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Coronavirus, ¿la desaparición del dinero en efectivo?

Esta es la primera crisis en la que damos la espalda al dinero en metálico. La retirada en cajeros cayó un 68% en el mes de marzo en España

Restricciones por la pandemia de coronavirus (COVID-19)
Una mujer saca dinero de un cajero y pasea a su perro en BarcelonaEnric FontcubertaEFE

Desde el estallido de la crisis derivada del coronavirus, los habitantes de medio mundo han tenido que acostumbrarse a una nueva realidad. Y eso pasa a menudo por cambiar alguno de los hábitos que hasta ahora teníamos más que adquiridos. Desde acumular basura para bajarla de una sola excursión hasta realizar pacientemente colas para actividades tan sencillas como comprar el pan. Las colas, quizás, se han convertido en el elemento más rutinario de esta cuarentena. Al fin y al cabo, las actividades permitidas se pueden contar con los dedos de una mano. Hay, sin embargo, una de estas actividades que se ha librado de las colas: sacar dinero en los cajeros.

Las probabilidades de contagio por el uso de billetes y monedas son escasas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dejó bien claro que la propagación del virus no tenía nada que ver con el intercambio físico de dinero. No obstante, el miedo al contagio ha tenido un efecto que ha provocado uno de esos cambios de hábitos. Y no es otro que el progresivo abandono del pago en efectivo. Hasta el punto que, en algunos espacios, como los autobuses públicos de Valencia, Zaragoza, Málaga o Madrid, ni siquiera se puede pagar en efectivo. Nada nuevo bajo el sol, en el fondo. Algunos países, como China, que, para lo bueno y para lo malo, parece que marcan el camino, el dinero en metálico ha sido prácticamente extinguido y sustituido por el pago con el móvil. Hasta el vendedor ambulante de noodles dispone de una suerte de código de barras para pagar instantáneamente sin sacar la cartera.

Según datos del banco móvil N26, la retirada de efectivo en España cayó un 68% durante el mes de marzo. Y las nuevas rutinas podrían significar la desaparición del dinero en efectivo a corto plazo. «Esta crisis, y el mundo y la economía que resultarán, acelerarán el papel cada vez más irrelevante que tendrán en un futuro el dinero en efectivo», afirma Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía y empresa de la UOC.

Gázquez-Abad apunta que el consumidor que resulte de esta situación de crisis mundial «utilizará mucho más la tarjeta y el móvil como medio de pago, ya que la percepción de seguridad y comodidad se incrementará sustancialmente». Además, considera que es muy probable que el porcentaje de compras en línea continúe aumentando tras el confinamiento. Por lo tanto, el pago con tarjeta, principal medio en las adquisiciones de productos y servicios en la red, será más importante. Si añadimos, además, la falta de predisposición a llevar dinero encima, que cada vez es mayor, a fin de evitar robos, «el resultado será un uso progresivamente más residual de dinero en efectivo», afirma.

Si a eso le sumamos los cambios de hábitos propios de las nuevas generaciones, pues blanco y en botella. Según datos recogidos por BBVA Fecha & Analytics, en 2018, los menores de 35 años ya hacían un 80% de las transacciones con tarjeta, mientras que sólo el 20% correspondía a retiradas de efectivo en cajeros. Por otro lado, si analizamos todas las franjas de edad en las grandes ciudades, el número medio de transacciones con tarjeta aumentó un 170% entre el 2015 y el 2018.

Tipo de crisis

Esta es la primera crisis en la que damos la espalda al efectivo. Así lo destacaba un documento del Banco Internacional de Pagos (BiS por sus siglas en inglés), que recordaba que, hasta ahora, en la mayoría de las crisis la demanda de efectivo aumentaba porque los consumidores buscaban una reserva estable de valor. ¿Qué ha cambiado ahora? En opinión del profesor colaborador de la UOC, la diferencia principal es que la crisis actual no es una crisis económica ni financiera sino una crisis sanitaria de la que las entidades bancarias no son responsables. Gázquez-Abad recuerda que la crisis de 2008 fue causada por productos financieros ligados a este sector, «y esto hizo que la gente se fiara menos del sistema bancario y volviera a la mentalidad que el dinero estaba más seguros en casa que no en un banco ».

La desaparición del dinero en efectivo es, por lo tanto, un poco como la muerte del rock’n’roll, hace años que se anuncia pero nunca acaba de llegar. En cualquier caso, China ya ha marcado el camino y se están dando pasos en esa dirección. El Covid-19 no ha hecho más que marcar la tendencia pese a que nadie se atreve a vaticinar una fecha exacta. «Una de las dificultades es la brecha digital, además de las personas en riesgo de exclusión financiera, que son las que no pueden tener acceso a tarjetas o relaciones con entidades bancarias, o que no quieren tener», señala August Corrons, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. «Pero, además, el efectivo da lugar a falta de rastreo de dinero, lo que facilita operaciones ilícitas, y este punto es lo que hace pensar que no es tan fácil eliminar el efectivo para determinados colectivos que les conviene que exista », advierte.