Cultura

El cineclub más antiguo de España y faro cultural aún en activo

Durante sus más de seis décadas de historia ha proyectado 2.300 películas y ha llevado a los espectadores a viajar por el mundo a través de la gran pantalla

Roberto Martínez, presidente del cineclub de la Calle Mayor de Palencia
Roberto Martínez, presidente del cineclub de la Calle Mayor de PalenciaBrágimoIcal

En las calles empedradas de Palencia, donde la luz de los faroles acaricia los muros centenarios y el eco de los pasos resuena como una banda sonora, se escribe una historia que lleva más de seis décadas proyectándose en la gran pantalla.

Es aquí, entre la sobria elegancia de la calle Mayor y el bullicio cotidiano de una ciudad que respira historia, donde el Cineclub Calle Mayor ha encontrado su hogar.

Con 62 años de vida, este cineclub no solo ostenta el título de ser el más antiguo de España en activo, sino que se ha convertido en un pilar esencial de la vida cultural palentina.

Bajo la dirección de su presidente, Roberto Martínez, este espacio ha proyectado más de 2.300 películas, llevando a los espectadores a viajar por el mundo a través de la gran pantalla, sin moverse de su ciudad.

La historia del Cineclub Calle Mayor se remonta a 1950, cuando un grupo de jesuitas, liderados por el padre Tabernero, decidió impulsar una iniciativa cultural en los bajos de la Iglesia de San Francisco. Junto a él, otros nombres propios del cine en Palencia como José María Alonso de Lomas, Santiago Rivero y Ruiz de Gopegui.

Allí nació el Cine Luises, un espacio que, en 1963, se transformaría en la sede del Cineclub Calle Mayor. El nombre elegido no fue casualidad: Calle Mayor, la icónica película de Juan Antonio Bardem estrenada en 1956, sirvió de inspiración y eso pese a que este filme solo tenga una escena rodada en Palencia.

“La película Calle Mayor significa mucho para nosotros. Refleja el espíritu de la ciudad en una época difícil, bajo la dictadura, cuando Bardem fue incluso detenido durante su paso por Palencia. Es un cine social, de provincia, que conecta con nuestra identidad”, explica Roberto.

Aquel filme, que abordaba las dinámicas de una ciudad pequeña con sus señoritos y sus intrigas, marcó el tono de un proyecto que buscaba no solo entretener, sino también provocar reflexión y diálogo.

Durante 41 años, el Cine Luises fue el hogar del cineclub, un lugar donde las proyecciones se convirtieron en un ritual para los palentinos amantes del cine.

En 2004, el cineclub trasladó sus sesiones a los Cines Avenida, en la Avenida Valladolid, 10, donde cada lunes, en dos sesiones (17.30 y 20.30 horas), los socios y asistentes disfrutan de películas cuidadosamente seleccionadas.

Pero la experiencia no termina cuando se apagan los proyectores. Tras cada proyección, se celebra una charla-coloquio en la misma sala, una tradición que enriquece la vivencia cinematográfica y fomenta la conexión entre los espectadores.

El Cineclub Calle Mayor no solo es longevo, sino también independiente. A lo largo de sus 62 años, ha logrado mantenerse al margen de cualquier organización económica o institucional, un hecho que Roberto Martínez destaca con orgullo. “Siempre hemos sido independientes.

Las ayudas públicas han sido pocas y testimoniales. El verdadero motor del cineclub son los socios, con sus cuotas y su compromiso. Sin ellos, esto no sería posible”, asegura.

Con aproximadamente 300 socios, el cineclub ha sabido adaptarse a los desafíos de un mundo donde la oferta cultural y de entretenimiento es abrumadora. “Antes, ir al cine era una costumbre, porque no había tantas distracciones. Ahora, con las plataformas digitales, los viajes y la variedad de ocio, mantener a los socios es un reto constante. Pero seguimos adelante gracias a su apoyo y al trabajo desinteresado de quienes estamos detrás”, explica.

Desde la búsqueda de películas hasta la gestión administrativa o la atención a nuevos socios en la puerta del cine, todo se hace de manera voluntaria, con una pasión que trasciende las dificultades.

El Cineclub Calle Mayor se distingue por su apuesta por el cine independiente y de calidad, películas que a menudo no llegan a las salas comerciales. “Nos nutrimos de los festivales más prestigiosos, como Cannes, Berlinale, San Sebastián o Venecia. Traemos películas que han sido premiadas o que han destacado en estos circuitos, muchas de las cuales no se distribuyen ampliamente o incluso no llegan a estrenarse en España”, detalla Martínez.

Este enfoque permite a los palentinos disfrutar de un cine global, con obras de directores de renombre y de cinematografías tan diversas como la asiática, la europea o la latinoamericana.

El cineclub también ha sabido evolucionar con los tiempos. Si en sus inicios predominaban las películas nacionales, en línea con la producción española de los años 60, hoy su programación abarca un espectro global.

“Hemos proyectado desde clásicos de la Nouvelle Vague francesa hasta cine alemán de Fassbinder o películas asiáticas que reflejan nuevas formas de narrar. También recuperamos clásicos restaurados, como películas de los años 70 u 80 que no se habían visto en España o que ahora se pueden apreciar con nueva tecnología”, señala el presidente.

