Sociedad

Un viaje en el tiempo en el salón Retro Auto&Moto

"De pronto, una señal: un cartel me indica que el I Salón del vehículo clásico, de época y de colección ha llegado a Valladolid. Ni corto ni perezoso, aparco, me apeo y entro en el país de las retro maravillas"

Alfon Arranz en el salón Retro Auto&Moto
Alfon Arranz en el salón Retro Auto&MotoLa RazónLa Razón

Ayer fue un sábado de calma chicha. Tras las sonoras cargas estáticas de las tormentas del viernes, había una sensación estival en general y, tras tomarme un “agua con misterio”, salí a desengrasar los caballos de mi Volvo 850. Sin tecnologías, más que las punteras de los albores de los 90, sentía una felicidad ineludible. El viaje era en sí el destino, una traslación a sonidos de intermitentes grabados a fuego en el verano y del olor a los asientos de cuero que tantas siestas me acompañaban en aquellos viajes de 8 horas a Galicia.

De pronto, una señal: un cartel me indica que el I Salón del vehículo clásico, de época y de colección ha llegado a Valladolid. Ni corto ni perezoso, aparco, me apeo y entro en el país de las retro maravillas.

Ante mí se desplegaba un garaje que contenía auténticas joyas. Un Citroën Tiburón me guiñaba un ojo, mientras la sonrisa de un SEAT 1500 me cautivaba. Aquello fue un frenesí. El Toledo de mi gran amigo Raúl Gago (un genial realizador de TV, por cierto) me brindó uno de los mejores sonidos al ralentí que he escuchado en años. Un trasiego de preciosas motocicletas daba paso a los más variopintos SEAT 600 y a los Minis más resultones. Renault, como no podría ser de otra forma, desplegaba en la ciudad del Pisuerga toda su saga Alpine, mientras Ferrari abría sus puertas a los más curiosos a través de su modelo 348 TS. La presencia del futurismo del Volvo 480, coche que condujo el propio Iker Jiménez, hacía aún más divertida la visita.

Estaban todos los de aquella época: el 2CV del panadero, el Ford Fiesta verde manzana del profe de matemáticas y hasta el BMW del chulillo que venía a recoger a la vecina en aquellos años, cuando yo luchaba por degustar mi fresquito sin que se me rompiera el palo. ¡Todo un auténtico retro viaje!

Dos pasos más allá aparecieron cientos y cientos de coches de juguete y miniaturas que completaron el límite de mi autocontrol y desataron mis ganas de comprar compulsivamente coches de Norev, Guiloy, Mira o Guisval en los sets más decorados, cual plató de TV.

El salón de lectura también estaba de obligado cumplimiento, y todos los manuales de entretenimiento y taller de todas las marcas habidas y por haber llenaban estantes de jolgorio y alegría, donde abuelos y padres compartían con futuras generaciones su pasión por los clásicos.

I salón del retro motor del automóvil en Valladolid
I salón del retro motor del automóvil en ValladolidLa Razón La Razón

Decenas de tulipas, faros, carburadores y demás recambios completaron el plantel, que se sazonaba con la guinda del pastel: gorras, polos y “chupas” de todas las marcas para estar a la última.

Con una bolsa, cual feliz consumidor en rebajas, salgo con una gran sonrisa y pienso en algo: ¿qué nos está pasando? Ahora los coches parecen grandes guerreros, mazados de gimnasio y con cara de enfado. ¿Qué ha pasado con aquellas líneas donde queríamos significar el coche como síntoma de elegancia y bella estética? ¿Por qué no soy capaz de distinguir dos crossovers de diferentes marcas? Grandes enigmas que se le escapan a este pobre crío de los 80, que se empapaba de las máquinas con ruedas más maravillosas aparcadas en cualquier calle y en cualquier esquina, sin miedo a ser la culpa de que haga más calor o de que llueva más de la cuenta. Recuperemos el buen gusto por la estética, por lo que funciona, por lo bien hecho y volvamos a encontrarnos de frente con lo analógico, que le viene muy bien al cerebro.

No hay mejor desconexión digital que sumergirse, una vez más, en lo que hizo felices durante décadas a muchas generaciones. No te hace falta un DeLorean para poder integrar en tu día a día unos sorbos de calma y conexión con lo auténtico. Al fin y al cabo, quien no viaja en el tiempo es porque no quiere.