Gastronomía
El fabuloso pueblo que conquista a los británicos por su comida
La prensa inglesia destaca de este histórico municipio su combinación de los platos salados con los dulces
Está claro que hay gente a la que se la gana por el estómago. Pues hay un histórico pueblo española que tiene conquistado a los británicos por su rica y variada gastronomía. Así lo indica la prensa británica que recomienda a sus "paisanos" visitar esta preciosa localidad para degustar alguno de sus suculentos manjares.
Tal es así que la prestigiosa revista de viajes “National Geographic” se ha hecho eco de ello y ha realizado un reportaje sobre los atractivos de este pueblo. La publicación destaca que “esta pintoresca ciudad ha perfeccionado el arte tanto de los platos salados como de los dulces, ofreciendo al visitante la posibilidad de degustar delicias dulces, bollería esponjosa y cenas contundentes, todo en un mismo lugar”.
Además indica que “una vez probados algunos de los platos salados más emblemáticos de esta localidad, es probable que surja el antojo de algo dulce. Afortunadamente, la ciudad cuenta con una asombrosa variedad de opciones, fruto de una próspera tradición chocolatera”.
Astorga
Este municipio que ha conquistado los paladares más exigentes, que son la de los británicos, no es otro que el leonés de Astorga, que cuenta con un plato único en el mundo, el “Cocido Maragato”.
Cocido Maragato
Un cocido es un guiso hecho en una olla con agua, en la que se cuecen juntos carnes (de cerdo, vaca, gallina o carnero), embutidos, verduras (como la col, el nabo, la chirivía), patatas o zanahorias, legumbres (garbanzos, alubias) y otros aditamentos, a los que a veces se añaden algunos elementos fritos en el momento de servir (huevos, etc.). Sin embargo, debido a sus numerosas variantes regionales el nombre suele ir acompañado del gentilicio relativo a su origen geográfico (manchego, maragato, lebaniego, gallego, entre otros).
Cocidos hay muchos, y se puede realizar de diversas maneras, pero el que se realiza en Astorga es diferente a todos ellos. Lo que hace especial al “Cocido Maragato” es la manera de ser consumido, lo que se conoce como “los tres vuelcos”, tomados a la “vicunversa” o lo que es lo mismo a la viceversa. Es decir, al revés. Primero la carne, después los garbanzos con la berza y finalmente la sopa.
Hay numerosas anécdotas con respecto a esta manera de consumir las viandas. Una de ellas proviene del hecho de que en el trabajo de los arrieros el tiempo era oro, por lo que se consumía el cocido en el mismo carro mientras se continuaba el viaje al destino, con lo que era más sencillo empezar por la carne.
Otra, es que los maragatos ya llevaban los distintos vuelcos separados en fiambreras, lo que hacía que éstas se enfriasen, y al llegar al destino terminaban calentando en una fonda o pensión la sopa para entrar en calor.
Una de las anécdotas más curiosas cuenta que, durante la invasión del ejército napoleónico en el siglo XIX, las mujeres maragatas llamaban a la comida a los varones que estaban trabajando en el campo, por medio del sonido de un triángulo. A este sonido también acudían las tropas para hacerse con la comida de los arrieros, con lo que nunca les daba tiempo a terminar la carne (chorizo, tocino, pata, oreja, morro, lacón, gallina, etc.). Hartos de que fuesen otros los que se hicieran con la parte más nutritiva y cara del festín, los maragatos invirtieron el orden de la comida y así los soldados franceses comenzaron a quedarse solo con la sopa.
De todas estas historias ha quedado la frase típica “de sobrar algo, que sobre la sopa”. Lo que está claro es que no se puede ir uno de la Maragatería sin degustar este delicioso manjar, coronándolo para finalizar, con unas deliciosas natillas acompañadas de un trozo de bizcocho.
