Salud

España no quiere trabajar 300 horas más que Alemania

La Generalitat aprobará con retraso el Plan de Transición 2020-2021 de la reforma horaria para que en 2025, Cataluña pueda asumir las rutinas diarias del resto del mundo, más saludables y productivas. El acuerdo PSOE-Unidas Podemos promete un pacto para racionalizar los horarios

Hasta los doce años, los niños deberían dormir 10 horas, y de los 12 a los 20 años, 9 horas
Hasta los doce años, los niños deberían dormir 10 horas, y de los 12 a los 20 años, 9 horasJesús DigesAgencia EFE

En 2020, se cumplen diez años del referéndum sobre el tranvía por la Diagonal que acabó con 23 años de gobiernos socialistas en Barcelona. Entonces, la idea de unir el Trambaix y el Trambesòs despertaba más suspicacias que entusiasmo. Sobre todo, entre los conductores. La consulta popular fue un fiasco: apenas participó un 12% de los ciudadanos y el 80% votó en contra de tocar nada. Hoy, tras un bombardeo de estudios que alertan de que el 95% de los barceloneses respira un aire más contaminado de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, Ada Colau ha puesto en marcha la Zona de Bajas Emisiones y aspira a iniciar la unión del tranvía en 2021. Y ninguna de las dos propuestas ha despertado una revolución social.

Tras la reforma horaria, también hay estudios e informes que advierten de que los ritmos españoles perjudican la salud y ponen muy difícil conciliar. Se desayuna a la misma hora que los vecinos europeos, pero se come más tarde, se cena casi tres horas más tarde y se va a dormir aún más tarde.

Los últimos de Europa

«Somos el país que más tarde se acuesta de Europa y uno de los que menos tiempo dedica a dormir. Vivimos en una especie de jet lag eterno, tenemos unas jornadas laborales interminables y esto tiene consecuencias: somos el tercer país por la cola en productividad de la Unión Europea», denuncia Nuria Chinchilla, profesora de Dirección de Personas de IESE y miembro del consejo de sabios de la iniciativa para la reforma horaria. Otro dato: en España se trabaja 300 horas más al año que en Alemania y 200 horas más que en Holanda.

Cataluña abandera el cambio

Los entresijos políticos, tanto en Cataluña como en la Meseta, han retrasado las políticas para modificar las rutinas y convertir a España en un país más europeo. Con unos meses de retraso, Cataluña aprobará en breve el plan de transición 2020-2021 de la reforma horaria, para que en 2025, pueda asumir los mismos patrones horarios que el resto del mundo. Porque no hay ningún país que cene a las 21.45 horas.

El director de la Oficina para la Reforma Horaria de la Generalitat, Alexis Serra, cuenta que está ultimando con todos los departamentos los detalles de un plan integral para reorganizar los horarios. A modo de avance, explica que los ejes centrales de este plan serán mejorar la conciliación, la salud y la productividad.

Admite que cambiar hábitos cotidianos no es fácil. A su favor, cuenta con la voluntad del 97% de los catalanes, que según una encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO), está de acuerdo con flexibilizar los horarios del trabajo para mejorar la conciliación personal y familiar. Y con que el acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos promete un pacto social para la racionalización de los horarios.

Hacia horarios flexibles

Desde el tardofranquismo, España tiene una rigidez en los horarios laborales muy vinculada al presencialismo. «Se pierde mucho tiempo en cafés y reuniones», lamenta Chinchilla, que propone jornadas laborales de 8.30 a 17.30, más o menos, con una hora para comer hacia las 13.00, más flexibilidad y trabajo desde casa. «La clave está en ofrecer a los trabajadores más libertad para organizar su tiempo, porque la mujer trabaja y a partir de una edad, hay personas que necesitan tiempo para cuidar a hijos o a sus padres», añade Serra.

Más igualdad, más conciliación

Otra pieza que actúa como palanca de cambio es avanzar hacia la igualdad afectiva entre hombres y mujeres. «Se habla desde hace tiempo, pero se avanza de manera progresiva», admite Serra. Las mujeres en España destinan dos horas más al día que los hombres a tareas del hogar y al cuidado de la familia.

