Narcotraficante mediático

El “Pablo Escobar sueco”: el narcotraficante que nunca toca la droga va a juicio

La Fiscalía pide para Jonas Sture Falk 20 años de cárcel y 40 millones de euros de multa por un delito de blanqueo de capitales y otros tres contra la Hacienda Pública,

Jonas Sture, custodiado por agentes policiales
Jonas Sture, custodiado por agentes policialesLa Razón

Jonas Sture Falk, más conocido como el “Pablo Escobar sueco”, se ha desentendido este martes de todas las acusaciones que pesan en su contra y ha negado haberse enriquecido con el tráfico de drogas, aunque ha admitido haber impulsado negocios variopintos en multitud de rincones del mundo.

Falk ha declarado hoy en la sección quinta de la Audiencia de Barcelona como supuesto cabecilla de una compleja trama de blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico, en una causa en la que también hay otras doce personas imputadas, entre ellas abogados y empresarios que habrían colaborado en el esquema delictivo.

La Fiscalía le pide 20 años de cárcel y 40 millones de euros de multa por un delito de blanqueo de capitales y otros tres contra la Hacienda Pública, una ingente cantidad que contrasta con los bienes que ha asegurado tener a su nombre.

A preguntas de la fiscal, ha aseverado que sólo cuenta con el alquiler de diez inmuebles en Suecia, que le reportan un beneficio equivalente a unos 650.000 euros, tal como consta en el informe patrimonial existente a su nombre y a los que se suman una cuenta bancaria en Suiza que se le bloqueó con 238.000 euros y otra en Chipre que usaba para “gastos diarios”.

Sin embargo, Falk es uno de los delincuentes más famosos de su país, donde la televisión pública le dedicó un documental tras haber conseguido popularidad cuando era joven con robos de bancos hollywoodianos y escenas como la que protagonizó al escapar de la sala donde iba a ser juzgado gracias a la irrupción de un motorista armado.

Los medios de comunicación lo bautizaron entonces como “Billy El Niño”, pero su arresto en Colombia tras años con la policía pisándole los talones mientras empleaba veleros de lujo para transportar cocaína en Europa le valió un cambio de apodo y una condena de 18 años de cárcel que fue posteriormente revocada en 2014 por la “duda razonable” de que no fuera culpable.

En España, la Fiscalía Anticorrupción le atribuye haber realizado varias operaciones e inversiones por un importe de al menos cinco millones y medio de euros entre 2007 y 2010, como la compra de una vivienda unifamiliar en Sitges (Barcelona), inversiones en varias discotecas y en un restaurante de Palma de Mallorca.

Pero los negocios de Falk, residente en Sitges, van mucho más allá, como él mismo ha detallado al tribunal, al que ha negado tajantemente haberse lucrado con el tráfico de cocaína o haber invertido dinero de procedencia ilícita al tiempo que ha detallado múltiples operaciones internacionales, desde cuentas de inversiones de petróleo en Rusia a fiestas y conciertos en Sudamérica u operaciones de compraventa de oro y cobalto en África.

De hecho, según el ministerio público, Falk “no desarrolló ninguna actividad productiva, laboral, industrial o empresarial lícita” entre 2006 y 2010, pese a lo cual obtuvo “una ingente cantidad de dinero” procedente del tráfico de drogas, cuyo origen enmascaró creando “una estructura organizada de personas físicas y jurídicas a nivel internacional, cada una con una función específicamente establecida”.

Para poder “instrumentalizar y vehicular” las operaciones monetarias con las que blanquear el dinero procedente del narcotráfico, continúa la fiscal, los imputados “constituyeron, participaron o adquirieron” varias sociedades mercantiles, cuyo beneficiario era el principal acusado y jefe de la trama, que residió de forma habitual en España al menos entre 2007 y 2009.

