros ecuestres y demás personal que se han encargado de cuidar de sus potros y yeguas durante estos dos meses de confinamiento en casa procurando que no les faltase de nada.
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