Patrimonio

La imponente iglesia mozárabe en plena meseta castellana

Esta joya monumental se encuentra en un pueblo vallisoletano de apenas un centenar de habitantes

Iglesia de San Cipriano en San Cebrián del Mazote (Valladolid)
Iglesia de San Cipriano en San Cebrián del Mazote (Valladolid)San Cebrián del Mazote

Son numerosos pueblos en toda España que cuentan con un patrimonio sin igual. Unos en buen estado. Otros no tanto. Bien por el deterioro sufrido por el tiempo o por que no han contado con las suficientes ayudas para su conservación y restauración. Pero la joya que visitamos hoy, y que se encuentra en un pequeño pueblo de apenas un centenar de habitantes, merece la pena adentrarse en ella y admirarla.

Nos acercamos hasta la provincia de Valladolid. Allí, a unos 67 kilómetros de la capital, se encuentra este pequeño municipio. Su nombre: San Cebrián del Mazote, localidad que se remonta a finales del siglo IX, tiempo aquel cuando una comunidad de monjes mozárabes se asentaba en estas tierras.

Iglesia de San Cebrián de Mazote
Iglesia de San Cebrián de MazoteDip. Valladolid

En estos lares cuentan que fue reconocido Fernando III como rey tras la muerte de su padre Alfonso IX en el año 1230. Y justo aquí nos topamos con la joya en cuestión, la iglesia de San Cipriano o de San Cebrián, prerrómanica o mozárabe y el mayor templo hispano de este periodo, y que comenzó a levantarse a principios del siglo X.

 

No es especialmente grande. 30 metros de largo por otros catorce de ancho y once de altura en su nave central. Pero su interior embriaga al visitante tanto por su armonía como por su belleza al estar representadas influencias artísticas variadas. Y con el paso de los años y siglos se van añadiendo nuevos elementos, entre ellos, la portada con espadaña a los pies del templo

Sus dimensiones no son excesivas, unos 30 metros de largo por otros catorce de ancho y unos once de altura en la nave central. Pero su estructura embriaga al visitante por su armonía, elementos y técnicas recogidas de las influencias artísticas del pasado. A lo largo de los siguientes siglos se van haciendo distintas reformas y añadiendo nuevos elementos como la portada con espadaña que se encuentra a los pies del templo.

Gracias a la figura de Agapito y Revilla y Lámperez, en el año 1902, se empieza a dar importancia a este elemento patrimonial, y 30 años después, en 1932 arranca una importante restauración que se prolongará durante trece años debido a la guerra civil. La última intervención se hará en el año 1990.

En la actualidad podemos ver una iglesia de planta basilical de tres naves compuesta por cinco columnas y otra arquería a modo de crucero, aunque todo lo que hay tiene ya poco de original. De su programa escultórico destacan los capiteles, el mayor conjunto que se conserva en una iglesia prerrománica peninsular. Desde 1916 es Monumento de Interés Cultural.