Chocolate
Pero Astorga cuenta con otros productos típicos castellanos, como son los asados, los embutidos, el vino, pero para poner el broche final a esta “fiesta gastronómica”, que mejor que hacerlo con un buen chocolate. Y el mejor está en Astorga, ya que la localidad leonesa cuenta con una gran tradición.
El buen nombre del chocolate de Astorga tiene una larga historia detrás. Aunque no se conoce la fecha concreta, sí se sabe que Astorga fue una de las primeras ciudades españolas en conocer el chocolate, quizá por las relaciones que estableció la nobleza local con Hernán Cortés en el siglo XVI. Durante el siglo XIX floreció en la ciudad una próspera industria chocolatera, y la ciudad llegó a contar con 49 fábricas en 1914. El Museo del Chocolate cuenta esta historia con atención a los detalles y al modo particular de elaborar el chocolate en la ciudad.
En la actualidad hay cinco fábricas de chocolate en Astorga y su comarca; la mayoría cuentan con establecimientos propios en la Calle Los Sitios, muy cerca del Palacio de Gaudí. Los chocolates de Peñín harán las delicias del más goloso; El Arriero Maragato ofrece el chocolate más sorprendente, con virutas de cecina. Alonso y Cabezas (La Cepedana) fabrican el chocolate a la taza típico de Astorga, que puede degustarse en su propia chocolatería (en la calle Padres Redentoristas) y en algunas cafeterías de la ciudad. La Maragatina mantiene el proceso de elaboración tradicional, y su chocolate a la taza conserva el sabor de siempre.
En la calle Pío Gullón, a escasos metros de la Plaza Mayor, la chocolatería Sonrisas se ha especializado en el chocolate a la taza local, que se puede acompañar con churros o con mantecadas. Abierta desde las 7 de la mañana (desde las 6 en verano), es cita obligada para los peregrinos antes de abandonar la ciudad, y el mejor lugar para merendar después de una visita al casco histórico de Astorga, según señala la web turística del municipio.
Además, en la localidad de Castrocontrigo se encuentra Chocolates Santocildes, que sigue tostando su cacao de manera tradicional en su fábrica. Varios establecimientos de la ciudad tienen productos de Santocildes a la venta, entre ellos la confitería La Flor y Nata. Sus chocolates negros son quizá los más exquisitos. La fábrica de Castrocontrigo cuenta con un Museo del Chocolate propio que bien merece una visita.
Museo del Chocolate
El Museo del Chocolate de Astorga es un museo específico que presenta y conserva la historia del chocolate en la ciudad. Su colección museística, única en España, alberga piezas de diferentes características relacionadas con el mundo del cacao y del chocolate, convirtiendo a este museo en un distintivo y referente de su género. En definitiva, un dulce museo que deleita los cinco sentidos de su público.
Horario
De martes a sábado de 10:30 a 14:00 h. y 16:30 a 19:00 h.
Domingos y Festivos de 10:30 a 14:00 h.
CERRADO:Los lunes. El 24, 25 y 31 de diciembre. El 1, 5 y 6 de enero. El 22 de mayo. Sábado tarde de Piñata y Circo Romano
Última entrada al Museo, 30 minutos antes del cierre.
Además la localidad leonesa celebra los años impares desde 2007 el Salón Internacional del Chocolate de Astorga (SICA). Reúne a productores de cacao, fabricantes de chocolate y amantes de este dulce llegados de todo el mundo. Ofrece al público talleres, degustaciones, catas y todo tipo de actividades con un denominador común: el chocolate.
Atractivos monumentales
Pero Astorga completa su rica gastronomía con un impresionante patrimonio monumental, entre los que destacan:
Palacio Episcopal de Gaudí
El Palacio Episcopal de Gaudí, en Astorga, es un edificio de estilo neogótico diseñado por el arquitecto modernista Antonio Gaudí. El exterior del Palacio se asemeja a un castillo (con sus almenas, sus miradores y su foso), mientras el interior se parece más a una iglesia. La piedra elegida para el exterior, granito gris del Bierzo, integra el edificio en su entorno mediante un acertado contraste con la muralla y con la arenisca roja empleada en la Catedral.
