
Sociedad
Los ponferradinos acuden de nuevo la plaza de la Encina bajo un cielo encapotado para contemplar la singular carrera de San Juanín en la procesión del Encuentro
La irrupción de la lluvia en el tramo final de la procesión obliga a cubrir con plástico el paso de Nuestra Señora de la Soledad

Los ponferradinos volvieron a madrugar este Viernes Santo bajo un cielo encapotado para contemplar una de las procesiones más esperadas de la Semana de Pasión de Ponferrada: la del Encuentro. Se trata de la procesión fundacional, la más antigua de la Real Hermandad de Jesús Nazareno, con unos 400 años de historia, y una de las más multitudinarias debido a su singularidad. Son muchos los ciudadanos que cada año madrugan para no perdérsela ya que cuenta con varias cosas que la hacen única. La lluvia respetó parte de la celebración, pero al final irrumpió y se tuvo que cubrir con plástico el paso de Nuestra Señora de la Soledad en el tramo final de su recorrido.
La cita comenzó, como es habitual, en torno a las cinco de la madrugada, cuando los llamados ‘corredores’ de la Real Hermandad de Jesús Nazareno salieron de nuevo a las calles de la ciudad para hacer sonar sus cornetas y clarines llamando a los cofrades y a los vecinos para que participaran, a partir de las nueve de la mañana, en esa procesión del Encuentro. Se trata de un sonido muy característico, lúgubre y sobrecogedor, que cada Viernes Santo despierta a los ponferradinos. Ésta llamada de clarines y timbales es una de las peculiaridades de la Semana Santa de la capital berciana, declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional desde hace una década.
“Los corredores se dividen en grupos y recorren toda la ciudad hasta las nueve de la mañana, que es cuando empieza la procesión”, explica el mayordomo de la Real Hermandad de Jesús Nazareno, Salvador Fernández.
Tras el recorrido, puntuales, salieron a las 9 horas desde la iglesia de San Andrés los seis pasos que conforman la procesión: la Oración en el Huerto, la Flagelación, el Ecce Homo, el Jesús Nazareno, San Juanín y Nuestra Señora de la Soledad. Otra de las particularidades es que los cofrades procesionan ‘uno a uno’, con su túnica negra, la cabeza cubierta y la soga al cuello. Los ciudadanos contemplaron de nuevo, en absoluto silencio, a la comitiva, que realizó el recorrido habitual, por la plaza del Temple, las calles Pregoneros, Cruz de Miranda, Jardines, la plaza del Ayuntamiento, la calle del Reloj y la plaza de la Encina. Tras una breve entrada en la basílica de la Encina, donde se realizó la tradicional genuflexión, los cofrades regresaron a la plaza para protagonizar el momento álgido de esta mañana de Viernes Santo: el Encuentro. “Ahí hay como si fueran dos procesiones: por un lado Jesús Nazareno y por el otro la virgen de la Soledad y San Juanín. La peculiaridad es que San Juanín se acerca a Cristo, quien le pide que vaya a buscar a su madre y que le anuncie que su hijo está en la cruz”, relata Fernández. Fue entonces cuando los costaleros que trasladan a San Juanín realizaron su habitual carrera hacia la Virgen de la Soledad para transmitirle ese mensaje, que es el momento más esperado por los fieles, además del más llamativo de esta cita.
Tras él los pasos regresaron a la Iglesia de San Andrés, desde donde volverán a salir, si lo permite el tiempo, a las 18.30 horas para participar en la procesión más larga de la Semana Santa de Ponferrada, la del Entierro.
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