Serra avanza que el plan de transición para la reforma horaria, que prevé aprobar este primer trimestre, «es una parada intermedia y que antes de 2025 habrá mucho debate con patronales, sindicatos, empresas y el mundo educativo». Tanto el ámbito laboral como el educativo requerirán trabajo, pedagogía y diálogo porque son los más reacios a introducir cambios.

Los niños no duermen

Tras uno de los muchos informes que alertan de que las rutinas españolas afectan la salud está la Sociedad Americana de Pediatría. Dice que colegios e institutos, en ningún caso, deberían empezar clases antes de las 8.30 horas. Porque los adolescentes, además de tener extraescolares hasta al anochecer y un móvil que los entretiene antes de conciliar el sueño, tienen una tendencia biológica a retrasar la hora de dormir por motivos hormonales. Por eso, los pediatras americanos advierten de que empezar clases a las 8.00 horas va en contra de la biología de los adolescentes.

«Hasta los 12 años, los niños deberían dormir diez horas y los adolescentes, entre los 12 y lo 20 años, nueve horas de forma regular, cada día. No sirve dormir siete horas los días de colegio y doce horas los fines de semanas. El sueño perdido no se recupera», explica el doctor Javier Albares, neurofiosiólogo especializado en trastornos del sueño y director de la Clínica del Sueño de Teknon. Albares avisa de que la falta de sueño disminuye de forma drástica la capacidad de aprendizaje, también funciones como la memoria, la atención y la concentración. «Por poner un ejemplo, la capacidad de resolución matemática disminuye el 50% en un joven que ha dormido seis horas en vez de nueve», dice.

El error de Artur Mas

Andrea, dieciséis años, alumna de 4º de la ESO de un instituto de Barcelona, se despierta a las 7.00 para poder empezar clase a las 8.00. Hasta las 10.30 horas no tiene la primera pausa, donde aprovecha para comer un bocadillo, porque luego tendrá un parón de 15 minutos entre clase y clase y no acabará la jornada escolar hasta las 14.30. Tras salir de clase, entre pitos y flautas, hablar con los amigos y esperar el autobús, no llegará a casa antes de las 15.30 horas.

«Es intolerable que haya alumnos que lleguen a las cuatro de la tarde a su casa sin haber comido un plato en condiciones desde la noche anterior», lamenta Carles Martínez, el secretario de Políticas Educativas, Carles Martínez. Jaume Aguilar, de la Fundació Jaume Bofill, autor de un informe que desaconseja eliminar la jornada continua en la ESO, añade que «las jornadas compactadas son estresantes, en las primeras horas, los alumnos están dormidos y en las últimas, cansados».

En 2013, tiempos de recortes, Artur Mas e Irene Rigau, sin contar con la comunidad educativa, cerraron cantinas escolares y compactaron jornadas para ahorrarse entre 8 y 10 millones de euros entre comidas y mantener los centros por las tardes. Ahora, el departamento de Educación está potenciando los institutos-escuela. Además de la educación continuada en un mismo centro de los 3 a los 16 años, recuperan la jornada partida, lo que implica comer en el centro, sobre las 13.00 horas y salir algo más tarde, a las 16.00 horas. Hay 53 y el curso 2020-21 creará 26 más.

Thomas Radinger, analista de políticas educativas de la OCDE, explica que en la mayoría de países, la jornada escolar se divide en lecciones que duran entre 45 y 50 minutos, lo que permite breves descansos entre clase y clase para completar la hora. Países como Canadá, Australia, Suiza o Francia tienen recesos para almorzar. Países como Australia, Estonia, Finlandia, Alemania, Suiza o Japón logran combinar un tiempo de aprendizaje relativamente bajo con un alto rendimiento. Más importante que la cantidad de horas dedicadas a estudiar es la calidad, contar con un buen profesorado y entornos escolares positivos. Un estudiante de 15 años en España pasa 28.3 horas de media aprendiendo en el aula y 18,2 horas después de clase, está un poco por encima de la media de la OCDE (26,9 horas por semana en el aula y 17,1, fuera). Donde difiere España es que tiene más vacaciones de verano y los alumnos con menos recursos económicos pierden oportunidades de aprender respecto a los que tienen experiencias más estimulantes en sus hogares.