Cultura

El Ayuntamiento de Valladolid celebra el Día del Libro recordando al humanista Antonio de Nebrija

La corporación municipal, presidida por el alcalde, Óscar Puente, lleva a cabo la conmemoración en la Casa Cervantes

Valladolid celebra el Día del Libro en la Casa Cervantes
Valladolid celebra el Día del Libro en la Casa CervantesAyuntamiento Valladolid

Un año más la Corporación Municipal ha acudido a la Casa Cervantes con motivo del aniversario del fallecimiento del autor de El Quijote, el 23 de abril de 1616. Una efeméride en la que se asienta la celebración del Día del Libro. El acto, celebrado en la vivienda en la que vivió el insigne escritor, contó con la asistencia del arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, autoridades civiles y militares y numeroso público. Decenas de personas acudieron al tradicional acto que este 2022 ha recuperado la normalidad tras dos años alterado por la pandemia.

Desde comienzos del siglo pasado, la fecha del “23 de abril” se identifica con un especial homenaje al libro y a la lectura. Una fecha consensuada en la que todo Occidente se postula a favor de su defensa, su protección y su promoción como valores esenciales del pasado, el presente y el futuro de todas las civilizaciones.

Una “cultura del libro” que se escribe fundamentalmente en lengua castellana, en lengua española. La lengua que tanto debe a la figura del humanista sevillano Elio Antonio de Nebrija, cuyo quinto centenario está siendo celebrado en 2022 por el mundo de las letras hispánicas, que es el nuestro.

En los ultimísimos años del siglo XV, Antonio de Nebrija, puso, por primera vez, en orden, la vernácula lengua castellana, sistematizando su gramática –es decir, sus normas de funcionamiento…– y compilando su primer diccionario, con el objetivo de hacer posible su enseñanza. Un trabajo ingente que iba a suponer un paso de gigante para la transmisión y difusión de la lengua castellana a uno y otro lado del Atlántico.

El alcalde ha reflexionado sobre la aportación del libro tanto a título individual como en el conjunto de la sociedad: “El libro nació perfecto –decía Marañón– y la palabra es el instrumento celeste por antonomasia. Pero la palabra “hablada” está encerrada, para siempre, en la cárcel del espacio y el tiempo. Y sólo el libro la hace universal e inmortal. La idea del carácter liberador de la lectura es hoy uno de los argumentos más eficaces para su defensa en cualquier foro y debiera quedar consignado en cualquier plan de lectura que se precie como uno de sus principales inspiradores.

El hombre debe luchar por recibir el mensaje que le dé la gana, a la hora que le apetezca y, sobre todo, debe reivindicar el derecho a comparar o no comparar, cuando él quiera, opiniones distintas, reclamaba Hipólito Escolar durante sus años al frente de la Biblioteca Nacional. El libro, como vehículo de transmisión del conocimiento y del arte de la palabra, es el formato que de forma más perfecta y leal sirve a esta premisa.

Hay una libertad alienante y una libertad individualizadora. Siempre las ha habido. Y, hoy más que nunca, hemos de andar atentos a ambas, para no caer en la engañosa apariencia con la que pueden salirnos al paso. La lectura individual y voluntaria es una experiencia que engrandece los espíritus fortaleciendo los límites de su mismidad; contribuyendo a que cada uno de nosotros cultive su propia individualidad y su propio criterio, hasta las últimas consecuencias.

Óscar Puente ha invocado la responsabilidad social para defender el papel de los libros, porque también tienen una parte vulnerable: “Al enumerar las ventajas que encontraba en la compañía que le proporcionaban los libros, Petrarca no parecía dudar lo más mínimo: Nada me cuesta ponerme al habla con ellos; siempre están a mi servicio y los admito o despido según me place. Nunca se turban y al punto responden a mis preguntas. Unos me enseñan cómo he de vivir y otros cómo he de morir. Unos distraen mis cuidados con su viveza y me regocijan el ánimo; mientras otros fortalecen mi mente y me estimulan a reprimir mis apetitos y a confiar únicamente en mí mismo”.

Y la intervención del alcalde ha concluido reivindicando la lectura: “Continuemos con este fervor y esta admiración que nos mantienen incondicionalmente unidos al libro y a su mundo. La letra escrita nos introdujo en la Historia y no parece muy inteligente dejar sin efecto aquel paso de gigante, tan consustancial a lo que, como especie, hemos llegado a ser”.