Historia

Cuando Fidel Castro le pidió diez dólares a Estados Unidos

Con catorce años, el futuro dirigente cubano envió una carta al presidente Franklin D. Roosevelt

La Carta de Fidel Castro a Roosevelt
La Carta de Fidel Castro a RooseveltLa RazónU.S. National Archives

No son pocas las veces que nos desespera tener tantos mensajes en nuestros buzones: el postal, el electrónico, el del móvil… Todos esto provoca que en ocasiones se nos olvide el contestar algún mensaje que merece una respuesta. Pero si ahora vivimos en un tiempo de un exceso de comunicación, si miramos hacia atrás, podemos darnos cuenta de los problemas que se nos pueden venir encima si ignoramos una petición epistolar.

Eso mismo es lo sucedió cuando en noviembre de 1940 un jovencito de 14 años le enviaba una carta a quien en aquel momento era el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt. El autor de la misiva se llamaba Fidel Castro. La misiva, originalmente redactada en inglés, dice así:

“Santiago de Cuba

Nov 6 1940

Mr. Franklin Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos

Mi buen amigo Roosevelt:

Yo no conozco muy bien el inglés, pero lo suficiente como para escribirte. Me gusta escuchar la radio, y estoy muy feliz, porque oí que vas a ser Presidente por un nuevo periodo. Tengo doce años. Soy un chico pero pienso mucho pero no creo que le estoy escribiendo al presidente de Estados Unidos. Si quieres, dame un billete americano verde de diez dólares, en la carta, porque nunca, yo vi un billete americano verde de diez dólares y me gustaría tener uno.

Mi dirección es:

Sr. Fidel Castro

Colegio de Dolores

Santiago de Cuba

Oriente Cuba

No conozco mucho el inglés pero conozco muy bien el español e imagino que vos no conoces mucho el español pero conoces mucho inglés porque eres americano pero yo no soy americano.

Hasta luego. Tu amigo,

Fidel Castro

Si quieres hierro para hacer tus barcos te mostraré las minas más grandes de hierro del país. Están en Mayari Oriente Cuba”.

Sabemos que la misiva llegó porque actualmente se conserva en la biblioteca presidencial del mandatario que dirigió Estados Unidos durante la práctica totalidad de la Segunda Guerra Mundial. Es más, se ha llegado a exponer públicamente por ejemplo en los Archivos Nacionales de Washington.

Unos días más tarde, como el propio Castro le explicaría a su biógrafo Ignacio Ramonet, llegó una carta al colegio en el que estudiaba el niño que después lideraría la revolución cubana. Entre el profesorado y el alumnado del Colegio de Dolores había un gran revuelo porque se había recibido en el centro una carta desde Estados Unidos, con membrete de la Casa Blanca. “¡Te ha escrito el presidente Roosevelt!”, le dijeron a Fidel cuando llegó al aula. Sin embargo, la respuesta a la demanda de diez dólares por parte de Castro no fue replicada por el mandatario sino por uno de sus ayudantes. La decepción fue grande y, probablemente, si Franklin D. Roosevelt hubiera sabido la que se le venía encima de la mano del autor de la carta, habría contestado e, incluso, enviado diez dólares.

Fidel Castro tardaría mucho tiempo en poder hablar con un dirigente estadounidense. Fue el 19 de abril de 1959 cuando se reunió en Nueva York con quien por aquel entonces era vicepresidente, con Richard Nixon. El 1 de enero de ese año, las fuerzas de Castro habían entrado en La Habana y habían logrado derrocar al muy corrupto Fulgencio Batista. Cuando el comandante pone los pies, mejor dicho, sus botas en Nueva York para intervenir en las Naciones Unidas, hay mucha expectación ante aquel dirigente joven y barbudo del que se sospecha que puede empezar a tender lazos con la Unión Soviética. Nixon es uno de los que cree que puede lograr sonsacar a Fidel y se reúne con él. Al día siguiente de ese encuentro, redacta un informe para el presidente Eisenhower donde expone que “debemos estar seguros de un hecho: Fidel Castro posee esas cualidades indefinibles que le permiten ser un líder de hombres. Independientemente de lo que pensemos de él será un factor clave en el desarrollo de Cuba. Tiene la potestad del liderazgo”.