Curiosidades
La provincia española que, con ingenio, ha convertido las pullas en algo fascinante
Incluidas en motes, refranes, cuentecillos o coplas han pasado de generación en generación hasta nuestros días para enriquecer la lengua de Cervantes
El español, esa bella lengua que hablan más de 600 millones de personas en el mundo, y subiendo, cuenta con numerosas muchas singularidades, como que se lee y escribe tal y como se pronuncia o que se pueden decir más sílabas por segundo que en cualquier otro idioma.
Asimismo, tiene una palabra especial y única en el mundo: pedigüeñería. Y lo es porque tiene los cuatro signos ortográficos que un término puede tener en esta lengua: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i.
Y además sen haituales los dichos, refranes y expresiones populares como por ejemplo, "Me he quedado la cartera en casa", muy habitual enValladolid, en lugar de decir se me ha olvidado.
Pero en estas líneas de hoy queremos habla de las pullas, que según el Diccionario Hispánico Universal en su edición de 1977 es un dicho con que indirecta o embozadamente se zahiere. También cuenta que es una expresión aguda y picante, dicha con prontitud, además de una palabra o dicho obsceno.
Las pullas son considerados también motes o apodos, refranes, cuentecillos o coplas, según la ocasión, e incluso decires de carácter festivo a la vez que ofensivo a la vez que circulaban libremente y con relativa frecuencia por la España de Cervantes. No hay parte en España que no sufriera pullas, ni lugareño que no las padeciera en carnes propias.
Y hay una provincia de Castilla y León donde a lo largo de la historia han hecho de las pullas casi un modo de vida y una virtud, por el ingenio que desbordan sus habitantes.
Nos estamos refiriendo a la provincia de Segovia
Y es que un trabajo de Luis Domingo Delgado, que puede leerse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, acerca muy bien estas pullas que se lanzaban en estas tierras segovianas desde tiempos inmemoriales y que han pasado de generación e generación para enriquecer la lengua española.
Así, por ejemplo, entre las pullas que se dirigen a una persona solo y que no son precisamente benévolas se encuentran estas que se han dicho y se dicen todavía en los pueblos segovianos como Aguilafuente, Lastras de Cuéllar u Olombrada por citar algunos: "Cagaprisas", "burromalo", "tío Retaco", «Trabuco», «Cachacantos», «Culón», «Bocallena», «Cagarranas», "Morucho" o «Matacristos».
También hay coplillas como esta típicas segovianas, cuya intención es ridiculizar a alguien:
«Antonio, retoño,
repica el pandero;
se sube a la torre
y espanta a los perros».
O esta otra:
«Mañana es domingo de pipiripingo,
se casa Benito con una mujer
que tiene las tetas como un cascabel».
Para referirse a la gente un poco veleta, atolondrada o dura de mollera con personajes o colectivos humanos singularizados por algún motivo especial hay estas otras pullas.
«Eres como el camino de Valderrogel, que pronto se pierde sin saber por qué», que se decía en Cuéllar. O «Eres más torpe que el cura de Berrocal, que sólo sabía leer en su misal», que se decía en Tenzuela, Aldeasaz, La Cuesta, Losana de Pirón; O esta otra, «Eres más tonto que el sastre de Navares, que ponía la tela, el hilo y los pulgares» (Urueñas, Castroserracín, Ciruelo, Encinas, Barbolla).
Luego hay otras que afectaban a la masculinidad de los hombres y más de un jaleo ha traído: «Anda de ahí, que dices que tienes y lo que te cuelga es una lombriz». Y esta otra: "Ahí detrás del pilón hay una caja sardinas; no te agaches a por ella que se te cae la minina».
Las mujeres tampoco se han escapado y también han sufrido lo suyo. Por ejemplo en esta pulla: «Las mocitas de mi pueblo se han comprado una romana para pesarse las tetas tres veces a la semana". O estas otras: « Vengo a rondarte esta noche y a traerte de aguinaldo una morcilla caliente, aprieta que suelte el caldo».
«No hay cosa que tenga la cabeza más dura que la mujer y la mula».
Los curas y eclesiásticos ni mucho menos se han librado de las pullas y también han recibido las suyas, y no precisamente con caridad cristiana: «Los frailes del Henar son aves de rapiña; se meten en el pinar y no dejan una piña». Y esta: «Entre la madre y la hija, entre la hija y la madre; sacaron en calzoncillos al señor cura a la calle.».
O esta relacionada con el buen comer de los religiosos: «Si los curas comieran berros del río; no estarían tan gordos los tíos jodíos". O esta otra que hace referencia a la sexualidad: «Con los curas a oscuras nunca te quedes; que aunque se ponen faldas no son mujeres».
Y no falta tampoco el refrán o pulla para dar cuenta o saldar alguna deuda con algún pueblo vecino: «De Segovia, ni la mula ni la novia.»; «Golosos en San García y borrachos en Santa María», o «De los de Membibre, Dios me libre; que de los de Adrados ya me he librado.»
Y algunas más hirientes aún: «Los de Cuéllar, cuellaranos, tripas de marranos"; «En Moraleja se limpian los mocos con una teja»; «Los de Vallelado, una oreja a cada lado".
Y esta coplilla que tampoco deja títere con cabeza:
«En Vegafría, la manta fría»
«En Moraleja, la manta vieja»
«En Escarabajosa, la manta piojosa»
«En Olombrada, la manta cagada»
Y una más:
«Para garbanzos Valseca,
Para nabos La Lastrilla;
para cabezotas Roda,
para guarras Encinillas»