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Cómo matar en Andorra

El libro «Morts, qui us ha mort?» recrea la historia del crimen que acabó con el último condenado a muerte en el país vecino

Una imagen de Canillo, el pueblo andorrano en el que tuvieron lugar los hechos en 1943
Una imagen de Canillo, el pueblo andorrano en el que tuvieron lugar los hechos en 1943Àlex Tena

La crónica negra vive uno de sus mejores momentos a nivel periodístico, algo que ha desatado la curiosidad del público. Buena prueba de ellos son los numerosos trabajos que han visto la luz en los últimos tiempos y que recrean algunos episodios de la crónica negra. El escritor Iñaki Rubio firma un libro con aire de Capote que nos redescubre una de esas historias olvidadas por el gran público por culpa del paso del tiempo, pero que dejó huellas que aún no han cicatrizado. Eso es lo que nos ofrece «Morts, qui us ha mort?», editado por Comanegra, un cuento de terror real y que derivó en la última condena a muerte en Andorra. Ese hombre se llamaba Pere Areny y Rubio trata de novelar su aventura, además de comprender por qué actuó de una manera tan trágica.

¿Y qué es lo que hizo este personaje? Para ello nos tenemos que trasladar al año 1943, un momento en el que Andorra se encuentra entre dos países que sufren las consecuencias de conflictos bélicos: España se recupera en una durísima posguerra de lo padecido entre 1936 y 1939 mientras que Francia se encuentra hundida por la ocupación de las tropas de Hitler. Andorra intenta que no le salpique este ambiente y es en ese momento, concretamente la noche del 31 al 1 de agosto, cuando tiene lugar el crimen, cuando Pere Areny decide acabar con un disparo de escopeta con la vida de su hermano Anton, el heredero de la familia. Aquel tiro todavía resuena.

Para poder adentrarse en un terreno en el que la leyenda empezó a desdibujar la realidad. Iñaki Rubio se ha servido de numerosa información procedente de archivos, pero también visitando el terreno, el escenario del crimen, además de los documentos guardados por la familia de los protagonistas de los hechos. De esta manera, Iñaki Rubio no habla de una sola víctima sino de dos porque también considera que Pere Areny también lo es al acabar ante un piquete de fusilamiento. Otros papeles no son aún accesibles al no haber pasado cien años desde aquellos terribles hechos.

La vida y la muerte se dieron la mano en 1943 en un pequeñísimo pueblo andorrano llamado Canillo y situado entre las montaña del Pirineo. Es allí donde en una cabaña vivían dos hermanos, los mismos a los que separó un crimen que ya había inspirado otro texto, «Set lletanies de mort», una obra de ficción de Antoni Morrell. Pere Areny Aleix contaba con 29 años y su hermano Antoni Areny Baró, con quien compartía lecho en la cabaña, tenía 56.

Canillo no solamente fue el decorado del asesinato sino que también lo fue del proceso que llevó a Pere a acabar fusilado. Iñaki Rubio demuestra que el condenado tuvo todo en su contra, hasta el punto de que se aplicaron medidas propias del medievo que del siglo XX. Todo fueron irregularidades, como el hecho de no poder contar con abogados para su defensa.

La suerte del desgraciado de Pere Areny estaba echada. Después de ser humillado públicamente en la plaza del pueblo, al ser juzgado y condenado a la vista de todos los habitantes, el cumplimiento de la sentencia no se hizo rogar. El sentenciado no pudo apelar y a los pocos minutos de conocer la sentencia era fusilado, convirtiéndose en el último condenado en Andorra. Hubo quien vio en todo eso un cúmulo de despropósitos. El libro reivindica la memoria de Pere Canturri que debía ser el sexto policía en participar en el piquete de ejecución, pero que se negó a formar parte del mismo.

Una de las grandes virtudes del trabajo de Iñaki Rubio es que desmonta mitos, como que Pere mató a su hermano para poder convertirse en el heredero de la familia. El autor de «Morts, qui us ha mort?» plantea la duda porque Pere padecía una enfermedad mental que le habría llevado a cometer el terrible crimen.

La investigación nos recuerda que hubo una vez que la ley, aunque fuera en la Europa del siglo XX, se convirtió en algo parecido a quien la hace la paga, sin tener en cuenta la realidad, por qué se había asesinado a un hombre y si el culpable estaba enfermo.