Historia contemporánea

Violet Jessop, la enfermera argentina que sobrevivió al Titanic y otros dos desastres marítimos

Bautizada como la mujer insumergible estaba a bordo del buque hospital HMHS Britannic cuando fue hundido por las minas alemanas durante la I Guerra Mundial

Violey Jessop con su uniforme de enfermera de la Cruz Roja en el Britannic
Violey Jessop con su uniforme de enfermera de la Cruz Roja en el BritannicLa RazónArchivo

No la querían a bordo del RSM Olimpic, el transatlántico más grande y lujoso en 1911. Ella quería trabajar como camarera en la embarcación, pero sus responsables no les gustaba aquella chiquilla de extraño acento y belleza arrebatadora. Decían que era “demasiado guapa” y eso podía derivar en problemas. Ella no entendía por qué, pero prometió y prometió que actuaría con todo el decoro y no dejaría que nadie a bordo se le aproximara. Bajo estas condiciones, Violet Jessop, la conocida como la mujer insumergible, subía por primera vez a un transatlántico. Y no sería el último.

Jessop había nacido en Argentina, de padres irlandeses que se dedicaban al pastoreo de ovejas. Al fallecer su padre, su familia volvió a Inglaterra y ella abandonó pronto la escuela y empezó a trabajar. Estuvo un año en el Olimpic, donde su dominio del inglés y el castellano era muy útil. Incluso recibió tres propuestas de matrimonio de diferentes pasajeros, pero ella había aprendido a saber mantener las distancias. Su vida allí le encantaba. Hasta que el 20 de septiembre la nave sucumbió a la mala suerte.

Sólo era el quinto viaje de la imperial embarcación cuando colisionó con otro navío, el HMS Hawke. Las dos navegaban en paralelo cuando el capitán del Olympic hizo un extraño viraje y el Hawke no pudo reaccionar a tiempo. Las dos embarcaciones chocaron de forma violenta con el Olympic como el que más desperfectos sufrió, con dos enormes agujeros en su casco que amenazaron su estabilidad, Se inundaron parte de los camarotes inferiores, pero el barco consiguió llegar de vuelta a Southhampton sin nadie herido.

Ese 31 de mayo de ese año se había botado por primera vez el Titanic, un barco gemelo al Olympic pero todavía más grande y majestuoso. Así que Jessop entró a formar parte de la tripulación del barco más famoso de la historia. Su descripción de la noche del 14 de abril y lo que le sucedió la marcó para siempre y sus experiencias fueron utilizadas por James Cameron en su película homónima. Ella dormía cuando el barco chocó con el iceberg. “Me ordenaron que subiera a cubierta. Me reuní con otras camareras, mirando a las mujeres que abrazaban a sus esposos antes de subirse con los niños a los botes salvavidas. Un oficial nos ordenó que subiéramos nosotras primero a los botes para demostrar que eran seguros. Mientras descendía, otro oficial me gritó, 'cuida de esto, Jessop” y me lanzó un extraño bulto. Lo agarré y me di cuenta que era un bebé". Durante ocho horas vio cómo se hundía el Titanic, apretando fuerte al bebé contra su chaleco salvavidas. Más de 1.500 personas murieron aquella larga y fría noche. El bote de Jessop fue rescatado por el Carpathia. “Todavía estaba temblando con el bebé en brazos cuando una mujer se acercó, me lo arrancó de las manos, y se fue corriendo. Al parecer lo había abandonado un momento en la cubierta para recoger algunas cosas y cuando regresó el bebé ya no estaba. Yo tenía mucho frío y estaba demasiado aturdida para pensar en lo extraño de todo aquello ni en por qué esa mujer ni siquiera me dio las gracias”, escribiría Jessop en sus memorias.

Y entonces estalló la I Guerra Mundial y Jessop entró a formar parte del cuerpo de enfermeras del buque hospital HMHS Britannic. Ella nunca había sido extraña a la muerte y la enfermedad. Seis de sus ocho hermanos murieron cuando ella era todavía una niña. Ella misma contrajo tuberculosis y le aseguraron que no viviría más de un año. Pero Jessop parecía reírse una y otra vez de la muerte.

A las 8.12 horas de la mañana, una fuerte explosión sacudió la embarcación. En su interior había 101 enfermeras y 363 médicos y asistentes. A pesar de que al principio pareció que el barco podría llegar a la cercana isla de Kea, en apenas media hora empezó a hundirse y sus gigantes hélices salieron del mar, todavía girando con violencia. Muchos de los barcos salvavidas fueron atraídos por la fuerza de las hélices, destrozando todo lo que llegaba a su paso. Muchos murieron de esa forma. Jessop consiguió salvarse porque saltó en el último momento de uno de estos barcos. Con la caída, se golpeó la cabeza y quedó inconsciente. Se hubiese ahogado si no hubiese sido rescatada en el último segundo. Alguien la agarró de su espeso y largo cabello pelirrojo y la salvó mientras empezaba a hundirse. Tenía el cráneo fracturado. Ella bromearía que su espesa cabellera amortiguó el tremendo golpe. "El barco bajó un poco la cabeza, luego un poco más abajo y aún más abajo. Toda la maquinaria de la cubierta cayó al mar como si fueran juguetes de niño. Luego dio un salto temeroso, su popa se alzó a cientos de pies en el aire, hasta que se oyó un último rugido y desapareció en las profundidades. Su ruido yéndose a través del agua fue de una violencia inimaginable... ", recordaría Jessop.

El barco tardó 55 minutos en desaparecer por completo en el fondo del mar. Habían 1.100 personas a bordo y sólo 30 murieron, la gran mayoría a causa de las hélices que destruyeron los botes salvavidas. Jessop, la mujer insumergible, trabajaría hasta 1950 en diferentes barcos y murió en 1971, con 83 años de edad. Sus memorias son un recuento extraordinario de una de las vidas más extrañas y fascinantes de la historia. "