El Palacio Episcopal de Astorga tiene planta de cruz griega, y gana volumen con la superposición de una planta cuadrada y las torres cilíndricas de las esquinas. El foso es uno de los elementos más singulares; fue la solución ideada por Gaudí para que el sótano contara con luz natural. El pórtico de entrada al Palacio y sus tres arcos abocinados son la imagen más característica del edificio; se ha dicho de él que está inspirado en la Torre Eiffel. En el lateral opuesto a la fachada principal, a la altura de la primera planta, se encuentra la capilla, rematada con un ábside y tres absidiolos. En la primera y segunda planta se abren amplios vanos decorados con vidrieras.
El singular genio del arquitecto está presente en cada detalle del Palacio Episcopal de Astorga, en el que pueden observarse algunos elementos que utilizará en proyectos posteriores. Son de especial belleza los arcos ojivales de cerámica vidriada y los numerosos capiteles de diferentes estilos que el propio Gaudí diseñó para las múltiples columnas del Palacio.
Es en el sótano donde mejor se percibe el aire medieval del estilo neogótico que Gaudí quiso imprimir a este edificio. La capilla, en la planta principal, es magnífica, quizá la más lograda de todas las estancias del Palacio; cada detalle, cada columna, cada vidriera son testimonio fiel del genio de Gaudí. La escalera de caracol del torreón noroeste, el comedor o la luz que inunda el edificio a través de sus vidrieras son solo algunos de los detalles que convierten al Palacio Episcopal de Astorga en la obra más importante de Gaudí fuera de Cataluña, y en su mejor aproximación al estilo neogótico.
El interior del Palacio alberga el Museo de los Caminos, dedicado al Camino de Santiago y en el que pueden verse obras de arte sacro dedicadas a la peregrinación a Santiago de Compostela.
Horarios
Invierno (desde el 1 de noviembre al 30 de abril): de 10:30 a 14:00 horas y de 16:00 a 18:30 horas.
Verano (desde el 1 de mayo al 31 de octubre): de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 20:00 horas.
El museo permanecerá cerrado: Los días 1 de enero, 6 de enero y 25 de diciembre.
Precios
El precio de la entrada es de 5,00 euros; por 6,00 euros se puede hacer la visita con una tablet que guía al visitante (es necesario llevar cascos propios). La visita guiada tiene un precio de 8,00 euros (6,50 euros para grupos). Las entradas se pueden adquirir en la web del Palacio de Gaudí.
Catedral de Astorga
Las primeras referencias documentales a la Catedral de Astorga datan del siglo III; es la sede episcopal de la Diócesis de Astorga, que comprende parte de las provincias de León, Orense y Zamora; originalmente incorporaba también las tierras de Miranda do Douro (Portugal). La Catedral de Astorga tiene el título de Apostólica, lo cual significa que la Diócesis fue erigida en conexión, quizá remota o indirecta, con alguno de los Apóstoles.
La actual Catedral se construyó entre los siglos XV y XVIII, por lo que combina elementos góticos (nave y capillas), renacentistas (portada sur), barrocos (fachada principal) y neoclásicos (claustro). La Catedral de Astorga es de planta basilical con tres naves; el espacio entre los contrafuertes lo ocupan diferentes capillas. Sus tres ábsides son poligonales, de singular belleza.
Las dos torres que acompañan a la fachada principal están unidas al cuerpo central por arbotantes. Ambas torres son virtualmente idénticas, salvo por el color de sus sillares; esta diferencia se debe a que ambas torres se construyeron con décadas de diferencia y con piedra procedente de distintas canteras. La conocida como «Torre Vieja», de color más oscuro, sufrió importantes daños durante el terremoto de Lisboa de 1755, por lo que terminó de (re)construirse en 1965. La «Torre Nueva», de color rosáceo, se concluyó en 1692.
