El día de un sin techo

«Nadie quiere ir a los albergues y equipamientos municipales»

Un sintecho que vive desde hace seis años en las calles de Barcelona entiende que los dos fallecidos a consecuencia de la borrasca «Filomena» prefirieran dormir en la calle

Se calcul que en Barcelona viven unas 3.000 personas "sin techo"
Se calcul que en Barcelona viven unas 3.000 personas "sin techo"EFE

«Puedo entender que, pese al frío que hacía, optaran por dormir en la calle antes que ir a un albergue municipal», comenta Omar, un marroquí de 39 años que llegó hace 34 a España y duerme en la calle desde hace siete años, en referencia a las dos personas sintecho que el pasado lunes por la mañana aparecieron muertas en las calles de Barcelona, presumiblemente debido a las duras condiciones meteorológicas que se vivieron esa noche en la Ciudad Condal, con una temperatura que rondó el grado y sensación térmica de menos dos grados.

«En esos sitios puedes coger sarna y de todo», asegura Omar, quien prefiere usar un pseudónimo y no revelar su verdadera identidad, para a continuación denunciar además que «allí la seguridad es muy escasa». «Hay insultos, peleas, te roban las cosas...», destaca Omar, quien durante el pico de la pandemia se vio obligado a alojarse en uno de los pabellones de la Fira de Barcelona habilitados por el Ayuntamiento para acoger a las personas sin hogar durante el confinamiento, experiencia de la que no guarda buen recuerdo.

«Tuve que salir corriendo de allí», asegura Omar, quien debe medicarse a diario porque sufre agorafobia y esquizofrenia. «Cuando llegue a la Fira me requisaron la medicación para, según me explicaron, evitar que las otras personas pudieran robármela, pero no me la daban cuando tocaba y tenía que hacer una larga cola para que me la suministraran, sin embargo yo no me puedo esperar a tomar la medicación, me la he de tomar cuando me toca», recuerda con cierto agobio aún Omar, quien además pone de relieve que «la convivencia en esos espacios es fatal». Él dormía en un módulo que acogía a unas 50 o 60 personas, sobre una «litera como las de la mili», con apenas intimidad, en «malas condiciones higiénicas» y entre continuas peleas, robos e insultos. Eso sí, tal y como admite Omar, «la comida que nos daban para merendar y cenar estaba riquísima. La cocinaba ahí mismo una persona del ejército español ahí mismo», apunta.

En cualquier caso, para él los albergues y espacios municipales son la última opción de alojamiento. «Nadie quiere ir a los albergues. Yo, con la llegada del frío he pedido a una amiga, que vive en una casa ocupada, que me deje alojarme con ella», explica Omar, quien asegura que «a nadie le gusta que le traten como a ovejas, como sucede en estos sitios, que además no están preparados.

Volver a empezar

Para Ferran Busquets, director de la Fundación Arrels, el problema respecto a los albergues y espacios habilitados por el Ayuntamiento para dar alojamientos a los sintecho es que, en término generales, éstos no satisfacen las necesidades reales del colectivo. «Son espacios masificados, sin tranquilidad ni intimidad, en los que la convivencia es realmente complicada porque quienes acuden a estos recursos son habitualmente personas con muchas necesidades, con numerosas problemáticas», constata Busquets, quien además pone de relieve que las personas que se alojan en estos espacios no pueden acudir con sus enseres. «Las personas sin hogar suelen acumular cartones, colchones, mantas y otras pertenencias y habitualmente tienen su sitio fijo en la calle Así, si van a un albergue municipal o equipamiento habilitado para ofrecerles alojamiento, los cuales son para estancias temporales, cuando salen a los dos o tres días tienen que empezar otra vez de cero, porque suelen desaparecerles las pertenencias que han tenido que dejar en la calle al no dejarles entrarlas en los albergues, así como el sitio que ocupaban en el espacio público», explica Busquets para señalar que ésta es una razón más por la que estas personas renuncian a los alojamientos municipales.

Tal y como señala el director de Arrels, según el recuento que realizó la propia fundación en mayo, en Barcelona hay 1239 personas durmiendo en la calle cada noche, cuyo perfil mayoritario responde al de un hombre (85%) de 41 años, extranjero (74%) y que lleva en torno a tres años y medio viviendo en la calle. Los datos que maneja el Ayuntamiento de Barcelona apuntan a que anualmente hay 3.500 personas que duermen a la intemperie. En cualquier caso, para Busquets, quien desvela que la personas fallecida en la Barceloneta tras haber pasado la noche al raso era un joven marroquí de unos 38 años de edad, seis de los cuales se los había pasado viviendo en la calle, y que había solicitado ayuda a Arrels en alguna ocasión, lo que está claro es que «la solución para estas personas pasa siempre por una vivienda, pero hasta que ésta no llegue, proponemos al menos que se habiliten espacios pequeños en la ciudad, con capacidad para unas 10 o 15 personas, los cuales son más fáciles de gestionar y facilitan la convivencia puesto que son grupos más reducidos y eso favorece que los usuarios se puedan conocer entre sí». «Éstos deben ser permanentes y convertirse en espacios de referencia a los que puedan ir las personas sin hogar cuando lo necesiten».

2.900 plazas habilitadas

Sin ir más lejos, tal y como informó la comisionada de Acción Social del Ayuntamiento de Barcelona, Sonia Fuertes, el pasado martes, una de las personas fallecidas tras pasar la noche a la intemperie había estado vinculada a los Servicios Sociales pero rechazaba entrar en un equipamiento. En cualquier caso, desde el Consistorio aseguran que se han tomado todas las medidas oportunas para garantizar el bienestar de las personas sin hogar durante la ola de frío. Como cada año, el 24 de noviembre se puso en marcha la fase preventiva de la Operación Frío, que se prolongará hasta marzo y que consiste en el acondicionamiento de 100 plazas adicionales de alojamiento de emergencia en dos equipamientos, uno para hombres y otro para mujeres, que se sumaron a las 2.700 ya disponibles a raíz de la pandemia.

Además, el sábado día 9, ante la previsión de una acumulación de fenómenos meteorológicos adversos, como lluvia, frío y temporal de viento a causa de la borrasca «Filomena», pese a que en ningún momento se habló de la posibilidad de llegar a temperaturas negativas, se habilitó un nuevo equipamiento como centro de acogida de emergencia con un centenar de plazas más y además, equipos del Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB) y Cruz Roja salieron a la calle para ofrecer proactivamente alojamiento a las personas en situación de sinhogarismo. Sin embargo, como indicó Fuertes, «no se puede obligar a estas personas a acceder a estos recursos e intentamos hacerlo a base de generar confianza a través de los profesionales que contactan con ellos». El caso es que la noche del lunes duermieron en dicho equipamiento 34 personas.