Coronavirus

Un total de 21 “sintecho” han muerto en Barcelona desde el comienzo de la pandemia

El 22% de las personas que viven en las calles de la capital catalana han caído en el “sinhogarismo” por el Covid

Según la fundación Arrels, dedicada al fenómeno del «sinhogarismo», 1.200 personas duermen en la calle en Barcelona
Según la fundación Arrels, dedicada al fenómeno del «sinhogarismo», 1.200 personas duermen en la calle en Barcelonalarazon

Desde que el coronavirus se hizo visible en España, allá por el mes de marzo, 21 personas que vivían en la calle han muerto en Barcelona. La más joven tenía 22 años y la mayor, 71, y de todas ellas, 17 murieron directamente en la calle. Así se desprende del informe realizado por la Fundación Arrels que intenta poner negro sobre blanco en las consecuencias menos conocidas del coronavirus. De hecho, el 22% de las 1.200 personas que viven en la calle de la capital catalana han caído en el ‘sinhogarismo’ por la covid.

De los fallecidos, 17 perdieron la vida directamente en la vía pública. En pleno confinamiento estricto, en abril, tres sintecho fueron víctimas de un homicidio violento y en las últimas semanas, tres han muerto coincidiendo con el frío intenso. Para la entidad, el Covid ha evidenciado y agravado los riesgos a los que se enfrentan las personas sin hogar. “Vivir en la calle supone un esfuerzo constante y expone a la persona a muchos riesgos que deterioran su estado de salud y acortan los años de vida”, explica la fundación en un comunicado. La realidad es especialmente grave en el caso de personas con vulnerabilidad extrema, como un chico con parálisis cerebral que hace siete meses que duerme al raso.

Los resultados de la encuesta, que voluntarios de Arrels efectuaron a finales de noviembre, también ha revelado que más del 80% de las personas que malviven en la calle no han accedido a las plazas de emergencia habilitadas por la covid, y que sólo un 34% se han hecho pruebas PCR, pese a ser un colectivo de riesgo. Las personas que han comenzado a vivir en la calle con la covid hace 4 meses de media que están en esta situación, lo que les ha conllevado a “un grave y rápido deterioro de su situación”, pues muchas de ellas se han quedado sin trabajo y sin hogar y tienen dificultades para acceder a los servicios sociales y obtener una respuesta rápida, según Arrels. La encuesta también ha revelado que 8 de cada 10 personas que han comenzado a vivir en la calle desde el inicio de la covid son migradas, un 55% de países extracomunitarios.

Los datos que recoge la entidad se basan en los resultados de las 367 entrevistas que los voluntarios realizaron el 26 de noviembre. Según Arrels, el contexto actual “consolida un incremento” de las personas migradas que acaban sin techo, que han ido creciendo desde el año 2016. La encuesta también ha permitido saber que, de los “sin hogar” localizados ese día, sólo el 11 % han pasado en algún momento por los alojamientos de emergencia municipales.

El 60% de mujeres entrevistadas afirman que están peor que al inicio de la pandemia porque, por ejemplo, les es más difícil buscar trabajo o tienen más dificultades para encontrar ayuda. De hecho, la mitad del total de encuestados (52%) critican que les cuesta comer comidas calientes, hacer trámites de documentación (51%) o disponer de lugares donde descansar durante el día (47%). También les es complicado contactar con su referente social (46%), cambiarse de ropa (45%) o lavarse (42%).

Por último, Arrels critica que, desde el estallido del coronavirus, “no se han activado planes de cribado” para quienes viven al raso ni tampoco “se han dotado a los equipos de calle de profesionales de la salud”. Según los datos, el 34% de los encuestados afirma que se han hecho una PCR y un 4%, otras pruebas. En cuanto al plan de vacunación, la entidad considera que las personas sintecho “deberían considerarse un grupo de riesgo prioritario”.

Daniel Roca, médico referente de sinhogarismo el CAP Drassanes, ha explicado que los valores de cribado óptimo deberían haber sido por encima del 90%, especialmente entre las personas alojadas en los equipamientos, con más riesgo de covid por ser espacios cerrados, y las que han tenido síntomas. Según Roca, “las personas sin hogar deberían considerarse un grupo de riesgo prioritario para ser vacunado, porque suelen ser personas con problemas de inmunidad, con una mala nutrición, con más enfermedades crónicas, con patologías respiratorias, con incidencia de problemas de alcoholismo o adicciones...”.