Turismo urbano
Conoce las estatuas más curiosas de Castilla y León
Las nueve capitales de provincia de la Comunidad ofrecen al viajero ávido de conocimiento esculturas de lo más variopintas e históricas
El denominado como turismo urbano monumental está en alza. Los viajeros se mueven casi siempre buscando lugares donde se pueda comer y beber bien, visitar un museo o disfrutar de un buen evento cultural y deportivo, pero también se busca cada vez más conocer a fondo la ciudad o el pueblo que se visita, sus tradiciones y su historia, y estas se revelan o se presentan en forma de estatuas o monumentos. Espacios o rincones en muchas ocasiones desconocidos para el gran público, y que sirven de escenario fotográfico o “fotocool” para inmortalizar el paso por ese lugar.
Y las estatuas, que han sido, son y seguirán siendo un elemento muy importante y constante en muchas culturas y sociedades, son también reclamos turísticos cada vez más importantes. Una de sus funciones es la de representar imágenes ligadas al poder, ya sea religioso o político, aunque también las hay conmemorativas, lúdicas o simplemente decorativas.
Con ellas, además, se evoca a dioses o personajes de todo tipo e incluso conceptos como la libertad y la justicia.
Modeladas en arcilla, talladas en madera, esculpidas en piedra o moldeadas en bronce o en cualquier otro elemento, se presentan ante la sociedad de diferentes maneras según su actitud también, ya sea de pie, sentadas, yacentes, a caballo, orantes u ofreciendo algo a alguien.
También pueden ser colosos, si su tamaño es grande, o estatuillas, lo contrario, mientras que por la zona del cuerpo pueden ser bustos, torsos o una herma, un busto que se prolonga por su base en forma de alto pedestal.
Repartidas por sus calles y plazas, las estatuas muestran la riqueza cultural de las ciudades y pueblos en las que se ubican, por cuanto dejan constancia de algún hecho histórico o destacan a algún personaje, como un escritor, un artista o un militar, por ejemplo.
Los municipios aprovechan en la actualidad las estatuas como filón turístico e incluso hay en marcha numerosas rutas para los visitantes en las que se cuentan historias y leyendas relacionadas con estas estatuas.
En Burgos, por ejemplo, en la Plaza de Mio Cid se erige la estatua monumento a Rodrigo Díaz de Vivar -El Cid Campeador-. Se trata de una estatua ecuestre en bronce realizada por Juan Cristóbal e inaugurada en 1955. Con la espada y la capa al viento, la imagen ecuestre con Babieca como montura, posee una actitud de partida hacia el destierro. La espada apunta hacia Valencia, ciudad que conquistó en 1094. La estatua encara el puente de San Pablo en el que se pueden contemplar ocho figuras cidianas obra de Joaquín Lucarini.
La posición que toma el caballo, apoyado en tres de sus patas, indica que el Cid murió de las heridas producidas en combate.
También en la capital burgalesa, en uno de los laterales del paseo del Espolón, cerca del arco de Santa María, está la estatua de La Castañera, realizada en bronce como homenaje a este duro oficio tan invernal y callejero.
En plena Plaza Mayor, se encuentra una estatua del rey Carlos III, imponente, colocada sobre un pedestal de piedra de base cuadrada en el que consta una inscripción conmemorativa. Data de 1.784.
Y junto a la Catedral hay otra escultura de un peregrino que descansa en un banco de su camino hacia Santiago.
Otra de las estatuas emblemáticas de Burgos es la que se encuentra en la Plaza Vega como homenaje a la Policía Local de Burgos, la más antigua de Castilla y León y una de las que más tiempo llevan funcionando en España. En el año 2010, se inauguró una estatua en bronce recordando al histórico guardia municipal que regulaba el tráfico en los años 50.
Por ejemplo, en Valladolid capital, donde hay alrededor de setenta esculturas por toda la ciudad, muchas de ellas con personajes relevantes en la historia de la ciudad, como José Zorrilla, en la plaza del mismo nombre; Miguel de Cervantes, junto a la Catedral y la Universidad; Cristóbal Colón, al lado del Campo Grande; el Conde Ansúrez, en la Plaza Mayor; o la del escuadrón de los Jinetes Cazadores de Alcántara, junto a la Academia de Caballería, hay un recorrido que propone la concejalía de Turismo en el que se muestra un Valladolid no tan conocido.
“El Fotógrafo”, en el interior del Campo Grande, el “Homenaje al Voluntariado Social”, en la plaza de España, “El Comediante”, en la Plaza Martí y Monsó, y “Hombre arrastrando máscaras”, que está ubicada en los jardines del edificio de la Diputación en la calle Ramón y Cajal, o una estatua de Miguel Delibes, el universal escritor, autor de El hereje, entre otras muchas obras, que puede verse junto a la entrada al Campo Grande desde la Plaza Zorrilla y que retrata la figura y el semblante de uno de los grandes escritores de las letras españolas. Todas ellas realizadas por el vallisoletano Eduardo Cuadrado.
A Palencia la conocen como la ciudad de las estatuas. Recorriendo sus calles el viandante pude encontrarse numerosas esculturas urbanas. Algunas de ellas esconden curiosidades interesantes que van más allá de su valor artístico e histórico. Destacan unas por el artista que las construyó y otras por el momento histórico o personaje al que representan.
Desde el Monumento a los mayores, de Sergio García, que muestra a dos ancianos sentados en uno de los bancos de piedra del Parque del Salón de Palencia, hasta el monumento al cofrade, dos estatuas situadas en la Plaza de San Pablo que simbolizan la llamada de hermanos cofrades y el toque del tararú, como homenaje a la Semana Santa palentina.
