Entrevista

Esther González: “Hay que prestar más atención a la infancia, que también es víctima de la violencia de género

La magistrada zamorana tomó posesión del cargo de presidenta de la Audiencia Provincial de Zamora el pasado 9 de mayo

La nueva presidenta de la Audiencia Provincial de Zamora, Esther González
La nueva presidenta de la Audiencia Provincial de Zamora, Esther GonzálezJ. L. Leal/Ical

La presidenta de la Audiencia Provincial de Zamora entremezcla su gran facilidad de trato en la distancia corta, su conocimiento de la realidad y su tendencia a llamar pan, al pan y vino, al vino. Además de decir lo que piensa sin ambages, es consciente de que un buen ejercicio profesional en la Judicatura mejora la calidad de la vida democrática y de la sociedad, en sí misma.

Esther González González (Zamora, 1958) viuda y con una hija de 41 años y un hijo de 27, ha desarrollado su carrera como jueza desde que, en octubre de 1985, tuvo Verín (Orense) como primer destino. Pasó por los juzgados de Toro (Zamora), Barcelona y Zamora, donde estuvo siete años en el Juzgado número 1 y, en la Audiencia Provincial, desde 1998, hasta llegar a presidirla.

La presidenta de la Audiencia Provincial de Zamora, quien tomó posesión del cargo el pasado 9 de mayo, no hace hincapié en ningún momento concreto de su exitosa carrera, aunque le gusta destacar la “oportunidad” que la Universidad Nacional a Distancia le dio de ser profesora de Derecho Penal. “Es una actividad que me ha reportado muchas satisfacciones. Creo que habría sido feliz siendo profesora de la Escuela Judicial. La vida no me llevó a ello por circunstancias familiares pero creo que habría sido muy feliz. Y soy feliz siendo jueza, que me encanta serlo”, subraya.

La exposición pública de una jueza se multiplica cuando se convierte en presidenta de la Audiencia.

A mí no me importa en absoluto la exposición pública. Siempre he pensado que nuestro trabajo tiene que ser transparente y que los ciudadanos tienen que saber lo máximo posible de cómo trabajamos. A mí, los medios de comunicación me parecen un instrumento magnífico y así lo dije en mi discurso. Me parece que hay cosas que hay que hacer como jornadas de puertas abiertas, que los ciudadanos tengan una percepción de lo que hacemos y de cómo lo hacemos.

¿Sigue con atención lo que se dice de usted en los medios y en las redes?

No suelo leer los comentarios de las noticias de prensa que salen sobre mí, entre otras cosas, porque me da mucha vergüenza. En algún comentario que he visto, se dicen cosas como que los jueces trabajen las nueve horas. Me gustaría que los ciudadanos fueran y vieran cómo trabajamos los jueces y qué horarios tenemos en los juzgados.

¿Cuánta seguridad en sí misma debe tener al juzgar?

La verdad es que las pautas están dadas en la Constitución y en el resto del ordenamiento jurídico. Cuando un juez tiene dudas, no puede condenar. Hay que valorar la prueba para poder llegar a una conclusión. Es un elemento fundamental en el procedimiento penal y, también, en el civil. Cuando hay duda, no puede la persona estar en prisión y no puedes condenar. La presunción de inocencia es un derecho fundamental y el ‘in dubio por reo’ es un principio general del Derecho.

En estos últimos tiempos, se habla con frecuencia de la independencia de la Judicatura y, cuando alguien intenta inmiscuirse, parece que no cuela.

Normalmente, no cuela. Y cada vez pasan menos esas cosas porque la gente es consciente de que no va a cambiar la resolución por mucho que haya alguien que intente que cambie. Ahora, además, hay una ventaja que va a haber en los juzgados y que tenemos en la Audiencia desde hace mucho tiempo y es que no somos uno, sino cuatro. Claro, cuando el criterio es de cuatro, es mucho más seguro tomarlo.

En su discurso de toma de posesión, recalcó que hacen falta más medios y más personal.

Yo soy una persona muy positiva y muy optimista. Creo que, la mayor parte de las veces, los cambios son oportunidades y el cambio que se va a producir en la forma de administrar justicia en España hay que tomarlo como una oportunidad enorme. Pero, claro, para que eso funcione y sea más eficiente y ágil, hay que poner los medios suficientes.