El interior de la Catedral de Astorga alberga una de las obras maestras de Gaspar Becerra, el Retablo Mayor. El coro de la nave central, de estilo flamenco, cuenta con una magnífica sillería tallada en madera de nogal. La Capilla de la Majestad, situada a la izquierda del Altar Mayor, alberga un retablo del siglo XVII con una talla de la Virgen de la Majestad del siglo XII.
El complejo catedralicio incluye la Catedral (área de culto), el Museo Catedralicio, el Archivo Diocesano y el Archivo Capitular (área cultural), y el Hospital de San Juan, fundado en la Edad Media (área de la caridad).
La colección de arte sacro del interior de la Catedral se completa con las 600 piezas que acoge el Museo Catedralicio, en el que pueden verse la Arqueta de San Genadio, obra cumbre de la orfebrería prerrománica asturiana; la colección de orfebrería incluye también cruces procesionales y catedralicias, el Cáliz de Alonso de Portillo (s. XV)… Un Cristo en madera de boj de Gaspar Becerra o un arcón policromado del siglo XIII son algunas de las más interesantes en una colección de más de 600 piezas de arte sacro.
La visita a la Catedral de Astorga y su Museo cuenta con audioguías en siete idiomas (español, portugués, inglés, alemán, francés, neerlandés e italiano). El precio de la entrada es de 6 euros (5,5 euros para mayores de 65 años; 4,5 euros para peregrinos, estudiantes y desempleados; precios para grupos y otros colectivos disponibles en taquilla o llamando al teléfono 987 615 820).
El horario de verano es de 10:00 a 20:30 horas de lunes a domingo, excepto durante el culto (domingos a las 12:00). Este horario está en vigor entre los meses desde abril hasta octubre, ambos inclusive.
El horario de invierno (de noviembre a marzo) es de 10:30 a 18:00 de lunes a domingo, excepto durante el culto.
Iglesia de San Pedro de Rectivía
La Iglesia de San Pedro de Rectivía, en Astorga, nació en la Edad Media, al pie del Camino de Santiago, como un templo auxiliar para prestar servicio a los peregrinos y a los habitantes de este barrio extramuros. Situada en una de las zonas más humildes de la ciudad, el templo sufrió distintas reformas y ampliaciones hasta que, ya en el siglo XX, se decidió apostar por un edificio de nueva planta que ocupara el solar de la antigua iglesia y otro aledaño. Las obras dieron comienzo en 1970 según el proyecto de los arquitectos Ángel Mirones Velar y Ceferino Bada Castañón, y el actual templo abrió sus puertas en 1972, integrado en un moderno conjunto parroquial que se convirtió en el alma del barrio. Es el edificio de arquitectura contemporánea más importante de Astorga.
La iglesia de Rectivía es la única de Astorga construida después del Concilio Vaticano II, lo que la convierte en una rara avis en una diócesis pequeña y tradicional. La ruptura que supone en todos los aspectos este edificio se entiende también atendiendo a los planteamientos teóricos de Edward Mills y de Peter Hammond, que en las décadas de 1950 y 1960 apostaron por iglesias que, más que parecer iglesias, se construyeran de una forma más práctica, pensando en su funcionalidad: iglesias «en consonancia con el espíritu de su tiempo». Los arquitectos Bada y Mirones lo lograron con creces.
Olvidada una vez sí y otra también en guías de Astorga, quizá porque su aspecto exterior y sus paredes de ladrillo visto carecen de la monumentalidad que se presupone a la piedra, lo cierto es que estamos ante uno de los edificios más singulares de Astorga, en el que cada tesela tiene un valor que va mucho más allá de lo puramente artístico.
