Medio Ambiente

Contaminación, agua y paisaje contra una mina que creará 200 empleos en “la raya” zamorana

La iniciativa plantea extraer dos mil toneladas de tierra al día, el uso de un depósito de 5.000 kilos de explosivos y de casi 20 metros cúbicos de agua para lavar el mineral, advierten los ecologistas

Imagen de Calabor, en la comarca de Sanabria, donde se instalaría este proyecto minero
Imagen de Calabor, en la comarca de Sanabria, donde se instalaría este proyecto mineroLa razónLa Razón

La contaminación medioambiental, el gran consumo de agua y la destrucción del paisaje y el hábitat de un área protegida son tres de los argumentos esgrimidos por los opositores a un proyecto minero que crearía 200 empleos directos en una zona despoblada como es “la raya” fronteriza con Portugal de Zamora.

Ni la inversión, estimada en 37 millones de euros, ni los puestos de trabajo, que escasean y obligan a emigrar en el territorio en el que se enclava el proyecto, han impedido articular un movimiento de rechazo a la mina de wolframio y estaño promovida por el grupo minero canadiense Almonty a través de la sociedad Valtreixal.

La iniciativa plantea la extracción de 2.000 toneladas diarias de tierra, para lo que se requerirán 67 viajes de camiones de gran tonelaje al día, el uso de un depósito de 5.000 kilos de explosivos y de casi 20 metros cúbicos de agua a la hora para lavar el mineral, según los datos públicos del proyecto recopilados por Ecologistas en Acción.

”No solo no se creará empleos, sino que otros como los del turismo o la hostelería se verán gravemente afectados”, ha expuesto Mamen Toribio, una de las voces contrarias al proyecto minero de Calabor (Zamora).La mina a cielo abierto, respaldada por un estudio preliminar realizado por la empresa participada por la Junta de Castilla y León Siemcalsa, pretende recuperar la extracción de estaño que se explotó en diferentes etapas entre 1885 y 1969 en ese territorio limítrofe con la región portuguesa de Tras os Montes.

A ello suma una nueva riqueza minera, la del wolframio o tungsteno, un mineral considerado estratégico con múltiples aplicaciones, desde máquinas de rayos X y televisores, hasta componentes de automoción o bolígrafos. El proyecto minero, que se desarrollará en un área que abarca 250 hectáreas durante un periodo de 19 años, ha comenzado a dar los primeros pasos con la adecuación de la normativa urbanística para permitir la extracción. A la vez, de forma paralela, se ha iniciado una oposición liderada por Ecologistas en Acción de Zamora, que plantea recursos en la vía administrativa y judicial y a la vez promueve acciones de concienciación.

La ubicación de la mina a cielo abierto, en terrenos de la reserva de la biosfera transfronteriza Meseta Ibérica y protegidos además en el marco de la red Natura 2000 es una de las advertencias realizadas por la fotógrafa Cristina Zelich y el editor Julio Fernández, coordinadores de un libro que reúne colaboraciones de 125 voces contrarias al proyecto.

La mina requerirá un “ingente volumen de agua” para su uso en la planta de tratamiento del material extraído, unos 19,66 metros cúbicos de agua a la hora, lo que puede afectar a los acuíferos de la zona y a los ríos Calabor y Sabor.

Además, la explotación minera exigirá el uso de explosivos, lo que provocará contaminación acústica y del aire por partículas de polvo en suspensión producidas por las voladuras, para las que se utilizará material que se guardará en un almacén de hasta 5.000 kilos de explosivos y 50.000 detonadores.

La empresa promotora dispondrá también de tres depósitos para el almacenamiento de hidrocarburos, con una capacidad de 40.000 litros cada uno de ellos, en los que se guardará gasóleo para el consumo en la explotación.

Otro impacto negativo son los residuos mineros, algunos contaminantes, para los que está previsto construir una escombrera y dejar huecos de corta de 1.850 metros de largo por 270 metros de ancho y una profundidad de 150 metros.

Los detractores del proyecto han aludido asimismo a la incidencia en la carretera autonómica ZA-925, que llega hasta la frontera de Calabor y continúa hasta Braganza (Portugal) y que será utilizada en 34 viajes diarios con camiones de treinta toneladas.

Un último impacto es el de línea de alta tensión necesaria, que recorrerá 10,5 kilómetros desde la subestación de Cobreros hasta las instalaciones que promueve la empresa minera Valtreixal