Literatura

“Aquel PSOE, Los sueños de una generación“

"Llama la atención la habilidad del autor para elegir citas e integrarlas en el texto con la precisión de un cirujano"

Virgilio Zapatero, ex ministro socialista.
Virgilio Zapatero, ex ministro socialista. Gonzalo Pérez La Razón

El libro de Virgilio Zapatero, “Aquel PSOE, Los sueños de una generación“, de la editorial Almuzara, tiene una prosa exquisita, pero además amena y de muy fácil lectura.

Llama la atención la habilidad del autor para elegir citas e integrarlas en el texto con la precisión de un cirujano.

Con la lectura del libro se me han entrelazado recuerdos de cómo discurría mi vida a la vez que sucedían algunos de los momentos históricos que Zapatero describe. Cuando él negociaba la necesidad de crear una comisión para redactar la Constitución, yo negociaba con mi madre que me permitiera casarme, porque era menor, 20 años, y aún no habían cambiado la mayoría de edad a los 18. Acabé yo antes mi trabajo, comenzaba su andadura la Comisión Constitucional el 4-8-77 y yo estaba casándome el 1-8-77, unos días después de que accedieran por primera vez a sus escaños los nuevos diputados.

Sobre aquella jornada constitutiva (el 13-7-77) el autor reflexiona cuanta tarea tenían por delante, no solo para crear las instituciones garantes de los derechos, sino para cambiar la infraestructura moral y social que deja tras de sí una dictadura.

Es hermosa su manera de describir la necesidad de una amnistía, medida que resultó tan polémica como dolorosa para muchas personas que clamaban justicia; para ello se apoya en Hannah Arendt quien afirmaba que el perdón, además de una virtud personal, puede ser también una herramienta política cuando hay que recomponer la esfera pública en sociedades rotas.

Es especialmente notable la referencia crítica al desarrollo del título VIII de la Constitución, qué pasos se dieron para implantar el Estado de las autonomías, en que se acertó, y en que se equivocaron, porque avanzaban por un territorio inexplorado.

Sabe a poco el relato del golpe de estado del 23F de 1981, mientras se celebraba la votación para investir a Calvo Sotelo presidente del Gobierno. No sé si alguien que vivió tanta violencia puede relatar con más detalle lo que sucedió aquel día. Imagino cómo debe sentirse una persona, representante del pueblo, cuando es obligado, a tiros, a arrojarse al suelo. Hay que imaginar su angustia sin saber que estaría pasando fuera, cómo estarían sus familias y que les esperaba a ellos y a la sociedad española.

Es interesantísimo el enfoque de las elecciones que ganaron los socialistas, el gobierno que se formó, las importantes leyes que se sacaron adelante y como funcionó de manera coordinada la relación entre el gobierno, el grupo parlamentario y el partido.

Estoy convencida que los apartados dedicados tanto al vicepresidente Guerra, como al Presidente Gonzales, tendrían más cosas interesantes y desconocidas para contar. La ausencia de esas cosas, imagino, se debe al natural instinto político del autor, que le hace calibrar cada palabra para, sin faltar a la verdad, no extenderse en lo que puede doler o desunir.

Resulta una invitación constante a reflexionar y recordar, el relato de los errores cometidos en la lucha contra ETA, la actuación de determinados jueces estrella, que son evidentes sin ser mencionados.

Solo puede definirse como MAGNÍFICA la lección de derecho que se contiene en la descripción del papel de los jueces, en el capítulo que denomina sembrando vientos.

Es certero y muy diplomático Zapatero al describir las causas y consecuencias de la salida del vicepresidente Guerra del Gobierno. Parece deducirse, aunque no se explicite, que allí empezó el principio del fin, aunque el camino hacia ese fin fue largo y doloroso, es éste un buen resumen, en mi opinión.