Sociedad
La única plaza de toros hecha con carros de labranza está en este espectacular pueblo
El municipio además de acoger festejos taurinos cuenta con un rico y variado patrimonio monumental y natural
Llega los primeros días del verano y con él los pueblos de la geografía española acoge numerosos festejos de la "Fiesta Nacional". Pese a que muchos quieren acabar con la tauromaquia. los vecinos de los pueblos no quieren perder sus tradiciones, y más que nunca participan en los festejos que se organizan alrededor de este mundo. Y es que la mayoría de las fiestas patronales giran en torno al toro, ya sea con corridas, encierros y cortes. Y para desarrollar estas actividades, las localidades cuentan con sus diferentes espacios de diversa categoría. En esta ocasión nos vamos a centrar en el único pueblo de España en el que su plaza de toros está hecho con carros de labranza.
La tauromaquia (del idioma griego la define la Real Academia de la Lengua Española (RAE) como 'el arte de lidiar toros', tanto a pie como a caballo. Sus antecedentes se remontan a la Edad de Bronce. La tauromaquia reúne el concepto y las reglas que definen el arte de lidiar o toreo, un arte que nació en España del que se tiene constancia en el siglo XI con la celebración de festejos taurinos en Ávila y en Zamora en el siglo XIII. La forma más conocida de tauromaquia es la corrida de toros cuya expresión más moderna surgió en el siglo XVIII.
Pues existe un pueblo en el que esta celebración es muy particular, ya que la plaza la conforman carros de labranza, lo que le convierten en un espacio único en España. Si que es verdad que las primeras plazas eran de estas características, pero con el paso del tiempo eso ha ido cambiando, excepto en la localidad salmantina de San Felices de los Gallegos, que mantiene este particular recinto, que nació en el siglo XV. Tres siglos después esta plaza de toros era la protagonista de la Fiesta del “Noveno”. Fiesta que se celebra desde el año 1852, y que sirve para conmemorar un hecho histórico, la independencia de San Felices de la Casa de Alba. Sin lugar a duda, San Felices de los Gallegos, es el único pueblo de España que consiguió su independencia, de forma pacífica, a través de los juzgados. Recibe el nombre de "El Noveno" porque es el nombre del impuesto que los vecinos de San Felices debían abonar al Duque de Alba: "El Noveno de sus frutos".
Esta fiesta, que cuenta con la declaración de Interés Turístico Regional desde el año2005, es conocida en toda la comarca por su tradicional forma de cerrar la plaza con carros de labranza, colocado sobre ellos, trillos, tablones y banquetas, desde donde el personal presencia los festejos. Sus encierros a caballo, sus desencierros, capeas y novilladas todo ello con entrada gratuita a la plaza.
El domingo al finalizar el encierro matinal se celebra una misa en acción de gracias por esta independencia leyéndose la "Sentencia de El Noveno" y cantando el "Te Deum". Esta fiesta se celebra el segundo fin de semana de mayo.
Pero este no es el único atractivo de este espectacular pueblo, que según cuenta D. Guillermo Toribio fue fundada en el año 690 por un obispo de Oporto llamado don Félix, que la bautizó "San Felices" en honor a su santo y, como sus primeros pobladores fueron oriundos de Galicia, pasó a conocerse como "de los Gallegos".
Durante la invasión musulmana fue destruida y será reconquistada por Alfonso VII "El Emperador" en el siglo XII. En el siglo XIII adquiere la categoría de villa y en el año 1291 el rey Sancho de Castilla, le concede el privilegio de tener mercado todos los lunes, mercados que se vendrán celebrando hasta el siglo XX.
En el año 1296 conquista la villa el rey portugués Don Dionis, que levantará el actual castillo, pasando a ser un pueblo portugués. En 1327 vuelve a ser castellana como parte del señorío de Don Alfonso de Alburquerque, un caballero de origen portugués íntimamente unido a don Pedro I "El Cruel".
Volverá a ser portuguesa hacia 1370, aunque esta vez sólo durante un año. En el siglo XV, San Felices pasa por su mejor esplendor siendo la Villa lugar de residencia de personajes reales, entre ellos la condesa Doña Leonor la cual creció en el castillo de esta villa y que pasaría a ser reina de Aragón y abuela de Fernando "El Católico".
