Cataluña
No es el fin del mundo
No es que sea lo que podíamos llamar un intimo amigo, ni tan siquiera amigo en el sentido estricto, quizás como mucho uno de esos tipos interesantes con los que es agradable tomarte una copa si te lo encuentras en un restaurante al que has ido sólo uno de estos días de julio en los que la familia no está en Barcelona.
-La cosa esta fea, muy fea y difícil pero hay que seguir luchando.
-Sin duda, le contesté.
-Siempre he pensado que nadie te paga más por trabajar con mala cara o de mal humor.
-Si tienes trabajo. Me contestó. Yo me niego a rendirme, aunque he agotado el crédito que pedí y sigo con lo del ERTE, ¿pero sabes qué hice?
-Cuenta, cuenta.
-Reuní a los trabajadores de mis tiendas, les dije que si esto no mejoraba y no tiene pinta, nos íbamos todos juntos al garete o nos reinventábamos sacrificándonos todos, ahora ando con una idea basada en la venta online, aguantaré un poco más y si no doy el salto e intento lo de la venta online y si fracaso en eso, ya se me ocurrirá otra cosa.
Me quedé pensando en la actitud mientras apuraba un sorbo de gintonic y pensando; olé tus cataplines (pensé otra expresión que no debo escribir). Un hombre apurado, muy apurado cuyo pensamiento está en no dejar tirados a los suyos y si es necesario reinventarse, intentar cosas, me dio la sensación de que lo que fuese.
-¿Sabes que te digo?, un brindis por ti, por tu recuperación y si es necesario por tus proyectos. Ánimo y suerte.
Apuramos el gintonic y agradecí que ese conocido, fuese esa noche a cenar también sólo a ese restaurante.
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