Federico García Lorca
Una postal de Lorca perdida en Londres
Un texto inédito del poeta arroja un poco más de luz sobre un recital ofrecido en 1926
A veces te puedes encontrar la sorpresa más inesperada en el lugar más insospechado. Es el caso de una breve postal escrita por Federico García Lorca y que ha estado perdida hasta la fecha. Aporta un poco más de luz sobre su vida, en el momento en el que trata de hacerse un nombre en el mundo de las letras.
Desde hace algún tiempo, una librería londinense llamada Bernard Quaritch Ltd tiene en venta un pequeño texto autógrafo del poeta granadino. Es una postal inédita, hasta hoy. No aparece citada, por ejemplo, en el llamado “Epistolario completo”, la obra de referencia de Andrew A. Anderson y Christopher Maurer. Es extraño que una nota escrita por Lorca a su padre haya acabado en un lugar así, que no esté con las otras notas familiares. Ahora, si alguien quiere incorporarla a sus fondos tendrá que abonar algo más de 8.400 euros. Como sería arriesgado y peligroso especular sobre el largo viaje de esta postal hasta llegar a una tienda de la capital británica, vamos a quedarnos con su contenido que, al fin y al cabo, es lo más importante.
Todavía puede leerse con cierta facilidad el matasellos: 7 de abril. El año ha quedado borrado, pero por el contenido de esta nota escrita con lápiz rojo sabemos que es de 1926. En el reverso vemos el claustro del edificio de las Francesas, en Valladolid. Es allí donde Lorca se encuentra, invitado por su querido amigo Jorge Guillén, para ofrecer un recital en el Ateneo de la ciudad castellana. La idea era que el joven autor leyera su conferencia sobre Luis de Góngora, pero finalmente opta por sus dar a conocer sus poemas de los libros “Suites”, “Poema del cante jondo” y “Canciones”, además de un fragmento de su “Oda a Salvador Dalí” que ha aparecido ese mes en las páginas de “Revista de Occidente”.
Un día antes del recital, Federico escribe estas líneas -hoy en venta- a su padre: “Queridísimos padres: Estoy ya en Valladolid muy bien invitado por el Ateneo. Mañana leo presentado por Jorge Guillén el catedrático y mi gran amigo que vive aquí. Me acuerdo siempre de vosotros y de mis niñas sobre todo en el museo y este primoroso patio del siglo XV. Ya os daré más noticias. Adiós, besos y abrazos de vuestro, Federico”
Para el poeta, aquel acto era también una manera de demostrar a sus padres que sus versos estaban interesando y que, con el tiempo, incluso podría ganarse la vida con ellos. El tiempo ya lo diría. El caso es que Lorca llegaba a Valladolid para dar una lectura dos días después de que lo hiciera otro poeta, el ultraísta Guillermo de Torre y que en tras la guerra fue el primer editor de las obras completas del granadino. Lorca está encantado: Guillén se ha encargado de anunciar que ha llegado a la ciudad una de las voces líricas más importantes de su generación. En su presentación ante el auditorio del Ateneo, Guillén afirma que el secreto de Lorca es “su poesía, tradicional y novísima a un tiempo, y siempre de la mejor calidad, exige para su plenitud la recitación en público. (Otra tradición perdida.) Y el público la entiende y al público le gusta. Y mucho. ¿Qué milagro es éste? ¿Qué ha ocurrido?”
No se puede olvidar que, en ese momento, en ese abril de 1926, Federico García Lorca es prácticamente un poeta inédito. Solamente ha publicado un par de títulos, “Impresiones y paisajes” y “Libro de poemas”, con escaso eco. También ha probado suerte en el teatro estrenando “El maleficio de la mariposa” que acabó cosechando un muy sonoro pateo. Pese a todo, en ese año, amontona en los cajones de su escritorio numerosos manuscritos que posteriormente reunirá, como es el caso de los que lee en ese recital o el célebre “Romancero gitano”. Igualmente, por esos días espera que la gran actriz Margarita Xirgu, gracias a la intermediación del dramaturgo Eduardo Marquina, pueda interesarse por un drama lírico que ha dedicado a Mariana Pineda. Todo eso lo sabe Guillén que en el final de su presentación para esa velada apunta a su auditorio que “andando los años podremos decir: nosotros previmos en Federico García Lorca al gran poeta glorioso que iba a ser”. Desde luego que no se equivocó.
Aquel recital fue un éxito y el eco del mismo llegó a la prensa granadina, concretamente a “El Defensor”, diario siempre atento a la carrera de uno de sus más queridos vecinos. Una de las personas que leyó ese artículo fue la propia madre del poeta. Probablemente doña Vicenta Lorca tenía en mente la postal que hoy está en Londres. No dudó en escribir animando a su hijo el 13 de abril, para decirle que “pasado todo esto supongo que no descuidarás la publicación de tus libros que está un poco pesado y te estás perjudicando con no haberlo hecho ya”. En la misma nota, doña Vicenta le anuncia que está a punto de llegar a Granada Margarita Xirgu y que lo mejor es que vaya a verla personalmente.
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