
Patrimonio
El inexpugnable castillo cristiano junto al Duero con el que no pudo ni Abderramán III
La fortaleza cuenta con una puebla amurallada de la que permanecen varios fragmentos de lienzos que se extienden hacia el río que se van a restaurar para que recupere su esplendor pasado

Castilla y León es un territorio formado y forjado a través de siglos de historia de dos antiguos reinos, el de Castilla y el de León, que han dejado un legado monumental sin igual en el mundo.
Monasterios, conventos, catedrales, iglesias, ermitas, casonas, palacios o castillos forman parte de la ingente riqueza de la que esta comunidad puede presumir hoy en día.
Y una de estas joyas arquitectónicas que es la protagonista de estas líneas de hoy se encuentra en la provincia de Soria y, además, va a sufrir en los próximos meses unos trabajos de mejora y restauración encaminados a que este lugar vuelva a brillar en todo su esplendor, como lo hacía en el siglo X, fecha en la que se construyó.
Se trata del Castillo de Osma, Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento y una de las fortificaciones cristianas más importantes de la frontera del Duero, por cuanto constituía una defensa cristiana estratégica enfrentada al sistema de fortificaciones de la Marca Media del Califato en lo que hoy son las provincias de Soria y Segovia.
La primera referencia documental de la existencia de un castillo cristiano en Osma es de 910. Se levanta entonces una fortaleza condal cuyas torres han desaparecido. Afortunadamente sabemos de su existencia y sus características gracias a unos dibujos conservados en la Catedral del Burgo.
Construido entre los siglos X y XI, este castillo fue modificado entre los siglos XIV y XV y llegó a tener tres recintos amurallados de forma irregular, adaptados al cerro donde se asienta. Para levantar esta fortaleza real se reutilizó material constructivo procedente de la vecina ciudad de Uxama: sillares, tambores de columnas y otros elementos de enorme calidad fueron transportados y acopiados para edificar el castillo ramirense, según se informa en la web de patrimonio cultural de la Junta.
Como curiosidad, el castillo de Osma contó entre otras novedades constructivas con unas cámaras de tiro con saeteras en la parte baja de los muros con un canal de tiro innovador que permitía que los arqueros enemigos no pudieran embocar el tiro hacia ellos. Este tipo de saeteras sólo se conocen en Tierra Santa durante la Primera Cruzada. Así se sabe también que hubo una relación directa entre uno de los señores de Osma y la construcción de los castillos cristianos en los Santos Lugares.
Las pronunciadas pendientes de más de 45 grados y las saeteras construidas por los leoneses resolvieron que el ejército del califa se retirara sin poder tomar la pequeña fortaleza.
La interpretación que ambos bandos forjaron de la batalla no deja de ser curiosa. Según una crónica cristiana, la hueste de Abderramán III, uno de los gobernantes más importantes de la historia de la Humanidad, demostró una enorme cobardía por no subir las laderas para luchar. Por su parte, los andalusíes dejaron testimonio de lo cobardes que habían sido los leoneses de Ramiro por no abandonar la fortaleza y combatir en campo abierto.
Almanzor si llegó a tomar la fortaleza y realizar algunas obras, tal vez el forro de las torres condales. Después pasó a manos cristianas con Fernando I en 1011 que a su vez acomete las obras de las almenas. Desde esa fecha adquiere una enorme importancia para los cristianos en su defensa de la frontera del Duero.

La fortificación se completó, además, con una torre avanzada para recoger agua del río; a este tipo de torres se les conoce como corachas. En 1194 el rey Alfonso VI, que ya había tomado Toledo en 1086, conquista Medinaceli y la frontera se traslada definitivamente hacia el sur.
En el siglo XVI, dio comienzo el rápido declive del edificio, al perder tanto su valor estratégico como poblacional. Aún así, durante los siglos XVII y XVIII se mantuvieron y repararon las construcciones existentes. Al respecto hay fuentes documentales y pictóricas que describen y muestran la situación del castillo en esas fechas y que permiten identificar las dos torres desaparecidas.
En el siglo XVIII se inicia la destrucción y expolio del castillo. Así, en 1706, durante la guerra de sucesión, hay un intento de voladura de la muralla que deja grandes agujeros para colocar explosivos. Seguidamente, entre 1739 y 1767, las torres del medio y sureste sirvieron como cantera para levantar la destruida torre de la catedral burgense.
La fortaleza cristiana de Osma se completaba con una puebla amurallada de la que permanecen varios fragmentos de lienzos que se extienden hacia el río donde aún subsiste una torre coracha o torre del agua. La función de la torre era militar, pero sobre todo administrativa. Controlaba el paso de mercancías y personas por el puente situado a sus pies y , por tanto, el cobro de los impuestos de transito.
De la puebla conocemos su necrópolis plenomedieval con tumbas excavadas en la roca, algunas de ellas tapadas con tablones que se encajaban en un resalte y un acuartelamiento de barracones militares del siglo XIV, aledaños a la muralla sur.

Obras en la muralla de puebla
Puesta muralla de la puebla es la que se va a condicionar en los próximos seis meses gracias a una inversión de medio millón de euros del Ministerio de Cultura.
Las obras persiguen, por su parte, recuperar el recinto fortificado situado a los pies de la ladera, donde pudo extenderse la puebla medieval.
Los trabajos serán desarrollados por la empresa adjudicataria Francisco Ruiz Cano S.L., y dirigidos por Fernando Cobos, el arquitecto responsable del plan director del castillo, en el que se enmarcan.
La actuación, diseñada en dos fases multidisciplinares y complementarias, tiene como objetivo documentar y recuperar el sector suroeste del recinto amurallado.
Las tareas planteadas incluyen la excavación arqueológica y trabajos de desescombro, consolidación y restauración, así como una serie de actuaciones encaminadas a permitir la visita del público a las estructuras excavadas y recuperadas.
Los trabajos arqueológicos desarrollados en esa zona en 2022 y 2023 han servido de base para la redacción y ejecución de la intervención actual que abordará la excavación en áreas tanto de la Torre del Agua como de las inmediaciones del lienzo de muralla, dos espacios de especial interés para entender los accesos que hubo al recinto amurallado.

El desescombro de los espacios exteriores se realizará hasta la rasante de la muralla y del interior hasta alcanzar los niveles de uso originales, que serán respetados.
Por otro lado, la protección de los restos arqueológicos y murarios consistirá en la restauración parcial de los careados, las fábricas y los paramentos, la realización de recalces, cosidos o atados puntuales, la coronación de muros y la restauración volumétrica puntual que permita la legibilidad del recinto fortificado.
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