¿Cuánto personal calcula que falta en Zamora?

Las ratios europeas son mucho más altas que las nuestras. Quizá haga falta una tercera parte más de jueces. Y depende de las provincias porque no son iguales todas. Nosotros estamos en una provincia muy despoblada y hay lugares en los que el número de asuntos por juez no es grande, simplemente, porque no hay gente. En Villalpando, Puebla de Sanabria o Toro, por ejemplo, es suficiente, aunque, probablemente, hace falta más personal auxiliar. Pero en lugares como Benavente y en los juzgados de Zamora, en materia civil, tienen muchísimo trabajo. Los compañeros están huyendo del Civil. Todos intentan buscar plazas en audiencias porque es muchísimo el trabajo que hay.

¿Parte de su trabajo es reclamar esas mejoras?

Bueno, eso también lo hacen las asociaciones judiciales. Normalmente, en eso vamos al unísono. Todas las asociaciones judiciales vamos unidas en esto porque son cosas que todos necesitamos. Se trata de un problema de medios económicos. Es un problema de dinero y con el Ministerio hemos topado. Ahí, llegas a un punto en el que los presupuestos son los que son y ya está. Y, cuando estás en un país como este, en el que no hay Presupuestos Generales actualizados cada año, es complicado.

La inquietud en la Judicatura ha salido a relucir en los últimos años. ¿Hay algún puñetazo en la mesa pendiente y movilizaciones?

No. Nuestro colectivo es bastante prudente. Cuando se llega a esos términos es porque ya la situación es muy complicada. Si no, somos muy contenidos. Negociamos y, muchas veces, la idea que se da, al final, es que lo que estamos pidiendo es más sueldo, aunque es verdad que también debe haber reivindicaciones económicas.

¿Se le pide a una jueza que sea santa?

(Sonríe). A veces, lo parece. Y no somos santos. Yo no soy una santa. Tengo los mismos defectos que cualquier otra persona.

¿Qué le parece que el ministro de Justicia critique ciertas decisiones judiciales?

Yo creo que las instituciones están por encima de todo y que todas las instituciones tienen que ser respetadas. Todas. Cada una tiene su función. ¿Somos objeto de crítica? Tenemos que serlo porque es la manera de avanzar. Lo que quiero decir es que mis resoluciones judiciales pueden y deben ser objeto de crítica para aprender, estudiar y ver otros puntos de vista. Pero, igual que yo hago eso con lo mío, tampoco creo que yo deba criticar de esa manera, sin fundamentos, otras instituciones del Estado. Las instituciones son las que son y, como no respetemos eso, tampoco respetamos la democracia.

Usted siempre se ha distinguido por decir lo que piensa, como hizo desde años antes de la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, a tenor de la primera exhumación de una fosa en el Cementerio de Benegiles.

Me parece increíble que estemos a estas alturas del siglo XXI y que no se hayan podido hacer todas las exhumaciones que se tenían que haber hecho. Es es algo que es de humanidad. Es que cualquier persona, tenga la ideología que tenga y piense como piense, debe pensar que es humano que haya gente que quiera tener bien enterrados a sus seres queridos.

El hecho de destacar que usted es la primer mujer que preside la Audiencia Provincial de Zamora ¿significa que nuestra sociedad todavía tiene mucho por conquistar?

Sí. Yo empecé con esa idea mi discurso. Fui la primera jueza de la provincia, hace 39 años, y la primera jueza integrante de la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia, hace 25 años. Ahora, la ratio ha cambiado sustancialmente. De hecho, creo que hay un hombre en el Contencioso; otro, en el Juzgado número 4 y otro, en el Juzgado de Menores, otro, en la Audiencia y el resto, somos juezas. De 19 jueces en total en la provincia, solo hay cuatro hombres.

Precisamente, esas ratios hacen más complicado entender que las juezas no copen los cargos en los órganos superiores.