Los policías que siguen sus pasos desde 2007 apuntan a que no le gusta que la droga pase por sus manos. Afincado en Barcelona hace más de una década, el sueco juega en otra liga. Lo definen como el banco de narcotraficantes, un hombre al que acuden otros grupos criminales para que financie los cargamentos de cocaína que introducen en Europa: pone el dinero, cobra los intereses y no se acerca a la mercancía. Su nombre apenas se conoce en España, pero en Colombia se le apodó como el ‘Pablo Escobar sueco’. Atracador de bancos en su juventud y presunto narcotraficante en la actualidad, el último capítulo de su historial delictivo se ha producido en Barcelona, donde fue detenido por la Policía Nacional.

Fuentes de la investigación lo situaron como uno de los hombres fuertes de la mayor red criminal detectada hasta la fecha en el Levante. La operación contra este grupo, bautizada como “Beautiful”, arrancó en enero de 2018 y su última fase se produjo la pasada semana, saldándose la misma con 81 detenidos y 13.200 kilos de cocaína incautados. Los indicios apuntan a que Sture ponía parte del dinero para traer la droga desde Latinoamérica, una línea de investigación que arrancó después de que le vieran reunirse con el principal cabecilla de la red, el empresario alicantino Juan Andrés Cabeza. Según explican fuentes de la investigación, los agentes que vigilaban a Sture estaban practicando un seguimiento cuando detectaron que a su alrededor había varios sujetos que parecían policías de incógnito.

Tras meses siguiendo sus movimientos, labor que les permitió confirmar el presunto traslado de bolsas con dinero de un punto a otro, el 25 de septiembre los GEO pusieron las esposas a Sture en su casa de Sitges. En el operativo también fueron arrestadas su mujer y su suegra, ambas de nacionalidad colombiana, país en el que el sueco tiene importantes contactos del narcotráfico, explican las fuentes consultadas. Sture, sin embargo, niega tener relación alguna con el mundo de la droga. La Fiscalía no le cree y ha pedido su ingreso en prisión provisional, pero el juzgado de guardia de Vilanova i la Geltrú lo ha dejado en libertad por el momento con la condición de que comparezca tres días a la semana en sede judicial. La decisión no ha sentado bien a los agentes que llevan más de una década investigando a Sture, pues este ya se ha librado en ocasiones anteriores de la cárcel pese a la gravedad de los hechos imputados.

En 2010, Sture fue detenido en Colombia en la conocida como operación Playa, investigación que también contó con la participación de la Policía Nacional. Durante tres años, los agentes controlaron cada uno de sus movimientos y, según explican, detectaron el nuevo método que había ideado para introducir droga en Europa: en lugar de los habituales buques mercantes, el sueco apostaba por veleros de lujo para transportar la cocaína. Después de incautarse un cargamento de 1.391 kilos en una de las embarcaciones que cruzaba El Caribe, Sture fue detenido. “Así cayó Jonas Sture, el Pablo Escobar de Suecia”, tituló el diario ‘El Tiempo’ en enero de 2011. En un país en el que las noticias sobre el narcotráfico no escasean, el sueco logró hacerse un hueco en los titulares, atención mediática que no tardó en trasladarse a su país natal tras ser deportado.

Nacido en Estocolmo en 1972, Sture ha acaparado portadas desde su juventud. Como atracador de bancos, destaca una noticia de 1995, cuando el presunto narcotraficante iba a ser juzgado por asaltos con violencia y, en el último momento, fue liberado por un motorista que encañonó a los funcionarios con una escopeta. Tres semanas después, el sueco ya estaba robando de nuevo. En 2010, sin embargo, nadie acudió a su rescate y le cayeron 18 años de cárcel por tráfico de drogas. La sentencia parecía poner punto y final al historial delictivo de Sture, pero su caso no tardó en dar un nuevo giro de película: tras recurrir la sentencia, logró su puesta en libertad en 2014, para lo que el nuevo tribunal sostuvo que había una “duda razonable” en cuanto a su relación con el narcotráfico. Días después, Sture fue detenido y extraditado a España, donde se le seguía acusando por la Operación Playa.