Protestas

Vecinos de Les Corts y Sant Martí se alzan contra las cocinas fantasma en Barcelona

Varias asociaciones ya se han unido y exigen al Ayuntamiento que cumpla con su palabra y presente la nueva regulación

La estrecha calle de José Calvo, de una dirección, registra un tráfico constante de «riders»
La estrecha calle de José Calvo, de una dirección, registra un tráfico constante de «riders»Ruben MóndeloLa Razón

Pese a la novedad, los conceptos de cocina fantasma y supermercado fantasma empiezan poco a poco a hacerse un hueco en el vocabulario postpandemia. Especialmente en aquellos barrios afectados directamente por estos nuevos modelos de negocio. Los dos implican la puesta en escena de un enjambre de motos revoloteando, pero, en el caso de las cocinas, además, la construcción de chimeneas industriales para dar salida de humos a los varios “restaurantes” que albergan en su interior. Eso son, a grandes rasgos, las “dark kitchens” o cocinas fantasma. Locales, o incluso naves, reconvertidos en multitud de micrococinas, sobre el papel, de diferentes restaurantes para satisfacer la creciente demanda de la comida a domicilio. Y los vecinos han dicho basta. Ni siquiera las promesas del Ayuntamiento de regular estos nuevos negocios ha servido para relajar los ánimos.

El pasado mes de marzo saltaban las alarmas en el barcelonés barrio de Les Corts. Los vecinos descubrieron que una nave industrial de 1.400 metros cuadrados se estaba acondicionando para albergar nada más y nada menos que 40 cocinas. Los vecinos salieron a la calle y obligaron al Ayuntamiento a moverse, que revisó los expedientes y paralizó la obra amparándose en que los promotores se habían excedido en la edificabilidad. Tres cuartas partes de lo mismo ocurría en Sant Martí, donde la empresa Cooklane pretendía construir otras 20 micrococinas. El argumento de los vecinos es sencillo: si se trata de cocinas industriales deberían ubicarse en terrenos industriales, no urbanos. Verónica Soto, portavoz de la plataforma de vecinos contra la construcción de la cocina fantasma de la calle de Puigcerdà, en Sant Martí, pide “al Ayuntamiento que la nueva normativa que regula las cocinas fantasma evite que se construyan en zonas residenciales”. A su juicio, este tipo de negocios son una amenaza para el comercio local y derivan en una serie de problemas como humos, malos olores, ruidos y más tráfico.

Construcción de la chimenea de la cocina fantasma de Les Corts
Construcción de la chimenea de la cocina fantasma de Les CortsAsociación de vecinos de Les Corts

El Ayuntamiento se comprometió entonces a la regulación de estos negocios ya que no existe una licencia específica y operaban como establecimientos de platos preparados con obrador y cocinas industriales sin degustación. Pero no fue más que una moratoria y lo cierto es que, a día de hoy, más de medio año más tarde, esta regulación sigue sin existir.

A la reivindicación vecinal se ha sumado la de varios grupos municipales, como ERC, que ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de que las ‘dark kitchens’ se acaben permitiendo en zonas residenciales por la influencia del grupo socialista, socio de BComú en el gobierno municipal. “Estamos ante una barra libre de este tipo de negocios y creemos que el PSC impone su posición, como pasa con otros temas como el de las terrazas”, ha afirmado la concejala y portavoz adjunta de Esquerra Elisenda Alamany.

Otras cocinas fantasma, sin embargo, tuvieron más suerte y consiguieron colarse al no encontrar resistencia vecinal. También en marzo del año pasado entró uno de estos locales en funcionamiento en el número 81 de la travessera de Gràcia, en Sant Gervasi-Galvany. Se trata del primer negocio en Barcelona de la empresa francesa Not so Dark. En la cocina trabajan 40 personas y ofrece productos de hasta seis marcas virtuales de comida exclusivas para el reparto a domicilio. En total, la cocina tiene capacidad para servir cerca de 2.000 comidas diarias.

El Ayuntamiento desconoce cuántas cocinas fantasma existen en la ciudad porque no hay ningún registro de este tipo de actividad. Sin embargo, desde Projectum, una compañía que realiza proyectos para cocinas fantasma, asegura que hay más de una decena operando en la ciudad, y algunas “desde hace tiempo”. Esta empresa, sin ir más lejos, recibió más de 50 peticiones en 2020 para analizar proyectos de cocinas fantasma.

Joan Maria Soler, representante de la FAVB, cree que es necesario ubicar estos negocios en zonas industriales. Alerta de que la apertura de una macrococina puede ser “muy perjudicial” para la restauración y los negocios del barrio, y también para los vecinos que tengan el local junto a su casa. Desde la FAVB critican que estos negocios quieren estar en medio de la ciudad para abaratar costes y tiempo de espera del reparto. “Si deben tardar un cuarto de hora más que lo tarden, pero no se les puede poner la alfombra roja”, concluye. Sin embargo, desde Projectum aseguran que la decena de cocinas que operan en la ciudad lo hacen en zonas residenciales y no han generado problemas porque cumplen con la normativa. La pelota, por lo tanto, está en el tejado del Ayuntamiento.