Ya. Una cosa es el número de juezas que ingresa en la carrera judicial cada año, que es más del 70 por ciento respecto a los hombres, y otra, el acceso a los órganos superiores, es decir, a los cargos de libre designación. Hay muchas razones, no solamente para poder romper el techo de cristal, y algunas tienen que ver con nosotras mismas que tenemos, a veces, unos valores que nos impiden acceder a solicitar ese tipo de puestos. Por ejemplo, cuando tienen una edad nuestros hijos, nuestra familia, cuando somos más mayores, nuestros padres... Eliges de manera natural, es decir, si yo tengo que cuidar a mi madre, no voy a ser presidenta de la Audiencia de Zamora. Si tengo que elegir, elijo lo que tengo que elegir. Mis valores son esos. He tenido que elegir alguna vez entre pedir o no pedir la Presidencia de la Audiencia y he elegido la amistad por encima de todo. Y, cuando alguien la pedía y era mi amigo, yo no la pido.

Cuando entró en vigor la conocida como ‘Ley del solo sí es sí’, las cosas no salieron como se esperaba y la entonces ministra de Igualdad, Irene Montero, tildó de machistas a los jueces que reducían penas al aplicarla. ¿Se sintió agredida como profesional?

Sí, sobre todo porque creo que cada uno tiene que asumir su propia responsabilidad. Cuando tú das lugar a que pueda haber una interpretación de ese tipo, te tienes que plantear que, a lo mejor, no ha sido lo más correcto. Es verdad que hubo una oposición enorme por parte de un sector amplísimo de la ciudadanía y nosotros no somos más que una representación de la sociedad. Las juezas y los jueces formamos parte de esa sociedad y tenemos esas mismas formas de pensar pero, independientemente de eso, yo tengo amigas que han estado ahí, redactando la Ley. Por ejemplo, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León interpretaba la Ley de la misma forma que quienes la hicieron. El Código Penal, desde el inicio, tiene una forma de entrar en vigor y de promoverse que está establecida previamente. En este caso, la cuestión es que expresamente no se dijo lo que mayoritariamente hemos entendido que se tendría que haber dicho. Entonces, ahí, cuando das lugar a interpretación, te tienes que plantear que la norma no ha regulado bien lo que se pretendía regular. En el equipo de la ministra había juezas.

¿Fue injusta la repercusión mediática de esa ley?

Fue una pena, de verdad, porque el cambio de paradigma fue fantástico. El acierto era cambiar todo el criterio para ir al consentimiento y fue una lástima que, por el régimen transitorio, llegásemos a lo que llegamos.

¿Una disposición transitoria habría evitado las rebajas de penas a delincuentes?

El tema es que la Ley penal que hay que aplicar es la más favorable. Entonces, cuando hay un derecho transitorio, se ha dictado una sentencia conforme a ese Código Penal y, posteriormente, hay otro código que, en algunos puntos, muy pocos, establece penas más bajas, hay que revisar, salvo que la propia ley establezca claramente que no. Ese es el punto de interpretación porque es verdad que el Código Penal ya establecía la regulación de las transitorias. Es lo que se llama la retroactividad de la ley penal más favorable. Al final, se exacerbó todo. Por ejemplo, en Zamora creo que revisamos doce sentencias.

Cada una de ellas era noticia.

Claro, y las revisamos para rebajar, a lo mejor, tres o seis meses. Que tiene trascendencia, sí, pero no tanta como la que se le dio.

En cualquier caso, a pesar de las cifras horribles, la violencia de género ya no se caracteriza por la impunidad, como pasaba no hace muchos años, cuando se entendía que era un tema doméstico.

Es verdad. Se ha incidido mucho públicamente. La Policía y la Guardia Civil están mucho mejor formadas, hay programas sobre violencia y los jueces también estamos mejor formados. A nosotros nos obligan, para los cargos públicos de libre designación, a tener hechos los cursos correspondientes y a hacer tu examen. Son temas muy novedosos porque hemos empezado a poder resolver con perspectiva de género desde hace 20 años. La sociedad ha avanzado un montón y nosotros avanzamos también, aunque somos conscientes de que no vamos a llegar a cero delitos.

¿Cree que la repercusión mediática de las ocupaciones también es excesiva?

Sí. Aquí, en Zamora, tenemos un índice de ocupación de pisos prácticamente inexistente. Es cierto que, ahora mismo, la Policía no puede hacer nada pero los desahucios van a toda pastilla. Tú pones hoy una demanda y se te señala el lanzamiento para el mes que viene.

Siempre que no haya menores por medio.