Con motivo de la Guerra de Sucesión castellana entre Isabel "La Católica" y su sobrina Juana "La Beltraneja", San Felices será conquistada por las tropas portuguesas al haberse aliado con la causa de doña Isabel. Tras la derrota de los portugueses en la Batalla de Toro algunas villas se tenían todavía a favor del rey de Portugal, entre ellas estaba la de San Felices, al mando de Gracián de Sessé, contra el cual se amotinaron los vecinos de la villa colgándole del denominado Arco de las Campanas, de ese modo la villa, volverá a ser castellana y los Reyes Católicos la entregarán a García Álvarez de Toledo, primer Duque de Alba. El Duque impondrá a su señorío el "Noveno", un impuesto que consistía en entregar al Señor una parte de cada nueve de todos los frutos y productos.
Durante el reinado de Felipe II, los vecinos compran al rey las tierras realengas de su término y empiezan a litigar para que se les quite el impuesto del Noveno (lo consiguieron 300 años después, en 1852).
En la Guerra de la Independencia española contra la invasión napoleónica, los vecinos de San Felices volverán a tener un papel destacado. La batalla final la libró el pueblo en las afueras de San felices, donde los franceses destruyeron el Convento de San Juan y parte de la Ermita de Nuestra Señora de la Luz. Después de día y medio de combates tomaron San Felices y establecieron allí su campamento hasta la retirada tres años después (1812), informa la página web del Ayuntamiento.
En la actualidad cuenta con unos 400 habitantes y es de los pueblos destacados del parque natural de Arribes del Duero entre otras cosas por estar declarado conjunto histórico-artístico.
Atractivos monumentales
Para obtener estos reconocimientos, la localidad salmantina cuenta con numerosos monumentos entre los que destacan:
- Castillo y Cerca Vieja: Conjunto que actualmente cuenta con tres partes diferenciadas: La Cerca Vieja, El Castillo y la Fortificación del siglo XVIII. La primera conserva su recinto y gran parte de la muralla, que se puede recorrer en algún tramo por arriba; hoy está ocupado este recinto por numerosas edificaciones de usos mezclados, creando la Plaza del Castillo.
La muralla que define se compone de cubos cuadrangulares de los siglos XII y XIII y unas Torres Albarranas que se añadieron en el siglo XIV El Castillo propiamente dicho, conserva las dos barreras artilleras, intramuros y extramuros, además de una bien conservada Torre de Homenaje, como resultado de la reforma hecha a la antigua Torre de Don Dionis en el año 1476.
En el interior del Castillo actualmente alberga el Aula Histórica de San Felices que constituye uno de los hitos fundamentales de la denominada Ruta de Fortificaciones en la frontera hispano-portuguesa.
- Iglesia "Nuestra Señora entre Dos Álamos": De la primitiva iglesia de finales del siglo XII, sólo queda una portada románica, de la Poniente y la torre de las Campanas a modo de espadaña exenta.
El cuerpo principal de edificio, de sillería de granito, con dos naves laterales y una central, data del siglo XIV. En él destaca la portada con arquivoltas de medio punto, que es hoy el acceso principal desde la plaza de España. El ábside abovedado es de estilo gótico mientras que el retablo mayor, el coro y la torre del reloj, de planta cuadrada y tres cuerpos, son del siglo XVI.
En las naves laterales, se levantan dos capillas renacentistas, de finales del XVI y de principios del XVII. Bajo el pavimento del templo, de losas labradas, se encuentran las sepulturas de las principales familias de San Felices. Del siglo XVIII data el levantamiento de las torres del campanario. En 1887 un incendio destruyó el artesonado de madera original, del siglo XIV, un retablo mayor con tablas de Luis de Morales y el órgano, así como numerosos documentos.
- Ermita del Cordero: Ermita de una sola nave y planta rectangular con contrafuertes en los laterales. Los muros son de sillería de granito a los pies de la misma se cobija el acceso bajo un gran atrio con arcos de medio punto y bóveda de aristas. En la portada aparecen escudos con los emblemas de la Vera Cruz y del Nazareno. En uno de los laterales se sitúa el cementerio de San Felices.
Esta ermita se levantó sobre la antigua ermita de la Santa Vera Cruz en la primera mitad del siglo XVII. En ella se siguen organizando las fiestas de Santa Cruz, el primer fin de semana de mayo, siendo un tradicional lugar de llegada y acogida a los peregrinos.
-Arco del Puerto: Arco del Puerto del siglo XIV, perteneciente a una de las puertas del quinto recinto hoy desaparecido, formado por piezas de sillería que formalizan un arco apuntado.