En plena Calle Mayor de Palencia se encuentra una escultura de nombre “Mujer” que no deja indiferente a nadie por su tamaño y que representa la fuerza de las mujeres palentinas. Llamada coloquialmente por los vecinos, «La gorda» es el lugar de encuentro por antonomasia de los palentinos.
El monumento al maestro, La Castañera, La niña de la comba, de Ursicino Martínez «Ursi» y, como no, el Cristo del Otero que abraza y protege a los palentinos, en el cerro del mismo nombre, son otras de las estatuas que no hay que perderse de la capital palentina.
En Ávila destacan las esculturas y estatuas místicas en honor a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, que pueden verse en varios puntos de la capital amurallada, como la de este último justo enfrente del Torreón de los Guzmanes, en la Plaza del Corral de las Campanas, o la de la Santa en la Plaza de su mismo nombre que representa a Teresa de Jesús en situación de éxtasis y está realizada la estatua en piedra caliza blanca.
Luego hay otras estatuas que merece la pena ver como el homenaje al verraco vetton que hay nada más atravesar la Puerta del Alcázar, justo al lado del acceso para subir a la muralla. Se cree que tiene ver con la conmemoración de victorias o algún significado mágico o religioso.
En Salamanca, Patrimonio de la Humanidad y ciudad universitaria donde las haya, hay muchas esculturas y estatuas dignas de ver como el Monumento a Alberto Churriguera y a José del Castillo, Conde de Francos, que representa a dos grandes personalidades española frente a una mesa, uno se encuentra sentado mientras escribe y el otro de pie observa parado al lado del primero.
Junto a los emblemáticos monumentos de La Casa de las Conchas y La Clerecía, se encuentra la estatua dedicada al maestro Salinas, que muestra al músico sentado, con los dedos de la mano derecha extendidos sobre el muslo, como si estuviera tocando una de sus incomparables melodías, y con la izquierda sujeta una partitura.
En la calle Bordadores, junto al ábside de las Úrsulas, se encuentra otra estatua emblemática dedicada a Miguel de Unamuno, mientras que ubicada en un pequeño jardín con césped y frondosos árboles junto a la iglesia de Santiago se encuentra otra estatua digna de visitar ya que, además, es un lugar inmejorable para retratar el momento, Se trata de la escultura homenaje al Lazarillo de Tormes, cuyo libro anónimo dedica varios capítulos a la ciudad del Tormes.
En Soria, la ciudad de los poetas, tiene en su ADN la cultura y la literatura, muy presentes en las calles a través de varias estatuas muy relevantes y queridas por los sorianos. Tres esculturas que son objetivo de los turistas en sus fotografías y selfies. Se trata de las estatuas del poeta Gerardo Diego, que está sentada en los soportales del antiguo Casino o Círculo de la Amistad Numancia con un café en la mesa y una silla vacía enfrente; Antonio Machado, ubicada en el instituto de su mismo nombre; y su esposa Leonor, situadaa las puertas de la iglesia conocida como La Mayor, donde en su día se casó la pareja. En una de las esculturas se representa Machado sentado en la silla, para que el transeúnte que así lo desee pueda ocupar el lugar de Leonor, y en la otra se representa a Leonor. El Consistorio colocó ambas esculturas en lugares significativos en la vida del poeta, como el entorno de la Iglesia de Santa María La Mayor, la iglesia elegida por la pareja para contraer matrimonio.
En Zamora, lhay también estatuas y esculturas para dar y tomar. Así, el monumento al maestro en la plaza del mismo nombre o las esculturas de los niños del homenaje al Puente de Hierro en el barrio de Pinilla, la de Félix Rodríguez de la Fuente en el bosque de Valorio o la estatua de Sor Ignacia Idotea en la calle Damas.
También destacan La Maternidad del escultor Ramón Abrantes en el barrio de San José Obrero; la de Fray Diego de Deza en la plaza del mismo nombre, la de Ramón Álvarez en la Plaza Mayor, el Barandales ubicado frente al Museo de Semana Santa y la de San Alfonso de Zamora en la plaza del San Atilano.
En Segovia, destacan las de corte militar, como por ejemplo la estatua de los Héroes del 2 de mayo que lucharon contras las tropas francesas en la Guerra de la Independencia; también el monumento al comunero Juan Bravo. Pero también hay como la estatua que rinde homenaje a la Semana Santa, que muestra a un cofrade rotando una enorme cruz; la de San Juan de la Cruz, bajo el Alcázar; la de las Sirenas; la del diablo Segodeus, una de las más fotografiadas; y como no el monumento a Cándido, Mesonero Mayor de Castilla.
Finalmente, en León, el turista puede sorprenderse con la estatua de un padre y su hijo enfrente de la catedral; también el monumento a la familia en la calle Burgo Nuevo; con el monumento al peregrino junto a la Plaza de San Marcos; la escultura de las Tres Infantas, a los pies de la cuesta que sube hacia la Colegiata de San Isidoro, y que representan a tres infantas del Reino de León: Doña Sancha y sus hijas Urraca y Elvira.
Asimismo, el visitante no puede dejar de acercarse hasta la Colegiata de San Isidoro para contemplar la escultura de Las Cabezadas, una tradición que se celebra cada año en la capital leonesa el último domingo de abril y que consiste en la ofrenda de un cirio por parte de la corporación local al abad en agradecimiento al ruego de lluvia implorado a San Isidoro por el pueblo leonés en el año 1.158.
Esta ofrenda lleva aparejada una disputa dialéctica entre ambos (“el foro u oferta”), ya que el abad considera que el agradecimiento es una obligación del pueblo y el alcalde dice que es voluntario, y siempre acaban en tablas.
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