Coronavirus
“Llegué muy grave a la UCI, el médico me dijo que había estado muerto”
Varios pacientes de coronavirus repasan sus vivencias en la UCI y los delirios que sufrieron mientras estuvieron sedados
“Yo era de los que decía que era como una simple gripe, que la cosa no iría a más allá, y me lo he tenido que tragar con patatas”, comenta Juan Carlos, de 47, quien hace apenas una semana ha regresado a casa tras haber permanecido más de cuarenta días ingresado en el hospital debido al coronavirus. “He visto el otro lado y lo digo textualmente, sin ser una frase hecha”, asegura para a continuación admitir que a día de hoy “no sé si tengo miedo o soy feliz”.
Y es que Juan Carlos acudió a urgencias de la Clínica Teknon de Barcelona el pasado 29 de marzo con tos, picos de fiebre y escalofríos y ya se quedó allí ingresado. En los seis días anteriores, ya se había puesto en contacto con su Centro de Atención Primaria para dar a conocer sus síntomas, pero la respuesta fue siempre la misma: permanecer en casa y tomar paracetamol, algo que, según su testimonio, “no me hacía nada”. Por ello Juan Carlos considera que queda claro que “existe una diferencia entre los centros privados y públicos en lo que se refiere al listón o las exigencias para atender a los pacientes con síntomas de coronavirus”, se lamenta Juan Carlos, quien denuncia que “hacer esperar a la gente hasta tal punto, hace que caigan muchas más personas de las que debiera”. Tal fue en su caso la situación que solo tres días después de ingresar, tuvieron que trasladarle a la UCI. “Veía que mi marido se moría y nadie me hacía caso”, recuerda su mujer.
La UCI, una experiencia horrible
Fue entonces cuando para Juan Carlos empezó “la experiencia más terrorífica” de su vida. “Llegué muy grave a la UCI, de hecho el médico me dijo a posteriori que había estado muerto”, recuerda emocionado. Y es que el virus puede afectar a muchos órganos y desencadenar un gran abanico de patologías y afectaciones para la salud. “He tenido insuficiencia renal, hemorragia cerebral, trombos... he salido diabético, con infecciones en la piel. A mí no hay nada que el virus no me haya tocado”, destaca Juan Carlos, quien sin embargo asegura que lo peor de los 17 días que estuvo en la UCI no fue nada relativo a su salud, sino las pesadillas y alucinaciones que sufrió mientras estuvo entubado y sedado. “Yo estaba todo entero, de pies a cabeza, envuelto en un plástico, como una larva, y solo tenía la nariz y la boca al descubierto. Cuando ya apenas me quedaba un hálito de vida, entonces venía un médico que me daba oxígeno. Fue una sensación que duró mucho tiempo, no sé cuánto, pero no fue cosa de un momento”, explica para a continuación asegurar que “es la angustia más grande que puede pasar una persona”. “Yo no recordaba nada de lo que había pasado previamente a mi ingreso en la UCI y yo pensaba que allí iban matando a la gente. “Primero quería que mi familia me salvara, luego empecé a pensar que mi familia no me quería, después que no tenía familia y que allí me usaban como conejillo de indias para un experimento...”. Tal fue la angustia y desespero que experimentó esos días Juan Carlos que “incluso sedado e inconsciente, me arranqué los tubos y todo y me tiré de la cama porque me quería escapar”.
Fueron 17 días en los que los médicos fueron probando tratamientos hasta hallar aquéllos que fueran más eficientes y dieran mejores resultados. “Probaron un montón de cosas, porque yo no solo tenía que luchar contra el coronavirus, sino que durante mi estancia éste me provocó muchas otras patologías”, comenta Juan Carlos, que si bien no sufría ninguna comorbidad previa, según le comentaron los médicos su obesidad (126 kilos) “podría haber sido determinante para tener las defensas bajas”.
En cualquier caso, más de dos semanas después, pudo abandonar la UCI para ingresar en una planta de semicríticos habilitada con motivo de la pandemia. “Allí permitieron a mi mujer estar conmigo y fue entonces cuando mi cabeza reventó y todo se puso en orden”. “Yo estaba muerto y no tenía motivación para tirar para adelante hasta que la vi a ella”, confiesa Juan Carlos, mientras que su mujer recuerda que “cuando volvió de la UCI, era muy dependiente. Tenía todo el cuerpo destrozado, con hongos, quemaduras... iba hecho un trapo”. Ya en planta, Juan Carlos fue mejorando progresivamente e iban disminuyendo las horas que debía estar conectado a un respìrador, pero cuando le iban a dar el alta, hubo que prolongar su estancia una semana más puesto que un TAC reveló una nueva complicación pulmonar. Finalmente, hace apenas una semana, pudo regresar a casa, con su familia, algo que Álex, de 43 años, no pudo hacer cuando regresó de su estancia hospitalaria de un mes. A él no le hicieron la prueba tras darle el alta, así que cuando regresó a casa aún tuvo que permanecer 15 días más en aislamiento, sin contacto con su mujer y sus hijos, algo que añoraba y deseaba desde el primer día que le ingresaron.
