Generalitat de Cataluña

Terapia con perros para agilizar la recuperación de los hijos tutelados por parte de sus progenitores

La Fundación Affinity ha puesto en marcha una prueba piloto que demuestra los beneficios del trabajo con estos animales para mejorar los vínculos y la relación entre padres y menores bajo tutela de la DGAIA

Una de las niñas tuteladas que participa en el programa trabaja con Solet en la actividad que se conoce como Agility
Una de las niñas tuteladas que participa en el programa trabaja con Solet en la actividad que se conoce como AgilityFundación Affinity

Pipa, Solet, Darwen y Bruc están listos para empezar la sesión de esta semana. Estos cuatro perros, todos ellos recogidos tras haber vivido situaciones difíciles, participan desde el mes de octubre en CRAE Parental, una terapia pionera impulsada por la Fundación Affinity con el objetivo de mejorar el vínculo entre los padres, que han perdido la custodia de sus hijos, normalmente por negligencia, y sus hijos tutelados por la Generalitat de Cataluña.

La actividad de esta semana, en la que participan, además de los perros, 12 adultos -principalmente madres- y 10 niños tutelados de entre 6 y 15 años, consiste en llevar a cabo un ejercicio que se conoce como Agility, en el que los progenitores deben intentar que el animal complete un circuito con obstáculos siguiendo sus indicaciones. “A través de este ejercicio se pretende que los padres trabajen la organización que han de tener aquellos días en que sus hijos van a poder estar con ellos”, explica Maribel Vila, encargada de Terapias Asistidas de Fundación Affinity, quien, en alternancia con una pedagoga, dirige las sesiones junto con una educadora del centro.

En definitiva, tal y como señala Vila, se trata de “hacer una radiografía de cómo estos padres actúan en la vida a través de lo que hacen con los perros”, los cuales, por su carácter y forma de ser, permiten trabajar diferentes aspectos de lo que sería la relación entre padres e hijos tutelados. Pipa es una perra pequeña, de unos 7 kilos, “que hace de todo, pero para ello has de darle un mensaje claro, con lo cual es ideal para trabajar con aquellas personas que no son claras a la hora de hablar y dar indicaciones”, comenta Vila. Por su parte, Solet, una labradora hiperafectiva, es muy adecuada para tomar conciencia de lo importante que es “hablar bien, dirigirse al otro de forma calmada y con respeto”; mientras que Darwen “es una perra muy lista, que hace todo lo que se le dice de forma inmediata, por lo que es ideal para trabajar con personas inseguras”.

Por último, Bruc es un Border Collie “al que le encanta que le toquen, pero que no soporta las actitudes invasivas, lo cual nos permite hacer que los padres tomen conciencia de que, a veces, el lenguaje corporal es más intenso de lo que creen, por lo que no es conveniente recurrir a una expresión física tan potente”, explica Vila, quien además recuerda que “al ser todos ellos perros recogidos, con experiencias duras y desagradables a sus espaldas, sirven también para lanzar el mensaje a los padres de que hay segundas oportunidades y es posible reconducir la situación”.

En definitiva, esta actividades, como todas las que se celebran semanalmente en el contexto del programa CRAE Parental, busca “mejorar las posibilidades de que esos padres puedan recuperar la custodia de sus hijos, que ahora está en manos de la DGAIA, lo antes posible o, al menos, puedan mejorar sus vínculos y relaciones con ellos”, explica Maribel Vila, quien al respecto comenta que “los animales hacen como de espejo en el que los padres se pueden ver reflejados en lo que se refiere a cómo es su relación y comunicación con los hijos”. Y es que como apunta la encargada de Terapias Asistidas de la Fundación Affinity, “educar perros tiene mucho que ver con educar a niños”.

En este sentido, Vila señala que las terapias con perros permiten “crear espacios en los que los padres aprendan a relacionarse con sus hijos mediante la creación de buenos hábitos y dinámicas de familia sanas, haciendo hincapié en aspectos como el saber establecer límites adecuadamente y el mantener siempre el respeto al otro; espacios en los que fomentar la responsabilidad de los progenitores, pero también en los que se trabaje el juego”. Además, “no hay que olvidar que estos padres muchas veces, se sienten juzgados”, por lo que las terapias con animales suelen ser más eficaces que las convencionales, puesto que éstos, a diferencia de los humanos, no juzgan, van con una mirada limpia, lo que permite a esos padres sentirse más seguros y con una mayor intimidad”.

El hecho de tocar e interactuar con los perros permite a los menores y sus padres que participan en la terapia estar calmados y relajados
El hecho de tocar e interactuar con los perros permite a los menores y sus padres que participan en la terapia estar calmados y relajadosFundación Affinity

Por todo ello, tal y como señala Vila, “los perros son un facilitador de la terapia muy grande”, porque además, “trabajar con ellos es divertido y cuentan con una vertiente terapéutica, muy importante en situaciones tan duras como las que a veces tienen lugar en estos tipos de terapias, ya que los perros también ayudan nivel emocional”. “Solo con tocarles o masajearles, las personas se relajan”. De hecho, tal y como confiesa Noe, quien participa en este programa ya que sus dos hijos, de 6 y 14 años, se encuentran bajo tutela de la Generalitat, “cuando yo llego mal a una sesión, Bruc no se desengancha de mi lado y eso me ayuda a sacar toda la energía negativa y a positivizarla”.

Además, esta madre admite sentirse muy satisfecha con esta terapia, ya que “existe mucha similitud entre lo que es tratar a un perro y a un niño en los que se refiere a cómo criarlos y actuar con ellos y estas sesiones me están permitiendo ver cómo lo estoy haciendo y, además, también me facilitan el conectar con mis hijos”. En la misma línea, Eva, que acude a las terapias para tratar de mejorar su vínculo y relación con su hijo de 11 años, tutelado desde hace 3 años, dice sentirse encantada “con las sesiones, ya que me nos ayudan a relacionarnos mejor, a tener un vínculo más fuerte y confortable, a entendernos más y expresarnos mejor”, mientras que Sandra, con un hijo de 13 años bajo tutela de la DGAIA desde hace 8 años, asegura que “gracias a las terapias con perros “aprendemos muchas cosas sobre nosotros mismos que podemos aplicar sobre nuestros hijos y ayudarlos con el comportamiento y además nos olvidamos un poco de la monotonía de nuestra vida y compartimos con más padres en nuestra misma situación”.

Así las cosas, vistos los buenos resultados cosechados por esta prueba piloto desde que se pusiera en marcha el pasado mes de octubre, sus promotores tienen intención de repetir experiencia el curso que viene, con la voluntad además de tratar de replicar este modelos de intervención en otros centros.