Un ejemplo reciente de esta vocación por rescatar joyas del cine fue la proyección de una película icónica de Billy Wilder tras su fallecimiento, una forma de rendir homenaje a grandes maestros del séptimo arte.

Esta combinación de contemporaneidad y revisión de clásicos hace del Cineclub Calle Mayor un espacio único, donde la historia del cine se entrelaza con las tendencias más actuales.

A lo largo de sus seis décadas, el cineclub ha enfrentado numerosos desafíos, desde la censura de la dictadura hasta la irrupción de las plataformas digitales y la crisis de la pandemia. Durante el franquismo, cuando muchas películas eran vetadas por su contenido crítico o social, el Cine Club Calle Mayor logró proyectar obras que, en otros contextos, habrían sido prohibidas.

“Nunca tuvimos problemas con la censura aquí en Palencia. Incluso películas incómodas, que abordaban temas como la prostitución o la vida en los márgenes, se proyectaron sin inconvenientes”, recuerda Martínez. Esta valentía para mostrar cine crítico y social ha sido una constante en la historia del cineclub.

La pandemia de 2020 supuso otro gran reto. Durante tres meses, las proyecciones se detuvieron por completo debido a las restricciones. Sin embargo, el cineclub demostró su resiliencia. “En cuanto se permitió reabrir los cines, nos adaptamos. Cambiamos horarios para cumplir con el toque de queda, respetamos las distancias entre butacas y usamos mascarillas. Creamos un grupo en Telegram para mantener informados a los socios y actualizar cualquier cambio”, explica Martínez. Esta capacidad de adaptación permitió que el cineclub retomara sus sesiones y mantuviera viva su esencia, incluso en los momentos más difíciles.

Socios del Cine Club Calle Mayor en su antigua ubicación, en el cine Luises, en el convento de San Francisco de Palencia, en la imagen el cofundador del cineclub, Tomás Ruiz de Gopegui (D), junto al desparecido pintor y socio, Ángel Cuesta(I) en 1998
Socios del Cine Club Calle Mayor en su antigua ubicación, en el cine Luises, en el convento de San Francisco de Palencia, en la imagen el cofundador del cineclub, Tomás Ruiz de Gopegui (D), junto al desparecido pintor y socio, Ángel Cuesta(I) en 1998BrágimoIcal

Charlas-coloquio: el alma del cineclub

Uno de los aspectos más queridos por los socios del Cineclub Calle Mayor son las charlas-coloquio que siguen a las proyecciones de la segunda sesión. “Es una tradición que enriquece la experiencia. Después de la película, los que quieren se quedan a hablar.

Se comenta la música, los parecidos con otras obras, cosas que no habías percibido al ver la película. A veces, alguien aporta una perspectiva que te hace cambiar de opinión o ver la historia de otra manera”, cuenta Martínez.

Estas tertulias no solo profundizan en el cine, sino que también crean un espacio de encuentro y diálogo, donde se cruzan el arte, la literatura y la vida misma.

“Esas charlas son como tomar un café o un vino después de la película. Es un momento de reencuentro, de hábito cinematográfico y social. Ayuda a que la ciudad sea más habitable, sin necesidad de salir de Palencia”, añade el presidente. Este componente comunitario es parte fundamental del éxito del cineclub, que no solo ofrece cine, sino también una experiencia colectiva que conecta a las personas.

Desde 2004, los Cines Avenida han sido el hogar de las proyecciones del cineclub. Este espacio, gestionado por la familia Margareto, ha sido un aliado indispensable. La reciente pérdida de Ramón, figura clave en la difusión del cine en Palencia, fue un duro golpe para el cineclub y la ciudad. “Ramón y su familia han hecho muchísimo por el cine en Palencia. Han situado a la ciudad en el mapa cultural a nivel nacional. Su pérdida ha sido un palo, y desde el cineclub enviamos nuestro pésame y agradecimiento por todo lo que han aportado”, expresa Martínez con emoción.

Los Cines Avenida, con su gran pantalla y su atmósfera tradicional, son el escenario perfecto para las proyecciones del cineclub. “Es fundamental tener un cine donde proyectar en condiciones, donde se viva la experiencia del cine como siempre se ha hecho. Aunque la digitalización ha cambiado cosas, el espíritu sigue siendo el mismo”, asegura Martínez.

Con más de 2.300 películas proyectadas y 62 años de historia, el Cine Club Calle Mayor es mucho más que un cineclub: es un patrimonio cultural de Palencia. “Es parte de la ciudad, como una escultura o una calle. Nos da a conocer fuera, a través de las películas, los directores que nos visitan o los saludos que nos envían. Es una ventana al mundo”, afirma Martínez.

Su mensaje final es una invitación a los palentinos. “Animo a todos a hacerse socios, a apoyar esta iniciativa que nos permite ver cine de festivales, charlar, compartir. Es una forma de viajar sin moverse, de hacer que Palencia sea un lugar más vivo y conectado”.

Con el compromiso de sus socios y la pasión de su equipo, el Cine Club Calle Mayor seguirá iluminando las pantallas de Palencia, llevando historias que emocionan, inspiran y unen a una comunidad que, lunes tras lunes, encuentra en el cine un refugio y una aventura.