Salud mental
Se duplican las consultas por trastornos de alimentación conductas autolíticas entre adolescentes en St. Joan de Déu
En el primer trimestre de 2021, se ha producido un incremento del 47% en el número de pacientes atendidos en urgencias del hospital por motivos de salud mental
La adolescencia es una etapa en la que la persona es especialmente vulnerable, ya que es un momento en el que el cerebro se está reorganizando, reestructurando y preparando para el pensamiento analítico del adulto, y, por lo tanto, es en esta franja en la que dan la cara muchas enfermedades mentales. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre un 10% y un 20% de los adolescentes sufre algún tipo de trastorno mental y en un 50% de los casos éstos se manifiestan antes de los 14 años.
En definitiva, los trastornos neuropsiquiátricos son una de las tres causas de años perdidos por discapacidad entre los 10 y los 24 años, lo que demuestra que la salud mental en la adolescencia tiene un gran impacto a nivel de salud, social y económico. Al respecto, la doctora Montse Dolz, jefa del Área de Salud Mental de Sant Joan de Déu, señala que “la prevención y la detección precoz son la mejor inversión para reducir la prevalencia de los trastornos de salud mental en adolescentes, la morbilidad y los gastos económicos que se derivan, así como de frenar la progresión de la enfermedad”.
En este contexto, la plataforma de salud FAROS del Hospital Sant Joan de Déu ha elaborado un informe que recoge los principales problemas de salud mental que pueden sufrir los adolescentes y que busca “ayudar a los padres y los educadores a comprender la adolescencia, concienciarles y sensibilizarles y darles herramientas para prevenir y detectar las señales de alarma, una herramienta que puede ser especialmente útil en el actual contexto, en el que, a raíz de la pandemia, se ha registrado un aumento de los casos y las consultas, como demuestra el incremento de un 47% de los pacientes atendidos en urgencias por motivos de salud mental en el primer trimestre del año en comparación con el mismo periodo del año anterior.
Al respecto, la doctora Ester Camprodon, adjunta del Área de Salud Mental de Sant Joan de Déu, señala que ese incremento podría explicarse, en parte, porque “en pandemia la gente, en lugar de ir a la Primaria, que ha estado dedicada a otra cosa, ha ido a las Urgencias”. Asimismo, según apunta la doctora, también hay que tener en cuenta que “el confinamiento y la pandemia han sido factores desencadenantes de patología por trastornos de adaptación, de empeoramiento de la sintomatología ansiosa y depresiva, ha sido un periodo en el que han eclosionado diferentes estresores y éstos han afectado a toda la población a la vez y eso ha acelerado, en muchos casos, el debut de problemas de salud mental, provocando un aumento de la prevalencia”.
En cualquier caso, en este contexto, destaca especialmente el aumento de los casos de adolescentes con Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), así como el incremento de la intensidad en los casos ya diagnosticados previamente, y el aumento de las conductas autolíticas y las autolesiones, que son una forma no adaptativa de mostrar malestar ante la incapacidad para gestionarlo que se ha visto que puede aparecer incluso en adolescentes que no manifiestan ninguna patología mental . “Entre los meses de diciembre, enero y febrero de 2019-20 y ese mismo periodo de 2020-21, ha habido un aumento de las consultas a los SMC por TCA del 25%, mientras que en nuestra unidad especifica para tratar estos trastornos la demanda se ha duplicado”, señala la doctora Camprodon, quien, sobre las conductas autolíticas, señala que “éstas también se han multiplicado por dos”. “Entre diciembre y febrero de 2019-20 tratamos unos 40 casos y en los mismos meses de 2020-21 esta cifra ascendió hasta los 80 casos”.
Tal y como señala el informe FARO, ante un caso de trastorno mental en la adolescencia es clave intervenir de forma precoz y, pese a que cada trastorno tiene sus propias características, el informe trata de dar pautas a padres y educadores acerca de cómo detectar cuando se está produciendo un problema que requiere intervención y, en este sentido, apunta como señales de alerta comunes a todos los trastornos la intensidad de los síntomas, es decir si estos llegan a interceder en la funcionalidad del adolescente; su durabilidad y persistencia en el tiempo; y comprobar si hay un cambio brusco en la conducta o línea de la vida de ese adolescente en ámbitos como la alimentación, la higiene o el rendimiento escolar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar