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Núria Pradas: «A Walt Disney sus sueños se le fueron escapando de las manos»

La última ganadora del Premio Ramon Llull indaga en las vidas de las pioneras de la animación americana

Núria Pradas
Núria PradasMiquel Gonzalez

A Núria Pradas fue su hija, que se dedica a la animación, la que le habló por primera vez del tema principal de «Tota una vida per recordar», la novela que hoy llega a las librerías de la mano de Columna y con la que obtuvo el último Premi Ramon Llull. En ella nos adentramos en la vida de Sophie Simmons, una joven que llega a Los Ángeles para empezar a trabajar en los Disney Studios en una época en la que las mujeres no tenían la posibilidad de ser animadoras en un gran estudio.

–Parece obligado empezar por el final y empezar por preguntarle qué ha representado para usted obtener el Ramon Llull.

–Primero ha sido una alegría muy grande. Un premio es siempre una cosa positiva, un reconocimiento, pero en el caso de Llull es algo más especial simplemente por lo que es su trayectoria, por la gente que lo ha ganado antes. Me gusta porque hay gente que ha confiado en mí y no solamente los editores.

– ¿Quién es Sophie Simmons, la protagonista de «Tota una vida per recordar»?

–Es una chica de Nueva York que tiene 17 años en 1932 cuando Estados Unidos está en plena recesión económica. Tiene un sueño de conventirse en animadora, pero evidentemente en su casa están sufriendo esa crisis. Coge la maleta y se va a Los Ángeles donde lo primero que le dicen al llegar es que allí no hay mujeres animadoras. Este libro recoge la lucha de una mujer por hacer posible un sueño con todas las cosas buenas y malas que pasan por el camino, con el añadido de que cuando empieza a ocupar un lugar más artístico en Disney Studios nos encontramos con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la novela tiene un final con un mensaje esperanzador.

–¿Por eso la novela se inicia y concluye con un viaje en tren?

– El tren es esa imagen de este viaje iniciático de Sophie. Narro nueve años y ese tren no deja de ser una manera de mostrar ese viaje hacia su sueño.

–¿Es esta manera también una manera de mostrar el lado oscuro de Walt Disney?

–Es que es inevitable. Creo que Disney es un personaje fascinante, con una parte genial. Nunca negaré que Disney era un auténtico genio que iba tres pasos por delante del resto. Tenía sueños imposibles que los fue haciendo realidad. Sin embargo, a medida que vas profundizando te encuentras claroscuros. Con Disney, lo que empezó como un sueño trabajando en un estudio pequeño en el que los empleados prácticamente no cobraban nada, se le fue yendo de las manos cuando se convierte en una gran empresa y los trabajadores exigen sus derechos. Es entonces cuando llega esa gran huelga y aparece ese Disney que se siente traicionado, que dice que todo es culpa de los comunistas que lo quieren hundir, que no quiere negociar con sus empleados caiga quien caiga. No dejaba de ser un hombre conservador, pero hubo una serie de acontecimientos que destaparon esa cara más oscura. Eso no quiere decir que no reconozca al genio.

–No sé si es la intención, pero la novela también acaba convirtiéndose en una pequeña historia de la animación.

–Es la historia del inicio de la animación como arte independiente. La historia se sitúa entre dos películas que fueron muy importantes en el desarrollo de Disney Studios. Uno son las ilusiones y el éxito –«Blancanieves y los siete enanitos»– y el otro coincide con la huelga y muchos problemas –«Dumbo»–. Me fue muy bien centrar la historia entre estas dos películas porque queda muy bien la evolución del estudio, además de permitirme hablar de los primeros animadores importantes. Es un repaso de cómo surgió todo ese mundo.

–¿Es esta novela hija de un momento de cambio, especialmente en el mundo del cine?

–No, no lo es, aunque podría haber una relación porque se habla de mujeres reivindicadoras. La novela nació de una manera muy casual porque mi hija es animadora y me insistió mucho porque pensaba que aquí tenía un filón para escribir una historia. No pensé que fuera el momento sino que fue la curiosidad de todo lo que me contó mi hija lo que me hizo profundizar. Casi todas las novelas nacen de eso, de ese sentimiento de curiosidad, de querer meter la nariz.

–¿Su hija la ayudó con la documentación?

–Si no hubiera sido por ella que me explicaba los aspectos más técnicos de la animación de los años 40 habría sido difícil escribir la novela. Tuve apoyo técnico.

–¿Por qué lo tenían tan difícil las mujeres para ser animadoras de un estudio como el de Walt Disney?

– Porque no las consideraban pese a la gran formación artística que podían tener. Una de estas animadoras contaba que la primera vez que entró en un estudio en el que iba a trabajar, le preguntaron es si sabía servir cafés. Es el concepto que se tiene en ese momento de la mujer, cuando se considera que ella debe ayudar al marido y a los padres, pero ya vendrá luego el momento en el que podrá trabajar y tener hijos. Por tanto, no se consideraba que pudieran tener una carrera profesional. No se trataba de que no pudieran ser animadoras, era que no podían ser profesionales de las mismas plazas que los hombres.