Y es que a mediados de marzo, tras viajar a Madrid en varias ocasiones por motivos laborales, Álex empezó a experimentar síntomas de debilidad, escalofríos y malestar corporal, por lo que empezó a tratarse con paracetamol, pero al ver que al cabo de tres o cuatro días no remontaba, decidió acudir a urgencias de un centro privado tras haber intentado contactar sin éxito con el 061. “En urgencias el doctor me oscultó, dijo que no veía nada extraño y me dijo que me fuera a casa y que, por precaución, me aislara”. Sin embargo, solo tres días después, Álex, empezó a notar problemas y dificultades para “coger aire” y volvió a llamar al 061, donde, después de cerca de una hora de espera, le aconsejaron que acudiera a urgencias y pidiera que le hicieran una radiografía. Fue entonces cuando le ingresaron. “Si me hubieran hecho la radiografía el primer día que acudí a urgencias yo creo que todo se hubiera quedado allí, pero no fue así y me ingresaron con una neumonía bilateral, con un cuadro crítico”, relata Álex.
Solo pero bien atendido
Tras permanecer tres días en planta y pese a no sentirse mal, los doctores decidieron su ingreso en la UCI, ya que el tratamiento no estaba dando los resultados deseados. Allí Alex se encontraba bien, tranquilo y perfectamente atenido, sin embargo le pesaba mucho la soledad. “Ha sido muy duro el estar solo, sin acompañante ni visitas, además me dijeron que regulara el uso del móvil y al personal solo podía reconocerle por los ojos porque iba totalmente cubierto y protegido”, comenta para a continuación ensalzar el trabajo de todos los sanitarios: “Estoy encantado con la atención que me dieron, me hicieron llevarlo todo más fácil, fueron increíbles”. “Había una doctora que tiene cuatro hijos y llevaba 15 días sin librar porque decía que ella tenía que estar allí”, recuerda Álex, una sensación que también comparte Juan Carlos, quien asegura que “el personal sanitario que me atendió es como mi segunda familia”.
En cualquier caso, al tercer o cuarto día de estar en la UCI a Álex le comunican que le van a entubar puesto que los niveles de saturación no eran buenos. “Me asusté bastante”, recuerda pero al igual que en el caso de Juan Carlos, lo peor vino después, una vez sedado. “Durante los ocho días que estuve entubado soñaba mucho, era más bien delirio o alucinaciones, cosas que parecía que había vivido en realidad y que me creía”. “Tenía la paranoia de que me iba a morir y quería que me sacaran de allí”, rememora Álex, quien recuerda aquello más que como un sueño, como una vivencia. Tras la entubación, al despertar, tuvo que enfrentarse a todas aquellas alucinaciones por lo que fueron horas, quizá un par de días, muy duros para él. “Al despertar, lo complicado fue tener en la cabeza todas esas cosas que “soñé” y gestionarlas. Estuve muy angustiado porque, aunque en mis alucinaciones me pasaron cosas maravillosas, también hubo muchas malas y sobre todo permanecieron las malas, como que le pasaban cosas a mi familia”, recuerda Álex.
“Es una barbaridad que no hagan test”
Él, a diferencia de Juan Carlos, abandonó la UCI en bastantes buenas condiciones y enseguida se forzó a caminar por la planta y a moverse para tratar de agilizar su recuperación. Por contra, Álex optó por pasar esos días solo, sin su familia, primero porque no necesitaba tantas atenciones y segundo, por miedo a que si alguien acudía a hacerle compañía pudiera contagiarse. Tampoco quiso que, cuando tres días después le dieron el alta, nadie le fuera a buscar al hospital, así que cogió un taxi para volver a casa, donde tuvo que permanecer 15 días más aislado de su mujer y sus dos hijos para prevenir un posible contagio, ya que si bien su salud había mejorado significativamente y no tenía síntomas, a la salida del hospital no se le realizó el test para confirmar que ya era negativo por coronavirus. “No entiendo cómo no mi hicieron un test cuando fui a urgencias o cuando me dejaron volver a casa después de estar tantos días ingresado”, confiesa Álex, quien también tuvo a sus suegros hospitalizados por el mismo motivo.
Ahora, totalmente recuperado y casi un mes después de volver a casa, Alex está “casi seguro que si me hubieran puesto bajo tratamiento a tiempo, el primer día que fui a urgencias, no hubiera llegado al punto en que llegué”. “Si cuando llegué allí con síntomas me hubieran hecho una placa inmediatamente, no hubiera cultivado lo que cultivé”, opina Álex, quien cree que “pagó el ser uno de los primeros casos en España. Fui conejillo de indias”. “Ahora el protocolo establece que cuando alguien tiene los síntomas se le ha de hacer una placa inmediatamente, pero a mediados de marzo eso aún no era así”. “Hay mucha gente que subestima el virus", señala para a continuación reconocer que él mismo, durante los primeros días con síntomas pensó que se trataba de una siempre gripe, pero la realidad es que “la gente se pone muy mal por culpa de este virus”. “Siempre lo ves como algo lejano hasta que te pasa a ti y te das cuenta que es una realidad”. “Tengo mucho respeto a este virus y por eso creo que hay que ir con mucho cuidado y no jugársela”, señala al respecto Álex.
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