El voladizo sobre la portada es la imagen más poderosa de esta iglesia de barrio, aunque es en el detalle de la fachada, cubierta en toda su extensión por mosaicos, donde se esconde uno de sus secretos más reveladores. Todos los mosaicos de la Iglesia de San Pedro de Rectivía son obra de un taller de mosaico que nació en los locales del complejo parroquial, Musivaria Antiqua, y que durante años ha decorado, palmo a palmo, cada rincón de la portada, buena parte del suelo de la Iglesia y algunos muros de la capilla con motivos religiosos. Musivaria Antiqua fue durante años un taller ocupacional en el que algunos voluntarios, que iban y venían, encontraron mucho más que una forma de ocupar su tiempo. El Camino de Santiago es protagonista de parte de los mosaicos, en los que hay también inscripciones en árabe y en hebreo que invitan al diálogo interreligioso.
Otro de los elementos singulares de la Iglesia de San Pedro de Rectivía son sus vidrieras de hormigón, en las que están representadas las 14 estaciones del Via Crucis, obra del escultor zamorano Higinio Vázquez. Su radical modernidad, su profunda espiritualidad, son el filtro por el que la luz ilumina cada rincón de una nave exenta por lo demás austera. Solo una bellísima talla, el Cristo del Amor y del Perdón (1995), obra del ebanista local Enrique Morán, rompe la sencillez del ladrillo y el hormigón. Esta imagen de Cristo Crucificado es una de las protagonistas del Via Crucis que cada Martes Santo se celebra en Astorga con motivo de la Semana Santa.
Ayuntamiento de Astorga
El Ayuntamiento de Astorga y su bellísima fachada barroca del siglo XVII es la imagen más característica de la Plaza Mayor de Astorga. Proyectado por Manuel de la Lastra, las obras concluyeron en 1675. En el siglo XVIII se añadió la espadaña con el fin de albergar el reloj de autómatas en el que dos maragatos (Juan Zancuda y Colasa) anuncian cada hora con el correspondiente número de golpes en la campana central.
Plaza Mayor de Astorga
La Plaza Mayor de Astorga, de planta cuadrangular y con soportales en tres de sus laterales, está situada sobre parte del foro romano de Asturica Augusta. En la actualidad está cerrada al tráfico, lo que la convierte en lugar de paseo y reunión para astorganos y visitantes. Los martes por la mañana acoge un tradicional mercado con puestos de venta no permanentes. Durante los meses de buen tiempo la Plaza Mayor se llena de terrazas en las que disfrutar de las tradicionales tapas y de otras delicias locales.
El reloj de los maragatos
El reloj de los maragatos que puede verse en la espadaña del Ayuntamiento de Astorga es un reloj de autómatas. El primer reloj de autómatas fue obra de Bernardo Francos a mediados del siglo XVIII. Se trataba de un reloj muy complejo para la época en el que dos maragatos, ambos hombres, daban las horas; el reloj sufrió distintas averías, la última de ellas irreparable. Se convirtió en toda una atracción en una época en la que los relojes de autómatas eran una rareza.
En 1804 se encarga la construcción de un nuevo reloj al astorgano Bartolomé Fernández, autor también del reloj de la Catedral de Astorga. Este segundo reloj de autómatas, mecánico, introduce una novedad en las figuras, que pasan a ser un hombre y una mujer, ambos ataviados con el traje maragato tradicional. Los famosos maragatos del reloj del Ayuntamiento de Astorga se llaman Juan Zancuda y Colasa; hay quien se refiere a ellos, erróneamente, como Colás y Colasa. Este reloj funcionó durante casi dos siglos; en la actualidad puede verse en el Museo del Tiempo de Astorga, restaurado, junto a una colección de 200 relojes de pared atesorados por un relojero local, José Ramos.
El tercero de los relojes de autómatas mantiene el funcionamiento de los anteriores, aunque con importantes mejoras tecnológicas; se trata de un reloj automático al que no es necesario dar cuerda a diario. También se retiraron las figuras de madera de Juan Zancuda y Colasa, que se encontraban muy deterioradas, sustituyéndolas por unas de aluminio. Instalado en 1974, sigue siendo una de las atracciones favoritas de los más pequeños y de cuantos visitan Astorga.