Coronavirus

Ganadería

La cabaña bovina goza de buena salud en Castilla y León

El 98 por ciento de los municipios tienen cebaderos calificados frente a la tuberculosis y la brucelosis, lo que favorece la exportación de animales vivos

Cebadero comunitario de la IGP Carne de Ávila en Riocabado
Cebadero comunitario de la IGP Carne de Ávila en RiocabadoM. martínIcal

La cabaña ganadera bovina de Castilla y León goza de una salud estupenda gracias al buen hacer de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural en los últimos tres años desde que entrara en vigor la modificación solicitada por nuestra Comunidad del Programa Nacional de Erradicación de Tuberculosis Bovina de trabajar con calificaciones de oficio a los cebaderos utilizando como demarcación administrativa el municipio.

Y es que si en 2017 Castilla y León apenas contaba con un 47 por ciento de los cebaderos calificados, en estos momentos el porcentaje supera el 90 por ciento, algo importante ya que esto supone una gran ventaja competitiva ya que permite que la Comunidad pueda exportar animales vivos tanto a la Europa de a Unión como a terceros países que solo compran a cebaderos calificados y libres de tuberculosis o brucelosis.

El departamento que dirige Jesús Julio Carnero ha publicado este lunes en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) la nueva relación de los municipios y unidades veterinarias calificados para la tuberculosis y la brucelosis en la especie bovina en la Comunidad, que pone de manifiesto el buen estatus de la cabaña ganadera bovina de la Comunidad. Y es que 88 de las 103 unidades veterinarias en las que se encuentra dividida esta Región tienen la totalidad de su territorio calificado frente a estas enfermedades mientras que 2.216 de los 2.248 municipios de la Comunidad, es decir, el 98 por ciento, están calificados.

Asimismo, cabe señalar que en lo que se refiere a la tuberculosis bovina, en 2019 se produjo un nuevo descenso de la prevalencia, y el número de explotaciones positivas sobre el total se cifró en un 1,41 por ciento. Lo que supone que, desde 2016 que se partía con datos próximos al dos por ciento de prevalencia, el número de explotaciones positivas ha caído en un 29 por ciento.