Las necesidades de la guerra hicieron de San Felices una villa cerrada y la puerta del Puerto fue desde tiempos muy remotos la entrada principal de la villa. Por ella entraban los portugueses cuando la villa pertenecía a la corona portuguesa, siendo también signo de este acceso principal el puente románico del regato cercano, que se ha perdido. El arco, actualmente ha perdido el escudo de piedra del Caballero Señor que los coronaba, con las armas de su casa.
Atractivos naturales
Su situación geográfica hace que San Felices de los Gallegos se un paraíso para los amantes de la naturaleza a través de diferentes espacios entre los que resaltan:
-Parque Natural de las Arribes del Duero: La localidad está enclavada en el Parque Natural de las Arribes del Duero. Ofrece una riqueza, fruto del contraste de la llanura, destinada al cultivo de cereales y pastizales, con los profundos cañones y riscos escarpados por donde transcurre encajonado el Águeda, en su camino hacia Portugal, para unirse de nuevo al padre Duero. El Águeda es posiblemente, el único río de Las Arribes que conserva en la actualidad su ecosistema fluvial, gracias al cual podemos imaginar y recordar lo que fue toda la comarca de Las Arribes, en cuanto a su riqueza paisajística y a la naturaleza virgen, se refiere.
La orografía del terreno, con sus profundos cortados y riscos de granito, por donde fluye el río, sus estrechas veredas y caminos de herradura que conducen a bellos parajes de difícil accesibilidad, y su peculiar microclima mediterráneo, han proporcionado una variadísima vegetación en la que abunda encinas, robles, enebros, hayas, fresnos, arces, álamos... y se cultivan almendros, vides y olivos. Las jaras escobas, cantuesos, espinos, majuelos, hendirnos y tomillos que poblan los cortados y laderas han mantenido a salvo las reservas cinegéticas de fauna. Más de doscientas especies de vertebrados han encontrado refugio, gracias a la tranquilidad de estos parajes para vivir y reproducirse.
Las Arribes del Águeda acogen una reserva de aves, en su mayoría protegidas. Cigüeñas negras, buitres, alimoches, águilas perdiceras, águilas calzadas, águilas reales, búhos reales, mochuelos... sobrevuelan los riscos escarpados sobre los profundos cañones que la erosión fluvial ha originado. Crían también, en estos parajes, la nutria, la jineta, el tejón, el zorro y el jabalí.
- Rutas de Senderismo: El municipio ofrece numerosos recorridos para los amantes del senderismo entre los que destacan:
- Puente de los franceses: El recorrido que consta de seis kilómetros comienza en Hinojosa de Duero pasa por Sobradillo, Ahigal del los Aceiteros, San Felices hacia el Puente de los Franceses, Puerto Seguro y acaba en La Bouza.
- Mesa del Conde: Este lugar fue el preferido para sus cacerías por el Conde don Sancho, quien da nombre al paraje. Podrá contemplarse desde un mirador natural un gran salto de agua de más de 70 metros protagonista del paisaje.
Se inicia la ruta, de 3,5 kilómetros, por un camino ancho en buen estado. Al final del mismo se encuentra la entrada a una finca particular que tiene una pequeña meseta donde se puede descansar y contemplar el hermoso paisaje. Los atrevidos pueden descender unos metros por un sendero hasta un promontorio rocoso desde el que se pueden observar un corte profundo del terreno y un salto de agua.
- Sendero del Aceite: El sendero de 11,4 kilómetros de recorrido transcurre por terrenos suaves, sin apenas pendientes, arropado por almendrales y olivos, a veces interrumpido por fuentes de piedra medievales, molinos centenarios y puentes barrocos.
El paisaje modelado por el aceite de oliva, su cultura y las huellas que ha dejado en las gentes de estos pueblos, es el protagonista de este camino circular que une el conjunto histórico de San Felices de los Gallegos y la localidad de Ahigal de los Aceiteros.
- Puente de Rodavilla:Cercano al castillo y su torre, y realizando un breve paseo de no más de kilómetro y medio, nos encontraremos el Puente de la Rodavila, un pequeño y antiquísimo puente de origen romano con sillería de granito de dos ojos y arcos de medio punto separados por un tajamar triangular.
Junto al puente se encuentran una fuente y un abrevadero, ambos de granito y todo el conjunto en un entorno natural muy relajante.
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