Siempre que no haya vulnerabilidad. Lo que ocurre es que también es un problema de un defectuoso funcionamiento del Estado de Derecho, del Estado social. Porque no hay viviendas suficientes. No se puede ofrecer una vivienda a las personas que no tienen la posibilidad porque no las hay. ¿Por qué? Porque las instituciones no han trabajado para que eso tenga una solución fácil. Tú fíjate en las personas afectadas por el derrumbe de un muro en Rabiche. Se les buscó una solución, aquí te pillo, aquí te mato, porque no hay una disponibilidad de viviendas públicas para poder tomar una decisión de forma inmediata.

¿A qué áreas habría que prestar más atención jurídica y mediática?

A la infancia. Prestamos mucha atención a la violencia de género, que la tiene que tener, evidentemente, pero se presta menos a los niños, a la infancia, desde la óptica de que son también sujetos de violencia de género. Cuando hay violencia de género hacia mujeres, normalmente, también la hay hacia los niños. De una manera directa o indirecta, porque la violencia de género no solamente es física, sino también psicológica. Y esos niños que viven en esa violencia en las casas, de mayores, tienen problemas psicológicos importantes.

¿Qué le parecen figuras mediáticas como Emilio Calatayud, el juez de menores de Granada?

Yo creo que vienen bien. La forma de actuar de Emilio Calatayud dio lugar a modificar la Ley de Menores y a pensar en cosas que, quizá, no nos habríamos planteado de una forma tan directa si él no hubiera empezado a actuar de esa forma.

Él popularizó el artículo 155 del Código Civil, que obliga a los menores a obedecer y respetar a sus padres.

Efectivamente. Yo estuve de jueza de menores una temporada, compatibilizando con la Audiencia. En aquella época, era prácticamente imposible establecer una sanción para que un menor pintara una tapia, por ejemplo. Me pasó con el Instituto ‘La Vaguada’, que lo pintarrajearon entero por fuera y era imposible obligarle a aquello porque no había seguro y, si mandábamos al chaval ir allí y se caía, fíjate tú. Y todo eso está solventado ahora, a través de los Servicios Sociales. Condenar a aprender a leer o, como estás conduciendo sin licencia, a sacarte el carné de conducir.

Los padres de hoy ¿lo hemos hecho rematadamente mal?

(Risas). Un poquito. Los padres de hoy tenemos mucha responsabilidad en muchas de las cosas que hacen nuestros hijos. Es duro aceptar eso. Yo ya tengo 67 años y la forma de vivir de mi infancia y mi juventud no tuvo nada que ver con la de ahora. Entonces, lo que nuestros padres podían darnos no tenía nada que ver con lo que hemos podido dar a nuestros hijos. Muchas veces, nos hemos pasado dando, dando y dando y los chavales han aprendido que pueden tenerlo todo con muy poquito esfuerzo. Y eso no es bueno.

¿Cómo valora la polémica en torno al acceso a la Judicatura y a la Fiscalía?

La oposición tiene su significado pero pensar que solo por sacarla ya eres un buen juez, tampoco. Hay que reflexionar mucho y muy bien, sabiendo qué modelo de juez queremos y establecer el modo de acceso para conseguir eso. Dicen ahora, mayoritariamente, que una oposicion como la de juez es muy democrática. Cuando el Gobierno ha planteado una posibilidad de modificación del modo de acceso, la mayor parte de la carrera judicial dice que no porque esto es lo más democrático y tiene algo de razón. Es verdad que, ahora, casi todo el mundo puede acceder, sobre todo, con las becas. Pero las becas son de ahora, no de antes. Hay familias que no pueden estar cinco años manteniendo a una persona para que prepare una oposición, que es la media. Lo que me planteo es, porque alguien se sepa de memoria 320 temas de la oposición ¿es un buen juez? La memoria está muy bien pero hay otros elementos importantes, como la razón, la inteligencia, la posibilidad de comparar unas cosas con otras, el sentido común y hacer unas resoluciones razonables y razonadas. Hay personas con buena memoria que tienen todas esas virtudes también y otras, que no. Luego, es verdad que, tras la oposición, hay un periodo de Escuela Judicial, en el que se deberá aprender el ejercicio profesional en la práctica, y períodos de prueba en los juzgados.