Sociedad
Los vendedores ambulantes salvan pueblos, aunque no vendan ni un chicharro
La localidad palentina de Villahan homenajea este domingo al panadero, la pescadera, el carnicero, la farmacéutica o la peluquera, que siguen pasando por el pueblo y hacen más fácil la vida de sus cien habitantes
La localidad palentina de Villahan homenajea este domingo al panadero, la pescadera, el carnicero, la farmacéutica o la peluquera, que siguen pasando por el pueblo y hacen más fácil la vida de sus cien habitantes, aunque haya días en los que no vendan ni un chicharro.
“Nos dan mucho más que un servicio, los conocemos, nos conocen, son nuestros vecinos”, asegura a EFE la alcaldesa de Villahan, María Ángeles Cantera.
Suya ha sido la idea de rendir un pequeño homenaje a los 15 vendedores y servicios ambulantes que cada semana atienden a los vecinos de Villahan y que “no nos abandonaron ni durante la pandemia”.
“Sobre todo durante la pandemia. Nunca dejaron de venir. Aunque no había mascarillas y sí mucho miedo”, apunta la alcaldesa que ha organizado un sencillo homenaje este domingo a las seis y media de la tarde para poner el broche a la semana cultural que celebran en Villahan desde hace 17 años.
Estarán todos. Joaquín y Paloma que se turnan para llevar el pan y algún que otro encargo de primera necesidad, como agua o leche porque tienen tienda en Tórtoles de Esgueva y Quintana del Puente; Susana, la pescadera que viene desde Pampliega dos veces por semana; Leubino, el carnicero de Villamayor de los Montes; “el de Villahoz que trae fruta, verdura y legumbres; Teofi, la peluquera que lleva 30 años cortando pelos casa por casa bajo demanda o el ferretero, la farmacéutica o Fernando el de la miel.
Y así hasta quince. Al ritmo de su servicio se han acostumbrado los vecinos de Villahan a programar necesidades y compras: la carne y el pescado los miércoles y los sábados, fruta, verduras y legumbres los jueves y sábados, y los congelados los viernes.
Y por eso también, para los vecinos de Villahan y sobre todo para las personas más mayores, el vendedor ambulante ofrece algo más que un servicio, hace una labor social, es el reloj que marca los días y “eso hay que valorarlo y agradecerlo”, afirma la alcaldesa.
“Que buena idea has tenido Geli, me comentan los alcaldes de los pueblos vecinos”. Porque Villahan no es el único pueblo de la España vaciada donde vivir es más fácil gracias al servicio ambulante que prestan muchas personas, aunque muchas veces ni siquiera sea rentable.
Sobre todo, en invierno, cuando son menos en el pueblo y Susana, la pescadera, siga pitando con su furgoneta para anunciar la llegada “aunque sepa que ese día no va a vender ni un chicharro”.
O durante la pandemia, cuando Fernando, el de la miel de Vertavillo “venía solo por interesarse por la gente que estaba sola y enferma e iba puerta a puerta para hablar un ratito con ellos”, relata Geli Cantera.
Por eso, le vienen a la cabeza las palabras de su vecina Felisa, que falleció recientemente a los 98 años y que muchas veces les respondía “no te voy a comprar nada majo, pero qué alegría verte”.
“Ninguno dejó de venir, a pesar del miedo y la angustia. Y eso hay que agradecerlo”, repite María Ángeles.
Estarán todos, con sus familias, con sus hijos, y será “muy emotivo y emocionante”, porque participará todo el pueblo, porque todos quieren agradecerles tanto.
“Paqui la de los congelados se puso a llorar de emoción cuando la invité al homenaje”, asegura la alcaldesa, mientras hace una llamada de atención para que la gente de los pueblos tampoco les abandone a ellos.
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